Discriminación, cáncer y las series latinoamericanas
L os mexicanos nos quejamos mucho de la discriminación de la que somos víctimas por parte de algunas personas en Estados Unidos, especialmente ahora con Donald Trump.
¿Pero qué pasa cuando nosotros discriminamos a la gente de otros países?
¿Usted cree que la vida es fácil para las personas que vienen de Argentina, Cuba o Venezuela buscando construir un futuro en nuestra nación?
¿Usted no ha escuchado a alguien hablando con desprecio de los colombianos, de los chilenos o de los centroamericanos?
Si queremos que nos respeten, nosotros mismos debemos ser los primeros en respetar. ¿Sabe usted dónde se nota mucho todo este odio? En la televisión.
Sí, de seguro usted debe estar pensando: ¡Cómo se atreve Álvaro a decir semejante tontería cuando muchos de los protagonistas de nuestras telenovelas son de otros países!
Me atrevo porque esos hombres y esas mujeres no están ahí porque sean los consentidos, están ahí para efectos de mercado.
Y porque si nuestras televisoras en verdad los apoyaran, transmitirían aquí los capítulos de sus melodramas originales en lugar de adaptarlos.
Nuestra industria es racista, le da más prioridad a las latas turcas que a las latinoamericanas y, salvo honrosas excepciones, evita que escuchemos acentos de otros lugares de nuestra región.
Y así como nosotros afirmamos con particular arrogancia que los gringos se lo pierden cuando alguno nos desprecia, deberíamos tener los pantalones para reconocer que nosotros nos lo perdemos cada vez que le hacemos lo mismo a nuestros hermanos latinoamericanos.
Este lunes, por ejemplo, se estrenó en el canal TNT una serie argentina ciento por ciento original titulada Un gallo para Esculapio.
¿Y usted se enteró? ¡Claro que no! ¡Por favor! ¡Es argentina! ¿A quién diablos le puede interesar eso?
¡Ah, pero no fuera una serie estadunidense, una producción inglesa o una telenovela turca porque entonces sí se paralizaría la prensa especializada!
¡Ah, pero no fuera una serie mexicana tratando de conquistar audiencias panregionales porque entonces sí iríamos hasta Lima, Quito o Sao Paulo a reclamarle a los medios de por allá!
No sabe usted qué joya tan más maravillosa de serie de televisión es Un gallo para Esculapio.
A su lado, muchos de nuestros mejores títulos son poco menos que una vergüenza.
¿Pero sabe qué es lo más interesante de todo? Que Un
gallo para Esculapio, a pesar de ser tan argentina, a pesar de ser tan local, es más mexicana que muchas de las más recientes producciones nacionales de marcas como Televisa, TV Azteca, Fox, ClaroVideo y Netflix.
¿Sabe de qué trata? De una alucinante combinación de peleas de gallos y delincuencia organizada pero no, no se imagine una narcoserie, esto es mucho más profundo.
¿Le digo a qué me recuerda? A los textos de Juan Rulfo. Imposible haber visto este primer capítulo y no haberse acordado de El
gallo de oro y Pedro Páramo. La única diferencia es que el protagonista de Un gallo para
Esculapio no busca a su padre, busca a su hermano, pero por ahí va la cosa.
Por si esto no fuera suficiente, la Buenos Aires que se muestra ahí no es esa ciudad glamorosa de decenas de series y películas, es una suerte de barrio bravo lleno de tianguis, ladrones, gente pobre, violencia y hoteles de paso.
Nada qué ver entre los personajes protagónicos de esta serie y lo que normalmente nos llega de allá.
Le juro que los va a amar, que se va a identificar y que, además de entretenerse, va a descubrir muchas cosas que ni se imaginaba de aquella nación.
Para los argentinos, las notas alrededor de Un gallo para Esculapio son su magnífico rating y un montón de chismes sobre su productor y el reparto.
Para nosotros tiene que ser la urgencia de reencontrarnos con ellos y con el resto de los productos latinoamericanos en estos tiempos de odio y de discriminación. Por favor, luche por ver Un
gallo para Esculapio por TNT. Si sigue como va, casi, casi que ya le puedo garantizar que se tratará de lo mejor del año. ¿O usted qué opina?
A propósito de temas serios vinculados a la industria de la televisión, hoy es el Cancerotón 2017 y quiero invitarlo a que lo mire, a que se integre.
Este es un evento de responsabilidad social completamente diferente y único a escala nacional y panregional. Aquí no se trata de ni de curar ni de rehabilitar. Se trata de prevenir, de informar y concientizar.
¿Sobre qué? Sobre algo que nos afecta a todos: el cáncer.
Son más de 10 horas de trabajo continuo en televisión abierta, cable, radio e internet, y con beneficios concretos en diferentes puntos de la república.
Ya se hizo en Tamaulipas, en Nuevo León y Coahuila. Este año se va a hacer en Puebla.
Por favor, sintonice las plataformas informativas de Multimedios y MILENIO esta tarde a partir de las 16 horas y pase la voz. Será algo histórico y positivo. De veras que sí.