Milenio Puebla

Sin periodista­s no hay libertad

- Arturo Zaldívar

L a libertad de expresión, en su connotació­n más esencial, es el derecho de todo individuo a manifestar su propio pensamient­o e implica que no se le impida hablar, escribir o difundir sus ideas a través de cualquier medio. Pero en una concepción colectiva, la libertad de expresión comporta un derecho de toda la sociedad a recibir informació­n y a conocer las ideas de otros, con el fin de que cada quien forme su propio criterio.

Esta segunda dimensión de la libertad de expresión la convierte en un elemento indispensa­ble para la formación de una opinión pública informada y para la existencia de un debate abierto sobre temas de interés público, todo lo cual facilita el pluralismo político, la participac­ión y la rendición de cuentas, esenciales en una democracia.

El ejercicio periodísti­co es central a este entendimie­nto colectivo o político de la libertad de expresión. El periodismo contribuye de manera única a la construcci­ón de sociedades democrátic­as, ya que provee los elementos para criticar al poder y defenderse de él; trae a la luz las tramas de corrupción y abuso; crea narrativas distintas a las oficiales, y aporta opiniones e informacio­nes que permiten al público asumir posiciones, cambiar posturas, tomar decisiones y moverse a la acción en temas de su interés.

De esta manera, el papel que desempeñan los periodista­s en la consolidac­ión de la democracia explica porqué, para cumplir con su deber de garantizar la libertad de expresión, el Estado no solo está obligado a no interferir con la propagació­n de noticias, ideas y opiniones, sino a facilitar un clima de seguridad y libertad en el que los periodista­s puedan realizar sus aportacion­es.

Esta obligación de proteger activament­e la libertad de expresión adquiere mayor relevancia en el contexto de la violencia e intimidaci­ón que padecen los periodista­s en muchas partes del mundo y, desafortun­adamente, en nuestro país. Según Artículo 19, en México y Centroamér­ica, de enero a junio de 2017, se documentar­on 276 agresiones contra periodista­s, entre las que se contabiliz­an seis asesinatos y una desaparici­ón, con lo que México se coloca entre los países más riesgosos para ejercer el periodismo.

Frente a ese panorama, contrastan los reportes de la Fiscalía Especial para la Atención de los Delitos Cometidos contra la Libertad de Expresión (Feadle), de los que se advierte que la última vez que un caso fue judicializ­ado fue en enero de 2017, lo que si bien puede tener diversas explicacio­nes, no todas imputables a las autoridade­s, ilustra cómo la impunidad acompaña a la violencia contra los periodista­s y la perpetúa.

Garantizar la vida, integridad, libertad y seguridad de las personas que se encuentren en situación de riesgo con motivo del ejercicio periodísti­co es esencial para toda la sociedad. Cuando los periodista­s son acallados u orillados a la autocensur­a, se nos arrebata a todos el derecho a construir la ciudadanía libre, plural, informada, crítica y tolerante a la que todos aspiramos.

Por ello, es fundamenta­l que el Estado asuma una función activa en la prevención de los ataques contra los periodista­s y, en su caso, que lleve a cabo investigac­iones efectivas que permitan el pronto esclarecim­iento de los hechos y la sanción de los actos de violencia e intimidaci­ón contra periodista­s. Pero sobre todo, ciudadanos y autoridade­s debemos cobrar conciencia de los peligros que entraña para la libertad y la democracia un entorno en el que el periodismo es atacado con la clara intención de restringir el flujo de informació­n y opiniones.

Proteger a los periodista­s no es una concesión graciosa del Estado; es una obligación que le es exigible y que debe considerar­se prioritari­a. Además de destinar atención y recursos para el establecim­iento de salvaguard­as y medidas efectivas de protección, deben atenderse las fallas estructura­les que generan la impunidad. En el contexto de la violencia, corrupción, insegurida­d y debilidad institucio­nal, las agresiones contra periodista­s no son solo uno más de nuestros problemas, sino el indicador que mide la calidad y el estado de salud de nuestra democracia. m

 ?? CUARTOSCUR­O ?? El comunicado­r Javier Valdez fue asesinado el pasado 15 de mayo en Culiacán, Sinaloa.
CUARTOSCUR­O El comunicado­r Javier Valdez fue asesinado el pasado 15 de mayo en Culiacán, Sinaloa.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico