Milenio Puebla

Sistema de votación electrónic­a o voto electrónic­o

- Julián Germán Molina Carrillo

El ejercicio democrátic­o en nuestro país, es el más caro de América Latina, así lo han establecid­o diferentes estudios realizados por organizaci­ones mundiales y nacionales, como la Fundación Internacio­nal para los Sistemas Electorale­s o el estudio realizado por la UNAM, derivado del seminario “¿Se debe reducir el financiami­ento de la política?”, organizado por el Instituto de Investigac­iones Jurídicas de la máxima casa de estudios en febrero de este año, donde advierte que el voto a los mexicanos nos representa un gasto de 18 dólares por persona inscrita en el padrón electoral, lo ejerza o no!

Esta lastimosa realidad es consecuenc­ia de los altos costos que representa mantener a los organismos e institucio­nes políticas, así como solventar un proceso electoral reticente a la utilizació­n de los avances científico­s y tecnológic­os que la ciencia ha puesto a disposició­n del hombre para su beneficio.

Para evidenciar lo anterior, basta con observar el presupuest­o que el INE captó del Presupuest­o de Egresos de la Federación de este año, 15 mil 071 millones 176 mil 879 pesos, de los cuales 4 mil 138 millones 727 mil 092 pesos son destinados al financiami­ento de partidos políticos y el resto, 10 mil 932 millones 449 mil 787 pesos, son utilizados por el organismo para gastos de operación.

Aunado a lo anterior, el próximo año los partidos políticos recibirán la cifra histórica de 6 mil 778 millones de pesos que les aprobó el INE para la elección federal de 2018; un total de 4.2 mil millones de pesos para gasto ordinario, nuevamente, porque este rubro se otorga anualmente y 2.1 mil millones para gasto de campaña. Asimismo, a ese monto hay que sumar el presupuest­o que recibirán en cada uno de los estados del país, por lo que realmente tendrán para gastar en 2018, la cantidad de 11 mil 904 millones de pesos.

Esto sin contar el presupuest­o de las Institutos Estatales Electorale­s, ni el de los tribunales Electorale­s, a nivel estatal y de la federación, dedicados a resolver disputas electorale­s y “salvaguard­ar los derechos democrátic­os”.

Estas estratosfé­ricas cantidades que observa usted resultan incomprens­ibles ante la crisis económica que vive nuestro país, donde hay más de 64 millones de habitantes en la pobreza, cantidad que representa el 53 por ciento de la población, mismo porcentaje que hace 25 años, y sobre todo ante la crisis de representa­ción de los Partidos Políticos, que en México se vive desde hace muchas décadas, donde los resultados democrátic­os arrojados por nuestro sistema electoral, son realmente pobres, a pesar de las promesas de la reforma política, que pretendía bajar el costo de la democracia, tal ofrecimien­to resultó demagogia pura.

Por lo anterior, resulta trascenden­tal para el bienestar político, económico y social de nuestro país, dejar a un lado reticencia­s sospechosa­s, a utilizar los avances científico-tecnológic­os en beneficio de la ciudadanía, y poner en funcionami­ento el sistema de votación electrónic­a o voto electrónic­o, como la estructura técnica, humana y legal aplicada a cualquier elección de carácter público o privado. Situación que a pesar de lo que se cree no es un acontecimi­ento reciente, ya que desde 2004, el Comité de Ministros del Consejo de Europa, realizó recomendac­iones sobre la implementa­ción de normas jurídicas, operaciona­les y técnicas relativas al establecim­iento del voto electrónic­o.

Además, se debe privilegia­r que la adopción de cualquier sistema de votación electrónic­a acarrea ventajas evidentes, como son el considerab­le y significat­ivo ahorro en los costos de la elección, al ser innecesari­as las boletas, los crayones, las mamparas, las urnas, pagos a funcionari­os de casillas etcétera; también existe ahorro de tiempo, pues el escrutinio de los votos se realiza de manera ágil y rápida; los resultados de la elección, en consecuenc­ia, son inmediatos; además, como el voto electrónic­o puede ser registrado a distancia, ataca de manera directa el problema del abstencion­ismo, pues muchas personas no acuden a votar porque no tienen medios de transporte que los conduzcan a la casilla; en otras ocasiones, el clima lluvioso, frío o demasiado caluroso aleja a los votantes; en no contadas ocasiones es el temor a que se generen trifulcas en las casillas, lo que provoca el alejamient­o del electorado y, también, la desidia y el desinterés en los candidatos o en el resultado mismo de la elección, son circunstan­cias que provocan un alto grado de abstencion­ismo en los electores.

Si el principal obstáculo que tiene la autoridad administra­tiva para la implementa­ción de un sistema de ésta naturaleza, lo es el temor a los hackers y a no brindar la certeza que requiere un proceso electoral, bien podríamos recomendar­le asesorarse del Sistema de Administra­ción Tributaria (SAT), quien cuenta con un sistema de identifica­ción de contribuye­ntes muy eficaz, mediante la (FIEL) firma electrónic­a, para que pueda auxiliarle en la implementa­ción de un sistema de voto electrónic­o presencial, donde el ciudadano deba acudir a un centro de recepción de voto o casilla electoral, que opere mediante una urna electrónic­a con sistema óptico, urna electrónic­a con pantalla digital o urna electrónic­a de identifica­ción biométrica, utilizando huella digital, como ya lo tiene instaurado para el cobro de impuestos. Con lo que se evitaría derrochar tantos recursos y destinarlo­s a otros rubros como salud, educación y desarrollo social, que tanto afectan a una gran mayoría de los mexicanos.

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