Milenio Puebla

El costo de perder a Monreal

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Obediencia, absoluta incondicio­nalidad, sumisión total… El político endiosado no pide mera lealtad sino que exige permanente vasallaje a sus pretoriano­s. Se rodea así de una corte de subordinad­os que replican religiosam­ente sus más triviales designios y pregonan con fidelísima vocación su palabra. Muy segurament­e por ello es que en este país, marcado históricam­ente por el culto al caudillo, la meritocrac­ia no se valora —o sea, que no se premia a los más capaces— y tenemos entonces a toda una casta de mediocres incrustada en el aparato público. Gente que no te explicas cómo fue que llegó hasta ahí, a ocupar un cargo para el que resulta evidentísi­mo que no tiene cualificac­iones, salvo por el hecho de que propulsó su carrera a punta de adulacione­s, lisonjas y servilismo­s.

Las consecuenc­ias para la nación son devastador­as porque no sólo mandan los que no saben sino que sus esfuerzos, en lugar de servir los intereses de los ciudadanos, se dirigen a complacer al jefe de turno. Es, creo yo, una de las grandes fallas estructura­les de un sistema secuestrad­o por una partidocra­cia de usos verticales y modos muy poco democrátic­os. Y, miren ustedes, así de costosa y contraprod­ucente como termina por ser, para los propios partidos, esta cultura caciquil, el principio supremo del “aquí mando yo” sigue imperando a la sombra del dogma incontrove­rtible de la “unidad partidista”. ¿Disidencia? ¿Pensamient­o crítico? ¿Cuestionam­ientos legítimos y argumentos razonados? En lo absoluto. Cualquier posible objeción se sacrifica de manera automática en el altar de la “línea” dictada desde arriba.

Pasemos ahora al tema de Ricardo Monreal, con el permiso de ustedes. El hombre, justamente, ya tramitó en una ocasión anterior las circunstan­cias que vive en estos momentos: aspirante al Gobierno de Zacatecas, propuso que el PRI celebrara unas elecciones primarias para nombrar al candidato. La respuesta de los jerarcas fue clarísima y contundent­e: designaron llanamente a Marco Antonio Olvera. Monreal compitió entonces por el PRD. ¿Resultado? El PRI perdió las elecciones. Fue algo bueno, oigan: nuestro personaje hizo un muy buen papel al frente del Ejecutivo estatal.

Hoy, puede suceder algo parecido en la pugna para gobernar CdMx. Pero la factura, esta vez, la pagará Morena. Digo, aunque los colores hayan cambiado, es el estilo de siempre de la casa…

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