Oportunidades en la cancelación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte
El Tratado de Libre Comercio de América del Norte, Tlcan por sus siglas, es un tratado internacional en términos de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados de 1969, regido por el Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio de 1947, conocido como GATT por sus siglas en inglés, y auspiciado por el Tratado de Marrakech de 1994, como resultado de la Ronda de Uruguay.
Su naturaleza convencional permite a sus partes poder denunciarlo o retirarse del mismo, después de dar aviso por escrito con 6 meses de anticipación, como prevé el propio artículo 2205 del Tlcan, en relación con el artículo 56 de la Convención de Viena citada.
Sin embargo, el Tlcan es producto de un acto soberano del Congreso de los Estados Unidos de América y debe ser por resolución del mismo como pudiera emitirse el aviso de denuncia, tanto por lo dispuesto por el artículo 1, sección 8, punto 3 y el artículo 2, sección 1, punto 2 de la Constitución; así como por lo previsto por la Ley de Implementación del Tlcan emitida por el Congreso en 1993.
Por lo anterior, la declaración del presidente Donald Trump, consistente en que iniciará el proceso de cancelación del Tlcan, no encuentra sustento legal, por lo que no es viable considerarla en el corto plazo, mucho menos en un Congreso dividido y en el que senadores republicanos, como McCain y Graham, lideran la oposición al presidente, al interior de dicho órgano legislativo, así como la lejanía cada vez más acentuada con Paul Ryan, en la Cámara de Representantes.
No obstante, ante las presiones por sus acciones y los resultados esperados por el elector estadounidense, este es un momento histórico, importante para que nuestro país aproveche los esfuerzos de re negociación con la intención de mejorar las condiciones en sectores no previstos y restringidos, los cuales pueden beneficiar de manera agregada el consumo y productividad en nuestro país. Una postura conservadora y tendiente a mantener la base del actual Tlcan solo abona a la percepción de los efectos negativos para la relación bilateral con Estados Unidos, por lo que asumir una posición de reciprocidad de intereses en ámbitos complementarios del mercado, es una oportunidad que difícilmente regresará, habida cuenta de las diferencias económicas existentes y de las consecuencias políticas que se producirán hacia el interior de ese país.
Insisto, el presidente de los Estados Unidos requiere dar resultados ante la reelección, por ende una modificación a los términos del Tlcan en beneficio del pueblo estadounidense sería asegurar dicho resultado. Nuestro país puede beneficiarse si coadyuva con él a dicho fin, pero en beneficio del pueblo mexicano.