¿Qué nos invita a practicar la sororidad?
El 31 de agosto es el Día Internacional de la Solidaridad; y pocos lo celebramos. ¿Es porque vemos que es lo que menos existe entre las personas actualmente? Puede ser. La verdad, volteamos hacia cualquier lado y vemos todo lo contrario: violencia, egoísmo, individualismo desbordado. Pero eso es lo que vemos; es decir, lo que percibimos por los medios de comunicación y por las pláticas de café. Sin embargo, yo considero que la solidaridad es, justamente, lo que nos mantiene a flote como sociedad.
Acepto que no es un concepto “vendible” cuando la tendencia es ver hacia adentro, “estar bien yo primero, para poder estar bien con el mundo”. No es un concepto que vaya de acuerdo al sistema de consumo; pero es un valor que nos recuerda que vivimos en armonía y dependemos de los demás; así como los demás dependen de nosotros, para llegar a un bien común.
A mí me gusta un concepto acuñado en la última década, para describir la unión y la relación “fraternal” y de soporte entre mujeres: sororidad. Es decir, la solidaridad entre las mujeres. Nuestro modelo de relación interpersonal necesita de un término que nos permita encontrar descanso y consuelo de los constantes ataques externos de un mundo que “nos exige” ser de determinada manera, de convivir de determinada forma y de reprimir todo intento de unión. Sororidad es, a la vez, un llamado a la armonía y un grito de batalla.
¿Cómo practicar todos los días la sororidad desde nuestras trincheras? No es necesario salir a marchar todos los días, o iniciar un colectivo. Es fácil: evita cualquier comentario que pueda lastimar tu relación con cualquier mujer. Antes de hablar mal de una colega del trabajo o de alguien, pregúntate a ti misma si eso que vas a decir te acerca o te aleja de tener una buena relación con las mujeres como género. Coloca por un momento el rostro de tu hermana, de tu mejor amiga o de tu hija en esa otra mujer. Mejor aún, ponte en sus zapatos. Recuerda: uno de los argumentos que buscan las sociedades para evitar la igualdad entre los géneros es que “las mujeres somos nuestras primeras críticas y enemigas”. Que nos “comemos” entre nosotras.
Otra forma de vivir en sororidad es el reconocimiento abierto y honesto de los logros propios y de otras mujeres. ¿Te pareció interesante el comentario de tu compañera de trabajo? ¿Tuvo una buena idea? Díselo. Reconócelo. ¿Ubicas a esa chica que tiene problemas de autoestima o seguridad? Reconoce objetivamente sus cualidades. Remárcalas. Ayúdala a verlas. Levantando a otras nos podemos levantar a nosotras mismas. Eso es sororidad.
La sororidad no se trata de dar prioridad a los problemas de otras mujeres; sino de encontrar puntos de acuerdos y de apoyo mutuos. Tampoco de preferir contratar a una mujer sobre un hombre para un puesto equis de trabajo; sino de reconocer las competencias de las mujeres, alejándose de los estigmas de género.
Creo que todos los días podemos hacer algo para acercarnos de formas más solidarias, para enfrentar al mundo. Empecemos por pequeñas acciones que se vayan convirtiendo en hábitos y en ejemplo para otras personas. Vivamos en solidaridad, sororidad y fraternidad todos los días. ¡Feliz día de la Solidaridad!