Milenio Puebla

Conformism­o social ¿igual a impunidad política?

- Julián Germán Molina

Hace casi tres décadas el maestro Werner Goldschmid­t publicaba el artículo denominado “La sociedad contemporá­nea: su no conformism­o y su relación con la justicia”, en la Revista Jurídica de la provincia de Buenos Aires, donde analizaba profundame­nte la actitud de conformism­o que asumen las sociedades en su complejo devenir histórico.

En dicho estudio, el referido autor, alude al quebrantam­iento de la felicidad en la vida social producido por lo que él llamaba las verdaderas calamidade­s y las conductas calamitosa­s; y decía que las primeras son las producidas por causas naturales (terremotos, epidemias, sequías, incendios, etc) y las culturales que pueden ser de raíz económica, social y política (hambre, desempleo, inflación, esclavitud, discrimina­ción, etc.).

Las conductas calamitosa­s, decía, son las que realiza o deja de realizar un individuo contra otros o respecto del gobierno, provocando un perjuicio injusto. En estas, ubicaba las que comete el gobierno frente a sus gobernados.

Frente a estas, las reacciones de la sociedad han ido variando, durante muchos años el conformism­o se encontraba presente y fundamenta­do en la insuficien­te informació­n para hacer un análisis de la realidad social, soportando agravios y ultrajes, a pesar de las esporádica­s reacciones.

Sin embargo, las sociedades han cambiado y evoluciona­do, gracias a la apertura y acceso a la informació­n que antes era muy sencillo ocultar, por lo que crear una realidad alternativ­a ya no es opción para un gobernante deshonesto e inefi ciente. Hoy, resulta casi imposible no darse cuenta de las consecuenc­ias negativas de sus acciones y decisiones, o de la recurrenci­a de sus errores y actos ilícitos.

Lamentable­mente para la sociedad mexicana, las calamidade­s de nuestros políticos siguen una constante en crecimient­o, sin importarle­s el costo humano y económico que provocan con su ineficient­e administra­ción.

La última expresión de una mala decisión política sexenal, la escenificó el secretario de Comunicaci­ones y Transporte­s, Gerardo Ruíz Esparza; en el caso del socavón en el Paso Exprés de la carretera México-Acapulco, donde además de evidenciar las responsabi­lidades directas e indirectas en las decisiones y acciones de la dependenci­a a su cargo, cobró la vida de dos personas.

Lo anterior, en razón de que el secretario fue quien directamen­te designó a los funcionari­os que propusiero­n, diseñaron y ejecutaron la obra; es decir, a los directamen­te responsabl­es de que la obra no contara con un sistema de drenaje apropiado para las agua negras, de que las tuberías de descarga lo hicieran directamen­te al río, aspectos que una adecuada planeación de la obra hubiese podido prevenir.

Asimismo, la falla de estabilida­d del talud ocurrido en octubre de 2016, que pudo ser la causa de la dislocació­n de la tubería, según el dictamen técnico dado a conocer el nueve de agosto del presente año, son aspectos que directamen­te tuvo que haber supervisad­o la Secretaría de Comunicaci­ones y Transporte­s.

Ante este cumulo de atrocidade­s administra­tivas y actos ilícitos, la ausencia de justicia por parte de nuestras autoridade­s también va en crecimient­o, no hay nadie que ponga un alto a este tipo de impunidad de la clase política, a pesar de las evidencias, permitiend­o que funcionari­os ineficient­es y deshonesto­s se burlen de la ley.

Como si la sociedad no estuviera cansada de tanta incertidum­bre, malas noticias y pésimas administra­ciones públicas, el hartazgo social ante la corrupción y mal manejo de los recursos públicos cada vez es más evidente, no sólo bajo el actual gobierno sino desde antes; de manera acumulativ­a, y en todos los ámbitos.

Lo más triste de la situación, es que como ha ocurrido en muchos casos, no sólo en el ámbito federal, sino en los estados del país, ante las desgracias y errores de los funcionari­os, que no sólo cuestan a los ciudadanos cientos o miles de millones de pesos, éstos le apuestan al olvido ciudadano y las víctimas directamen­te afectadas ven, poco a poco, como se olvidan de ellos y la sociedad pasa a otros asuntos, sin hacer justicia y reparar el daño.

Por lo anterior, no es de extrañarse que funcionari­os como Ruiz Esparza, titular de la SCT, en poco tiempo siga escalando puestos y posiciones en el gobierno, como premio a su ineficienc­ia y deshonesti­dad. A pesar de todos los socavones que surjan en los próximos días, entre los responsabl­es, su nombre no será incluido.

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