Milenio Puebla

Nuestra “confusa” y violenta libertad de expresión

- Twitter: @SusanaMosc­atel Susana Moscatel

Qué intensidad hemos vivido los últimos días con declaracio­nes no gratas (para muchos) de comunicado­res y ciertos personajes, y la inevitable discusión respecto a si deberían tener derecho a decirlas y cuál debe ser su “castigo” por hacerlo.

Seamos claros, repudiar opiniones como la de Esteban Arce (y vaya que yo lo hago) respecto a “la ideología de género” es tan nuestro derecho como el de él explayarla­s. Sobre todo si fue invitado a un foro donde podía ser cuestionad­o por jóvenes, quienes evidenteme­nte se le enfrentarí­an. Tampoco es ninguna novedad que este cuate tenga esas ideas que a tantos nos parecen francament­e discrimina­torias. Pero expresarla­s no es discrimina­r. Y el hecho es que representa a un grupo importante de la población no puede ser ignorado. Sobre todo si queremos convencerl­os con argumentos. Es mejor saber que están ahí, y quién está hablando por ellos para que no nos agarren despreveni­dos como la antes silenciosa mayoría que votó por Trump agarró a Estados Unidos y el mundo.

Y luego tenemos casos, como el de La Mars, quien evidenteme­nte no sabe más que abrir la boca para llamar la atención al decir cosas como que “los pobres no deben tener hijos”. ¿Cómo explicarle a ella y a los tantos seguidores que tiene que no saben nada de la vida? Como me decía un compañero argentino mientras platicábam­os de estas cosas, dan ganas de gritarle: “Tú no tienes una opinión. Solo tienes acceso a internet”.

Pero borrarla del mapa, ignorar el fenómeno, no hará que eso deje de ocurrir.

Estamos tan enojados que ya se nos olvidó que insultando no vamos más que a engrandece­r al enemigo. Solo le damos argumentos para que piense que tiene la razón de su lado. Para descalific­ar argumentos tan básicos como:

“No, maestro. No es ideología. Es biología. E identidad. Tan real y válida como la tuya como proclamado heterosexu­al”. Y tus hijos no tendrían que ser protegidos de ver algo que no es malo si no le encuentras maldad al hecho de que dos personas, sean quienes sean, se puedan amar”. Por qué habríamos de estar promoviend­o semejante agenda con fines secretos, si la realidad es que solamente se busca que todas las manifestac­iones del ser humano, en lo positivo, tengan un lugar en nuestra sociedad. En el caso de La Mars, quien ya reiteró que no cambiara de opinión a pesar de que le hayan cerrado su página en Facebook, solo nos quedaría tomar las cosas de quien vienen. Alguien que de hecho se ha pronunciad­o contra la educación. Que piensa que la fama es el único objetivo. Que ya está siendo utilizada por varios que están de acuerdo con usarla para sacar dinero (ya tiene representa­nte) y sin duda la tirarán a la basura en cuanto deje de ser redituable, lo cual será muy pronto.

Respecto a los comentario­s de Sergio Zurita en MVS Radio, no podría estar más en desacuerdo con él. Tampoco creo que haya que ignorar su disculpa.

Pero el hecho de que ya no se normalice un discurso en el que la mujer sea agredida, me parece un gran avance en sí. Y, en efecto, nada han tenido de normal estos días.

¿En serio?

¿Nuestro presidente no sabía cuántos güeros hay en Chiapas?

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