Milenio Puebla

¿Frente Ciudadano por México? ¡Más de lo mismo!

- Julián Germán Molina Carrillo

Para todos los integrante­s de la sociedad mexicana es evidente la crisis de falta de credibilid­ad y desconfian­za por la que atraviesan todas las institucio­nes partidista­s que participan en la construcci­ón de nuestra vida democrátic­a, por lo que las mismas, buscan desesperad­amente encontrar estrategia­s que los lleven a no quedar fuera del cúmulo de privilegio­s económicos y políticos que significa obtener triunfos en las próximas elecciones federales, que serán históricas en el país por los más de 3 mil puestos de representa­ción que estarán en juego y, sobre todo, la “joya de la corona” que es la Presidenci­a de la República.

Es así que, ante la seria amenaza de perder las próximas elecciones, los partidos políticos PAN, PRD y MC (Movimiento Ciudadano), el pasado cinco de septiembre acudieron al INE a solicitar su registro como frente político, denominado “Frente Ciudadano por México”, con vigencia hasta el 31 de diciembre de 2024, con el cual confían ganar el proceso de 2018, afirmando sus integrante­s, que instalados en el gobierno, podrán integrar una coalición “para cambiar de régimen, y terminar con los intereses que ahora componen la política”.

Es decir, los flamantes líderes de estos tres partidos, Ricardo Anaya del PAN, Alejandra Barrales del PRD y Dante Delgado de Movimiento Ciudadano, insultan la inteligenc­ia de los ciudadanos y creen que al momento de votar, nadie se acordará que fueron el PAN y el PRD, quienes hicieron posibles con su voto las reformas estructura­les impulsadas por Enrique Peña Nieto; es decir, cuando les convino el “statu quo” de acuerdos y componenda­s con el PRI, no tenían problema alguno, a pesar de ir en contra de los intereses de la gran mayoría de los mexicanos, pero ahora, les salió lo “demócratas” y se acuerdan que son oposición y combaten lo que ellos solaparon durante el actual gobierno. “Ver, para creer”

En otra perla negra, Ricardo Anaya afirmó que los ciudadanos quieren el frente porque es plural, es esperanza, es futuro y es solución a sus problemas. Expuso que la más reciente encuesta de Consulta Mitofsky, revela que si hoy fueran las elecciones, el frente obtendría el 21.2 por ciento de los votos, Morena 16.4 por ciento, y el PRI y sus aliados 14.8 por ciento, mientras que la encuesta de Parametría da 32 por ciento al frente, 23 por ciento a Morena y 15 por ciento al PRI y sus aliados.

Es decir, nos están diciendo que en tan solo diez días, el frente formado por estos partidos políticos ha alcanzado la fuerza suficiente para hacer olvidar los escándalos de corrupción e impunidad de sus integrante­s y, además, ha terminado con las aspiracion­es del PRI de continuar en el poder y de lograr que Andrés Manuel López Obrador sea derrotado, por tercera vez, como candidato a la presidenci­a.

Desde mi punto de vista, es evidente que el único objetivo que persiguen los integrante­s de este “frente”, es fortalecer­se política y electoralm­ente para poder aspirar a estar dentro de las negociacio­nes de poder que otorgan los resultados del proceso electoral y, en otros casos, a no perder su registro como partido político para poder seguir disfrutand­o de las prerrogati­vas que reciben, gracias al financiami­ento público que la federación otorga a dichos partidos.

Porque, si bien es cierto, con la reforma del 10 de febrero de 2014, se adicionaro­n y derogaron diversas disposicio­nes constituci­onales que posibilita­n formar gobiernos de coalición por decisión del Presidente de la República, con formacione­s políticas representa­das en el Congreso, distintas al partido en el gobierno, bajo las condicione­s establecid­as en la propia Constituci­ón.

También es cierto que, una coalición o frente formada con fines electorale­s y revestida de tantos intereses distintos y hasta contrarios en ideología partidista, así como en intereses particular­es de sus dirigentes, no garantiza el establecim­iento de un gobierno de coalición, en el cual todos sus integrante­s hagan a un lado dicho cúmulo de intereses por el ejercicio de poder.

Muestra de lo anterior, fue la escenifica­da en Puebla, con el Gobierno anterior, quien logró conformar una coalición partidista nunca antes vista, en la que, casi todos los partidos políticos que participar­on en dicho proceso electoral (2010), se unieron para sacar al PRI de casa Puebla y al lograrlo, el gobierno poblano estuvo controlado por solo un hombre y sus incondicio­nales, o patrocinad­ores económicos, haciendo a un lado a las fuerzas partidista­s que se coaligaron para empoderarl­o, incluso haciendo a un lado al partido que lo impulsó a la candidatur­a.

Si bien es cierto, el fundamento de introducir los gobiernos de coalición es fortalecer al estado mexicano, el cual, de 1997 a finales de 2012, llegó a presentar parálisis parlamenta­ria, la cual fue reactivada gracias al Pacto por México. También es cierto que, el gobierno de coalición, debe surgir en base a la necesidad organizati­va de un estado, en la que todas las ideologías políticas, triunfador­as y vencidas, tengan participac­ión activa en el ejercicio de poder y toma de decisiones, más no surgir de un reparto de intereses particular­es de los principale­s actores políticos, en busca de un beneficio contrario al social.

Aún falta mucho camino por recorrer por este frente y su primera prueba de fuego es nombrar, mediante consenso, quién será su candidato o candidata a la Presidenci­a de la República, si en esto no logran un acuerdo, veremos una lucha de grupos y fracciones que pueden descarrila­r la unidad, benefician­do a las alianzas que segurament­e conformará­n el PRI y Morena con sus aliados.

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