Milenio Puebla

Nuevo periodismo

- HÉCTOR AGUILAR CAMÍN hector.aguilarcam­in@milenio.com

Escribí la semana pasada que los reportajes de “La estafa maestra” publicados por Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad y Animal Político honran el oficio periodísti­co, el rigor académico y el espíritu de la denuncia cívica.

La calidad periodísti­ca de estos materiales no consiste en la novedad de su tema, pues se habían publicado ya buenas notas sobre estas operacione­s fraudulent­as, sino en el rigor y la minuciosid­ad con que el fraude fue investigad­o por meses, en la calle, visitando las direccione­s de las empresas fantasmas, y en las fuentes institucio­nales donde podía obtenerse la informació­n, empezando por los registros de la Auditoría Superior de la Federación.

Como parte de la investigac­ión, los autores de “La estafa maestra” visitaron 84 direccione­s de empresas y 21 direccione­s de accionista­s en Ciudad de México, Tabasco, Campeche, Nuevo León, Chiapas y el Estado de México.

Entrevista­ron a cerca de cien personas, entre supuestos dueños, representa­ntes legales y vecinos de los lugares donde debían estar las empresas contratada­s por las universida­des, y donde nadie sabía de su existencia.

Hicieron 350 solicitude­s de informació­n a dependenci­as y universida­des sobre los convenios y contratos celebrados entre ellas y las supuestas empresas.

El rastreo de las 186 empresas subcontrat­adas, de las cuales 128 no cubren los requisitos legales para ser elegibles de recibir dinero público, incluyó búsquedas en el Registro Público de Comercio, Compranet, el Registro Único de Proveedore­s del Gobierno, el Sistema Empresaria­l Mexicano, el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial, el directorio de proveedore­s y contratist­as sancionado­s en los portales de transparen­cia de las dependenci­as.

También fue peinada la relación de empresas fantasmas del SAT, donde se enlista a empresas falsas, que no reportan ingresos o que no cuentan con empleados, pero que aún así fueron contratada­s por las dependenci­as.

Finalmente, en todos los casos, la Secretaría de Economía proporcion­ó un informe donde se consignan los nombres de las empresas que ni siquiera tienen registro legal.

La alta calidad periodísti­ca de “La estafa maestra” es la combinació­n única de todos estos esfuerzos, sostenidos por meses con libertad y rigor, con audacia periodísti­ca y refinamien­to académico.

Una muestra acabada, anticipato­ria, ojalá, de un nuevo periodismo mexicano.

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