¿Los hombres para atrás?
N adie es ajeno a la violencia que vivimos en nuestro país. Hace apenas unos días nos horrorizamos al enterarnos del asesinato de Carlos Muñoz Portal, de 37 años. Él era un profesional en el campo de producción y se especializaba en encontrar locaciones en México para series y películas como
Spectre, Apocalypto y ahora Narcos, de Netflix.
Evidentemente la noticia, aunque aún no tengamos todos los detalles, dio la vuelta al mundo entero por sus características, por la maldita ironía que al estar buscando recrear la historia del crimen en nuestro país Carlos se haya topado directamente con él. Hasta Stephen King comentó el tema en sus redes sociales.
Lo sé. Lo he oído y leído sin parar los últimos días, los últimos años. ¿Por qué esa muerte y no otra? Ninguna es más o menos importante, por supuesto. Todas son unas malditas tragedias y de ahí les pedí que me acompañaran a la marcha del domingo, donde diferentes mujeres nos dimos cita en el Zócalo capitalino para demandar seguridad, justicia, paz, libertad. Todas esas cosas que nunca deben venir condicionadas con nada. Mucho menos con el hecho de que si vienes vestida de cierta manera, a qué hora llegaste a casa o lo que a usted se le ocurra. Bueno, pues respecto a esa marcha escuchamos los mismos comentarios. ¿Por qué una vida más que la otra? La respuesta: NO. Estábamos ahí por todas.
Mara Fernanda Castilla fue asesinada después de una noche divertida. Mara se desvelaba. La pasaba bien. Tenía una vida. Se la arrebataron, y ahora buscamos nuevamente un cambio en su nombre y a nombre de las mujeres vulnerables (que somos todas). El analista y escritor Malcom Gladwell diría que su caso fue un
Tipping Point, o como lo diríamos aquí coloquialmente, la gota que derramó el vaso. Ahí estuvimos. Encontré a muchas queridas en la marcha. Algunas que incluso habíamos perdido a la misma amiga de la misma trágica manera hace muchos años (¿creen que esto no pasaba antes?). Caminamos sin saber qué diferencia podría hacer, pero sabiendo que no hacer nada no podía ser mejor.
Pues les voy a compartir lo que yo aprendí ayer. Si no nos unimos estamos
fritos. Hay que dejar de inmediato de pelear por cuál tragedia de todas es la más merecedora de nuestra indignación y dolor. Y por supuesto que no puedo decir que no nos enojemos. Seríamos sociópatas si no sintiéramos nada, pero hay que ser más inteligentes que emocionales. Sobre todo en un momento como este.
¿De qué sirvió mandar a los hombres que fueron a apoyarnos a la marcha para atrás de los contingentes? ¿Para alguien el mensaje es que esta es una guerra de géneros? NO lo es. Eso es, más bien, parte del problema. Y el principio de otro potencial ciclo de violencia. También es la mejor manera de alejar a nuestros aliados del género opuesto. Qué locura. Hasta a Epigmenio Ibarra, quien documentaba el evento, le tocó. También a Jenaro Villamil. Qué manera de equivocar el mensaje, pero en general eso es con lo que me quedo. Que haya casos más mediáticos (o como sería ahora, virales) que otros no significa que cada uno no tenga su misma importancia. Ya sea en Cabify, una combi, caminando por la calle o en tu propia casa. Debemos estar para todas… y sí, absolutamente, para todos los buenos seres humanos también. Seamos o no objeto de la atención de Stephen King, una nota internacional o simplemente una gota más que derrama otro vaso.