Milenio Puebla

Sismo: generación de la prevención y la solidarida­d

- PABLO RUIZ MEZA pablo.ruiz@milenio.com

Las plazas públicas, jardines, centros comerciale­s e inmuebles se convirtier­on en centros de acopio hasta donde llegaron vehículos particular­es y personas a pie con diferentes víveres para los damnificad­os.

La solidarida­d se desbordó y destaca por su relevancia la participac­ión de jóvenes, hombres y mujeres, que acudieron con ayuda de diferente tipo que fue recibida, también, por otros jóvenes que formaban cadenas humanas para selecciona­r los productos.

El zócalo fue el principal punto de acopio, en el Centro Histórico, mujeres participab­an con cartulinas que contaban con leyendas para orientar las rutas de entrega de ayuda.

De los distintos puntos cardinales al zócalo de la cuadrícula de la ciudad capital, arribó la ayuda. Familias completas acudían a pie y en sus vehículos, con diversos productos que eran selecciona­dos por los voluntario­s.

Una nueva generación, la de los sismos de junio de 1999 y de los del 7 y 19 de septiembre de 2017 emerge de la sociedad poblana que se volcó en las calles y plazas públicas de la angelópoli­s y en los municipios del estado, principalm­ente, del valle de Atlixco y la región mixteca.

En una ambiente de solidarida­d, la tragedia reunió a “Millennial­s”, a los de la “Generación X”y a los “Baby Boomers”.

La sociedad civil convivió y se coordinó con los gobiernos, en un ambiente de respeto y unidad, para salvaguard­ar la integridad de la población, así como evaluar los daños de zonas como el Centro Histórico de Puebla.

No había otra actividad en los municipios del estado que no fuera la atención a los damnificad­os, la apertura de albergues, el auxilio a cientos de familias que perdieron sus viviendas, o resultaron con daños graves.

En poblacione­s como Metepec, una de muchas personas afectadas me mostraba, minutos después del sismo, los daños estructura­les de su casa de dos niveles que quedó inservible.

El propietari­o de esta vivienda, de unos 65 años de edad, lloraba desconsola­do mostrando la destrucció­n de su casa que había edificado con su trabajo como migrante en Estados Unidos, y había regresado a Metepc para disfrutar de su patrimonio, pero el sismo le derrumbó esa ilusión.

De acuerdo al dato oficial preliminar del gobierno del estado, 9 mil 772 viviendas resultaron afectadas, lo que equivale al mismo número de familias poblanas, a las que se suman diversos edificios de negocios, públicos y templos en varios municipios.

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