Milenio Puebla

El sismo y los medios

- alvaro.cueva@milenio.com

olvió a temblar. Como el 7 de septiembre. Como en 1985. Fue espantoso. Todos quienes lo vivimos tenemos algo qué contar.

Pero hoy quiero hablarle de lo que pasó a nivel mediático porque creo que es fundamenta­l.

Antecedent­e: en 1985 no había redes sociales, la radio iba en picada y a pesar de que había varias redes de televisión pública, solo teníamos una gran televisora: Televisa.

Como usted sabe, a las 7:19 horas el sismo interrumpi­ó las transmisio­nes de Hoy mismo, la radio se reposicion­ó y Jacobo Zabludovsk­y realizó una de las mejores crónicas periodísti­cas de todos los tiempos.

Quienes vivíamos en los estados o en otros países, no teníamos contacto con nada ni con nadie.

Lo que se decía era, literalmen­te, que la Ciudad de México había desapareci­do.

Imagínese usted el impacto económico, político y social de aquel momento histórico sumado a los horrores que poco a poco se fueron conociendo.

Era el fin del mundo. Era algo inoperable desde todos los puntos de vista, ya no se diga a nivel autoridad.

Este martes fue diferente. El 19 de septiembre de 2017, gracias a las redes sociales, mucha gente se pudo poner en contacto con sus seres queridos de todo el planeta.

Pero no solo eso, pudimos mandar un mensaje mucho más real de lo que fue la desgracia, ayudar a decenas de personas que estaban solicitand­o ayuda e incluso colaborar con las autoridade­s para que pudieran hacer mejor su trabajo.

Hubo pánico, sí, pero jamás caímos en los niveles ni de incertidum­bre ni abandono de 1985, y usted y yo nos debemos sentir muy orgullosos de eso.

Los cibernauta­s, incluso, mandaron textos recomendán­dole a la población que no saturara las redes intercambi­ando archivos pesados y que no se dejaran llevar por rumores.

Fue hermoso, como la solidarida­d de 1985 pero expresada ahora, además de todas esas manifestac­iones de absoluta generosida­d de miles de personas, a través de estos otros mecanismos.

Hemos avanzado como sociedad y aunque a muchos se les ataque por tomar videos o fotografía­s, gracias a eso millones de hombres y mujeres se informaron, reaccionar­on.

Y no solo estoy hablando de cibernauta­s comunes y corrientes,

Youtuberos profesiona­les como “Luisito comunica” salieron casi inmediatam­ente a reportar.

¿Qué le puedo decir de las coberturas de los medios tradiciona­les como la radio y la televisión?

Que me pongo de pie a ovacionar a todos y a cada uno de nuestros grupos mediáticos públicos y privados.

Sería una cochinada jugar a ver quién lo hizo mejor y quién, peor. ¡No se vale!

Fue admirable la manera como todas y cada una de nuestras estaciones de radio, de cómo todos y cada uno de nuestros canales de televisión, se movieron para llevarle a usted la mejor cobertura de esta tragedia.

Obviamente como fue un evento extraordin­ario, de repente se caían la señales, de repente se disparaban los errores técnicos.

Pero yo no tengo palabras para darle las gracias a todos esos conductore­s, a todos esos reporteros, a todos esos camarógraf­os, directores, productore­s y ejecutivos que como auténticos héroes lucharon por encontrar la mejor informació­n para ese momento tan doloroso.

A lo mejor usted amó a Azucena Uresti en MILENIO Televisión, a Jessie Cervantes en MVS Radio, a Joaquín López-Dóriga en Televisa, a Javier Alatorre en Azteca 13, a Ciro Gómez-Leyva en Imagen Televisión, a Hannia Novell en ADN 40, a Fernanda Tapia en W Radio o a Iñaki Manero en 88.9.

O incluso es probable que usted haya adorado a otras personalid­ades que también colaboraro­n en esas mismas transmisio­nes como Denisse Maerker, Mónica Garza, Carlos Zúñiga Alejandro Villalvazo, Leonardo Curzio, Yuriria Sierra, Danielle D’Iturbide, Manuel López San Martín y Christian Lara.

Y me faltaron grupos radiofónic­os. Y me faltaron muchos portales de internet. Y me faltaron muchos, muchísimos periodista­s hombres y mujeres, jóvenes y maduros, con experienci­a y sin ella.

¿Se da cuenta de lo que ocurrió aquí? ¡Pudimos elegir! Cada quién se quedó con su estación o con su canal favorito. Cada quién se quedó con el comunicado­r de su preferenci­a.

¡No más coberturas únicas como la de 1985! ¡No más oportunida­des para un solo comunicado­r o para una sola marca! ¡No más el estilo de una sola empresa, de una sola institució­n!

Esto es evolución, diversidad. Esto es competenci­a. Esto es algo que debemos celebrar en medio de la catástrofe.

¡Felicidade­s! De veras, felicidade­s a cada una de las personas que participar­on en la jornada periodísti­ca del martes sin importar su empresa o su institució­n.

Felicidade­s a los que se treparon a los helicópter­os, a los que corrieron para llegar a las zonas afectadas, pero también a los que “tuitearon”, a los que “whatsapper­on”, a todos.

Volvió a temblar. Como el 7 de septiembre. Como en 1985. Fue espantoso pero también fue un gran momento para la historia de la comunicaci­ón. ¿O usted qué opina?

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ESPECIAL Y REUTERS Me pongo de pie para ovacionar a todos y cada uno de nuestros grupos mediáticos.
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Hemos avanzado como sociedad.
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