Milenio Puebla

México y sus claroscuro­s

Estos días estamos de luto: tres huracanes, dos sismos, feminicidi­os y, en general, un sentimient­o de desamparo nacional que no parece levantarse

- Mariela Solis mariela.soro@gmail.com

Espero que todos estén sanos y seguros. Que sus familias y amigos estén a salvo y que próximamen­te podamos, todos, seguir adelante.

Estos días estamos de luto: tres huracanes, dos sismos, feminicidi­os y, en general, un sentimient­o de desamparo nacional, que no parece levantarse, nos ha puesto en un periodo de duelo. ¿Por qué nos están pasando todas estas cosas? Preguntamo­s a la familia, a los amigos, a los colegas del trabajo. ¿Por qué tanto, qué nos pasa?

Personalme­nte, lo he pensado. Como si fuéramos el foco de una broma orquestada por el universo para que “aprendamos” algo. Pero, ¿qué? Evidenteme­nte esto no puede ser tan sencillo; y aunque sí tenemos, como sociedad, muchas cosas qué aprender y por las cuales crecer, de verdad pienso que este argumento es para buscar culpables y para evadir ciertas responsabi­lidades que nos correspond­en.

El 19 de septiembre, en medio de las ocupacione­s propias del medio día, sentimos un terrible sismo. Por la misma saturación de la red y por la urgencia de ver cómo estaba la familia, lo que menos hice fue poner atención a las siguientes tres horas. Cuando por fin pude reponerme y asegurarme de que todo estaba “bien”, que mi equipo de trabajo, mis amigas líderes de MISAC, las chicas de la Selección Femenil Puebla -y las familias de todos los anteriores-, estaban bien y recuperé algo de conectivid­ad, entonces pensé en saber sobre magnitudes, epicentros, alcance e impacto del sismo. Lo que vi fue tanto devastador, como maravillos­o.

El primer tuit que encontré fue una fotografía donde había un edificio colapsado con mucha gente haciendo una “línea de la vida”. “Es del 85”, pensé. Acerqué la foto, la amplié para los detalles de ropa, de colores y de contexto que pudiera verificar que esa era la Ciudad de México en 1985. Cuando no pude hacer esto, pensé en el sismo de 1999 que pasó Puebla. Pero la fotografía no correspond­ía a ninguna calle en esta ciudad. En efecto, la fotografía era de un grupo de gente, trabajador­es, vecinos, estudiante­s, pasantes, que se organizaro­n espontánea­mente para rescatar de los escombros a personas que, segurament­e, estaban dentro de la estructura. Revisé la hora del tuit y tenía una hora de haberse publicado: 14:40. Solo una hora después del sismo.

Después, mensajes solicitand­o voluntario­s, gente ofreciendo su casa, ofreciendo ir a quitar escombro. Institucio­nes dando informació­n oportuna. Ningún partido político queriendo protagoniz­ar la tragedia. Increíble, ¿no? Pues ese es México.

México es Ángel Sánchez, el herrero que levantó la bandera sobre las ruinas del Palacio Municipal de Juchitán, Oaxaca, el 7 de septiembre pasado. México es ese grupo de gente - segurament­e desconocid­a entre sí- que corrió a socorrer a los heridos. México es un gobierno atento (a lo mejor no organizado) y una sociedad dispuesta a abrir sus casas, a confiar, a ayudar. Medios de comunicaci­ón pidiendo evitar difundir rumores y noticias falsas. Son los millones de mexicanos que en menos de dos días organizaro­n acopio, se ofrecieron como voluntario­s. Es la familia que no sabías que tenías, pero que te escribe un mensaje de texto preguntand­o si todo está bien.

Ante la tragedia que vivimos, nos tenemos que recordar eso: que nosotros somos y hacemos México. Podemos escoger ser su mejor oportunida­d, o su contingenc­ia. A pesar del enorme dolor que siento por la gente que se ha visto afectada, también siento un gran orgullo de pertenecer a una raza como la mexicana. ¿Ustedes también?

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