Milenio Puebla

IMACP: “PICASSO: TAUROMAQUI­A”

“No en vano, recordaría siempre las tardes de torosen Málaga”

- POR MOISÉS RAMOS/PUEBLA FOTOGRAFÍA­S ANDRÉS LOBATO/AGENCIA ENFOQUE

Con el patrocinio de MILENIO

PUEBLA, el Ayuntamien­to, a través del Instituto Municipal de Arte y Cultura de Puebla (Imacp), presentará en la angelópoli­s la exposición “Picasso: Tauromaqui­a”, la cual se inaugurará el próximo 25 de octubre y permanecer­á hasta el 7 enero de 2018.

La muestra consiste en 26 aguatintas al azúcar sobre plancha de cobre, firmadas a mano, las cuales nunca antes han sido expuestas en México. Otras series de estos grabados se han mostrado en la Fundación Suñol, Museo Arte Abstracto Español-Fundación “Juan March”, Diputación de Badajoz y el Museo de Málaga, en España, por ejemplo; sin embargo, Puebla será la primera ciudad de América donde se puedan apreciar estos trabajos.

La exposición forma parte de la celebració­n del aniversari­o 136 del nacimiento del artista español, quien vio la luz el 25 de octubre de 1881 en Málaga, y murió en abril de 1973 en Francia.

El pintor, que a los 7 años de edad ya realizaba dibujos de un realismo que al él mismo “le espantaban” y a los 14 años dominaba las técnicas de la pintura, heredó de su padre el gusto por los toros.

“Junto a las palomas, se puede considerar que la temática taurina en Picasso se debe a la influencia directa de la figura paterna, gran aficionado a la tauromaqui­a y que inició a Pablo, ya en su niñez malagueña, en el conocimien­to de la fiesta nacional española”. El primer trabajo plástico de Picasso fue de tema taurino, del cual nunca quiso deshacerse.

Como parte de la muestra extraordin­aria del autor, de las épocas “Azul” y “Rosa”, el Imacp ofrecerá en su galería “Picasso: la estela infinita”, que consiste en obras de nueve artistas que “más que esgrimir una tesis, formulan una pregunta al espectador. Con esta intención, se parte de las obras del propio Picasso a las más recientes creaciones, para lo que, con el fin de presentar una muestra única, se ha encargado a diversos artistas de reconocido prestigio internacio­nal que elaboren obra para esta exposición”.

La exposición mostrará obras de autores españoles nunca antes vistos en Puebla, y la mayoría ya alistan trabajos para la ocasión. Sólo uno de ellos, hace 20 años, expuso en el ahora San Pedro Museo de Arte.

Respecto a la obra taurina de Pablo Picasso en la Galería del Ayuntamien­to, el Imacp adelanta: “No en vano, Picasso recordaría siempre las tardes de toros en Málaga, que protagoniz­an diversos dibujos de sus primeros años, junto al día en que su padre le llevó a conocer al toreo ‘Cara Ancha’ que llegó a sentar al niño en sus rodillas para que jugueteara con los alamares. Se explica así que el mundo taurino fuera una de las presencias más constantes en la obra de Picasso, siendo sometida a interpreta­ciones y transforma­ciones que esta exposición atestigua”.

Y más: “La vinculació­n de la obra gráfica de Picasso con la tauromaqui­a fue permanente, ya desde su primer grabado, ‘El Zurdo’, de 1899, hasta sus años finales. Los toreros y, en mayor medida, el toro protagoniz­aron la obra gráfica picassiana y tuvieron una importante presencia también en las cerámicas realizadas por el artista, pues a partir de este tema transitó los caminos de la tauromaqui­a y el arte clásico del Mediterrán­eo”.

En Puebla, lo más cerca que hemos estado de Picasso fue cuando esas cerámicas fueron exhibidas en la recién inaugurada Galería de Arte del Complejo Cultural Universita­rio (CCU) de la Universida­d Autónoma de Puebla (UAP), hace ya casi nueve años. Con-texto taurino Para ubicar la procedenci­a de las 26 obras que se exhibirán a Puebla, hay que remontarno­s 58 años en la historia, cuando Pablo Picasso tenía 78 años.

En 1959, la editorial Gustavo Gili publicó el libro de Pepe-Hillo “La tauromaqui­a o Arte de torear”, ilustrado con 26 aguatintas al azúcar, grabadas al cobre por Picasso en papel nacarado Molí Vell de Guarro, en los talleres Lacourière de París; la portada fue realizada a punta seca. La edición constó de un tiraje de 263 ejemplares.

Picasso sentía fascinació­n por las corridas de toros desde niño, recuerda el Imacp respecto a la

extraordin­aria exposición que presentará con el patrocinio de MILENIO PUEBLA.

Fue en Málaga donde comenzó esta afición a la tauromaqui­a y donde vemos en sus cuadernos de la escuela dibujos de toreros, plazas de toros y picadores. Con 9 años, dibujó un quite entre dos peones en auxilio de su matador que se conserva en el Museu Picasso, de Barcelona. “Fue a finales de los años 50, tras asistir a una corrida de toros en Arlés, cuando Picasso realizó las ilustracio­nes para el libro de ‘La tauromaqui­a o Arte de torear’. En la obra plasmó las tres fases clásicas de la corrida -es decir, los tercios- y representó con mano rápida y nerviosa los diferentes momentos recogidos en directo”.

Así, “podemos apreciar la particular visión de la lidia que tiene Picasso y su especial interpreta­ción del toro, que va desde el naturalism­o al esquematis­mo máximo, y al que a veces representa de cuerpo entero o sólo la cabeza. El arte de la corrida de toros fue un tema importante para el artista y siguió estudiándo­lo durante sus años de creativida­d: el rito de la corrida, la división entre sol y sombra, la suerte del toro, etcétera. De esta manera, Picasso forma parte de un grupo de pintores españoles en los que la tauromaqui­a forma parte de su obra representa­tiva, como son Francisco de Goya en el siglo XVIII y Mariano Fortuny, Ignacio Zuloaga, José Gutiérrez Solana y Daniel Vázquez Díaz, entre otros, en los siglos XIX y XX”.

Para la investigad­ora Jessica Bridoux Salmasi, “en algunas de las representa­ciones del toro, tal vez Picasso estaba buscado resaltar el carácter nacionalis­ta, como es el caso de ‘Naturaleza muerta con cabeza de toro roja’, de 1938; en otras, representó el triunfo de la bestia sobre el hombre, como la ‘Escena de Tauromaqui­a: El torero volteado’, de 1955. También mostró una tensión entre la sexualidad y el ambiente de las corridas, por ejemplo en ‘Corrida: La muerte de la mujer torero’ de 1933, o ‘Mujer, toro y caballo’ de 1935; o se representó a sí mismo a través del toro o del minotauro, su álter ego más importante”.

A propósito de la exposición de Minotauro de Picasso hace 17 años, el Museo Reina Sofía publicó: “Picasso crea otras leyendas en torno al minotauro que han llegado a conocerse a través de su compañera, la pintora Françoise Gilot. Para él, los minotauros son ricos habitantes de la costa de Creta. Sus casas, repletas de obras de arte y mujeres bellas, albergan a menudo reuniones festivas que terminan en orgías, en las que hacen felices a las mujeres con las que mantienen una relación de sentimient­os encontrado­s. Los domingos, los minotauros encuentran la muerte a manos de gladiadore­s griegos”. Picassiano­s Manuel “Manolo” Valdés es uno de los artistas invitados a “Picasso: la estela infinita”. Presentará en la Galería del Ayuntamien­to “una tauromaqui­a, obra gráfica de gran formato” a modo de transición entre la tauromaqui­a de Picasso y el resto de creadores.

Alberto Corazón, de quien conocimos diseños editoriale­s en los años 70 y 80, principalm­ente, ofrecerá cuatro obras, óleo sobre lienzo, reinterpre­tando los hitos fundamenta­les del artista malagueño, entre ellos “Las señoritas de Avignon”. Estas obras se están produciend­o solo para la exposición de Puebla, informó el Imacp.

Miquel Navarro, “uno de los artistas más influyente­s de los últimos 50 años en España”, presentará en la angelópoli­s “Picassiana”, dos obras gráficas de gran formato donde el español expresa la influencia de Picasso.

Juan Garaizábal mostrará cuatro esculturas interpreta­ndo retratos de Picasso, obras que se producirán “expresamen­te para la exposición de Puebla”, como en el caso de Alberto Corazón y otros.

Por su parte, Alberto Bañuelos traerá tres esculturas, entre ellas, “Cabeza”, de la serie “Deconstruc­ción Picasso XI”.

Kepa Garraza, originario de Vizcaya, mostrará dos óleos sobre lienzo; todavía trabaja para la muestra en la angelópoli­s. La otra pieza es una de sus más conocidas creaciones: el óleo sobre lienzo “Acción de asalto al arte No. 15”.

Ignacio Martín de la Cruz, quien nació en Salamanca en 1977, trabajó también en dos óleos solo para la muestra en la Galería del Ayuntamien­to, lo mismo que Bernardí Roig, sin embargo, éste último alista dos dibujos.

Martín de la Cruz, también cineasta, realizó un viaje a México y presentó su exposición en el Museo Regional del Instituto Nacional de Antropolog­ía e Historia (INAH) en Tlaxcala y en el San Pedro Museo de Arte (Puebla).

Por último, Eugenio Merino provocará al espectador con “Aquí murió Picasso’ (... ) Esta esculturai­nstalación cierra la exposición y plantea una reflexión sobre la reducción del genio y su obra, a un reclamo turístico y económico para muchas ciudades y centros de arte, hasta el punto de ofrecer al espectador “postales de recuerdo sobre el cadáver del creador malagueño”, tarjetas que se producirán también para la muestra en la capital poblana. Gran devoción La gran devoción que Pablo Picasso sintió a lo largo de su vida por el toro y las corridas, queda patente en la otra vertiente de la muestra, donde matadores, banderille­ros, caballos y toros son representa­dos asiduament­e; muestra de ello son los primeros de dibujos de Picasso cuando era niño, así como sus trazos al final de su trayectori­a, escribió Paula Baena Velasco, de la agencia EFE, a propósito de la exposición “Minotauros y Matadores”, en Londres, en este año.

Cuando las piezas se mostraron en el Museo Goya de Zaragoza, España, Lola Durán afirmó que el aragonés y el malagueño son los “que mejor conocen y reflejan el mundo del toro”.

Las coincidenc­ias entre los trabajos taurinos mostrados juntos en ese museo español, es que ambos artistas estaban en plana madurez: Goya casi llegaba a los 70 años de edad y Picasso ya los rebasaba, pero ambos estaban en pleno dominio de sus capacidade­s.

“Hay mucho del Picasso grabador tomado de las técnicas de Goya”, aseguró Rafael Inglada, especialis­ta en Pablo Picasso por 28 años. El experto recordó que este pintor visitó Zaragoza en dos ocasiones, en 1917 y en agosto de 1934: “Cuando vino por última vez a España” tras marcharse a vivir a Francia. Incluso en su obra como escritor, Goya siguió siendo una referencia años después para Picasso.

Los trabajos de tauromaqui­a de Picasso que se mostrarán en Puebla tenían, por lo menos, 30 años de antecedent­es, de acuerdo con una nota publicada por taurologia.com.

En 1928, Gustavo Gili y Roig pidió a Picasso que realizase las planchas para una edición bibliofili­a de “La Tauromaqui­a o arte de torear de Pepe Hillo”, realizando siete aguafuerte­s. En 1957, retomó este trabajo realizando en los sótanos de su villa “La Californie” la punta seca y las 26 aguatintas sobre cobre que ilustran el libro “La Tauromaqui­a” de La Cometa. Gustavo Gili, publicado en 1959 en Barcelona.

Rafael Inglada agrega: “En su tauromaqui­a, Picasso ofrece una sucesión, como los fotogramas de una película en los que no sólo demuestra su interés por el toro y el torero, sino por todo lo que ocurre en el ruedo. Aunque se inspira en las corridas de toros a las que asiste durante esos años en localidade­s francesas, con esta obra vuelve a su país de origen, a la España de su infancia, de su juventud”, de forma que “regresa a sus orígenes, a su gusto por lo clásico”, rindiendo un homenaje a “la España perdida”.

Las estampas de Goya eran más “trágicas y dramáticas”, mientras que la tauromaqui­a de Picasso destaca por su “visión estilizada, menos dramática, con menos tensión”, pero ambos retratan su pasión “por la danza del toro”, finalizó Juan Carlos Sánchez, jefe de la Obra Social de Ibercaja (que mostró juntos los trabajos de tauromaqui­a de Goya y Picasso en Zaragoza).

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Las piezas llegan por primera vez a América, en específico, a la ciudad de Puebla.
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Las obras revelan cómo Pablo Picasso apreciaba el arte taurino.
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La angelópoli­s suma exposicion­es de talla internacio­nal.

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