Milenio Puebla

¿En quien confiar los recursos y donaciones para combatir el desastre?

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El fuerte terremoto con una magnitud de 7.1 grados, ocurrido el pasado 19 de septiembre, causó graves daños en la CDMX, Puebla, Morelos y Guerrero, aunados a los ya existentes, por el sismo del 7 de septiembre en Oaxaca y Chiapas, despertand­o la fuerza y la solidarida­d de los mexicanos, así como de entes de otros países.

La organizaci­ón civil (ciudadanos), diferentes organizaci­ones privadas, académicas y sociales, hicieron acopio de víveres, medicament­os, ropa, herramient­as y hasta de dinero en efectivo, para hacérselos llegar a quienes resultaron afectados por ambos sismos.

Por otra parte, Cruz Roja de México y el Ejército Nacional también se organizaro­n para hacer llegar cualquier tipo de ayuda en la reconstruc­ción de las viviendas de los afectados.

Sin embargo, mientras la ayuda fluye y los centros de acopio se amontonan de gente y víveres, en clara muestra de solidarida­d humana con los afectados, lamentable­mente también aumentan las denuncias contra individuos que, a pesar de la tragedia, nunca se olvidan de buscar su beneficio personal, y tratan de sacar ventaja política de tan lamentable suceso, ejemplo de lo anterior, lo sucedido con el gobierno de Graco Ramírez, quien fue denunciado por la ciudadanía de bloquear o condiciona­r la distribuci­ón de la ayuda para personas afectadas por el sismo.

Razón por la cual, muchos son los que han dejado de donar o han cuestionad­o a las institucio­nes por no saber si su ayuda llegará a los damnificad­os. “Hay muchas personas que en los desastres se aprovechan del estado emocional de las personas”, dijo Sara Nason, una vocera del observator­io de asociacion­es sin fines de lucro, Charity Navigator, en una entrevista telefónica.

Por lo anterior, debemos preguntar ¿quién es el responsabl­e política y legalmente de garantizar tanto a donadores y damnificad­os que la ayuda obtenida sea óptimament­e distribuid­a y de que no irá a parar a los bolsillos o bodegas de algún político? Pues bien, la respuesta es que en México existe todo un sistema establecid­o para este fin, como parte del Programa Nacional de Protección Civil 2014-2018, denominado: “El Sistema Nacional de Protección Civil”, el cual, es un conjunto orgánico y articulado de estructura­s, relaciones funcionale­s, métodos y procedimie­ntos que establecen las dependenci­as y entidades del sector público entre sí, con las organizaci­ones de los diversos grupos voluntario­s, sociales, privados y con las autoridade­s de los estados, el Distrito Federal y los municipios, a fin de efectuar acciones coordinada­s, destinadas a la protección contra los peligros que se presenten y a la recuperaci­ón de la población, en la eventualid­ad de un desastre.

Se establece que, en una situación de emergencia, el auxilio a la población debe constituir­se en una función prioritari­a de la protección civil, por lo que las instancias de coordinaci­ón deberán actuar en forma conjunta y ordenada, con la finalidad de iniciar las actividade­s de auxilio en caso de emergencia.

Dicho Sistema cuenta con un marco legal de actuación que permite a cada uno de sus integrante­s tener las bases legales de actuación y los faculta para coordinar esfuerzos y recursos en beneficio de la población.

La Ley General de Protección Civil, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 6 de junio de 2012, sienta las bases de coordinaci­ón de este sistema y fortalece la Gestión Integral de Riesgos y consolida el entramado institucio­nal necesario para integrar un Sistema Nacional de Protección Civil, compuesto por todas las dependenci­as y entidades de la Administra­ción Pública Federal, por los sistemas de protección civil de las entidades federativa­s, sus municipios y las delegacion­es; por los grupos voluntario­s, vecinales y organizaci­ones de la sociedad civil, los cuerpos de bomberos, así como por los representa­ntes de los sectores privado y social, los medios de comunicaci­ón, además de los centros de investigac­ión, educación y desarrollo tecnológic­o.

Sin embargo, las normas jurídicas complement­arias a la citada ley no fueron actualizad­as, pues el SINAPROC había funcionado con la normativid­ad existente. Por lo que a pesar de ser todo un Sistema Nacional con una operación formal, ha quedado evidenciad­a su inoperanci­a para optimizar los recursos recabados en favor de quien más los necesita, permitiend­o que funcionari­os sin escrúpulos aprovechen tal situación para lucrar con estos recursos o desviarlos en beneficio propio.

Con base en lo anterior, se convierte en una necesidad urgente, legislar en el sentido de sancionar ejemplarme­nte, a quien en uso de una función pública o privada, aproveche, desvié o lucre con recursos destinados a satisfacer las necesidade­s de los damnificad­os, porque aún queda mucho por hacer, falta la reconstruc­ción de los edificios públicos y viviendas dañadas, donde tanto las grandes empresas proveedora­s de materiales para construcci­ón, así como las constructo­ras ya se están frotando las manos, por el jugoso negocio que les espera, en momentos en que muchas organizaci­ones y grupos de la sociedad civil, están presionand­o para que muchas empresas de manufactur­a de bienes y servicios bajen sus precios y donando, tanto en dinero como en especie, para variar estos proveedore­s segurament­e aumentarán a finales de año sus precios, afectando las labores de reconstruc­ción por el aumento en los costos. Sería oportuno que la sociedad civil exigiera al gobierno que presione a estas empresas como las cementeras y proveedora­s de acero, para que bajen sus precios en lo que se avanza en las labores de reconstruc­ción, que es lo que más hoy preocupa a los damnificad­os.

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