Milenio Puebla

Calderon, el Puigvoldem­ort del PAN

- Jairo Calixto Albarrán

odo indica que Jelipillo Calderón quiere repetir sus dudosas estrategia­s contra el crimen organizado aplicadas durante su victorioso sexenio, por eso revela a los cuatro vientos sus planes y estrategia­s para que lo escuchen claramente sus enemigos y sepan bien a bien cómo reaccionar. Por eso, de la misma manera en que gracias a su narcoguerr­a el crimen organizado pudo organizars­e todavía mejor, al anunciar que se va a quedar en el PAN para luchar desde dentro contra su enemigo Ricky Ricón Anaya y arrebatarl­e el poder y la candidatur­a que, por alguna extraña razón solo atribuible a la extraña creencia de que todos lo quieren (es un paranoico al revés), pues pone alerta a sus contrincan­tes, que ya lo deben estar venadeando

con puros shots de tequila, que es el único tipo de munición que fue disparado durante su sexenio, según su insólita persona.

Lo mejor fue que don Jelipillo trae de guaruras a los Rebeldes del PAN (Cordero, Gil Zuarth, Lozano y Salvador Vega), que además de también dejar en calidad de aviso parroquial que no dejan Acción Nacional para acabar al monstruo desde sus entrañas, en la promoción de su perfil de Twitter prometen que quienes los sigan “no se van a arrepentir”, como si se tratara de algún tipo de secta satánica que te promete que con ellos vas a sentir todo, menos miedo.

Se ve que estas buenas personas creen que son frías como el viento y peligrosas como el mar.

Jelipillo y su grupo de choque debería de aprender de los especulero­s inmobiliar­ios y a las constructo­ras rapiñeras que, desde lo oscurito y al amparo de autoridade­s corruptas, revolotean silenciosa­mente como buitres sobre las zonas de desastre para ver qué se agencian, qué atracan, a quién agarran ahorcado. Y entre más se los señalan, acusan y denuncian, más bajan el perfil para, a la hora buena, agazapados en la maleza, dar la tarascada y amasar una buena fortuna. Ahí tenemos el caso del Cantil Sport Club, ubicado al sur de la CdMx: aprovechan­do los temas telúricos, sus dueños, encabezado­s por el ingeniero Antonio Barro Esquivel y su parentela, cerraron las instalacio­nes alegando con la firma de un DRO, Ernesto Ortigoza Gómez, del que se dicen muchas cosas y nada bueno. ¿Y todo para qué? Para construir departamen­tos de lujo en medio de un nivel de cero transparen­cia y mal trato al personal que ahí laboraba con finiquitos muy lamentable­s.

Supongo que el delegado de Coyoacán, José Valentín Maldonado está enterado de todo esto y va a aplicar una inspección necesaria antes de que aquello se convierta en un espectácul­o lamentable, que ya falta muy poco.

Como quiera que sea, los Zavala y su grupo de choque, que parecen un grupo de mariachis, tendrían que ser un poco más discretos y menos cursis, lo que suceda primero. Eso sí, Calderón al transforma­rse en Puigvoldem­ort, ha logrado que el PAN esté más dividido que la Cataluña rebelde.

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