Milenio Puebla

A tiros: el protocolo de El Bronco

- CARLOS PUIG Twitter: @puigcarlos

Eso de gobernar es jodido.

Hacer campaña, prometer cosas, cotorrear con “la raza” — como dice

El Bronco—, eso está a todo dar. Gobernar, pues no tanto. Menos en temas escabrosos, temas que no dan votos, donde no hay gente bonita a la cual abrazar. Ejemplo: los penales.

¿Para qué dedicar tiempo, esfuerzo, recursos a las cárceles? Esas personas no votan. No son populares entre la población. En el ambiente de violencia y populismo penal en que vivimos desde hace una década, puede hasta resultar productivo para lo de las encuestas eso de maltratar internos.

En 2016, la Comisión Nacional de Derechos Humanos, que hace una evaluación de las cárceles del país, analizó las tres prisiones estatales en Nuevo León: Apodaca, Cadereyta y Topo Chico. Las tres reprobaron. Los semáforos en rojo. Sobrepobla­ción, hacinamien­to, autogobier­no… Y también detectó que no había avances desde 2015.

Y en octubre del año pasado, el Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura emitió una recomendac­ión dirigida al gobernador de Nuevo Léon, ElBronco, en donde le pedía atender el asunto. Y pues nada. Será por eso, como la misma CNDH señaló ayer, que los motines y la muerte en las prisiones de Nuevo León se siguen acumulando. Ya había sucedido en Apodaca y Topo Chico, donde en el primero perdieron la vida 43 internos y 73 resultaron lesionados, y en el segundo, en dos incidentes en un lapso de cuatro meses, se registraro­n 52 internos fallecidos y 55 lesionados. Ahora, 17 fallecidos en Cadereyta.

Ayer, el señor Aldo Fasci dijo cómo será la receta, o lo que él llamó protocolo cuando venga el siguiente estallido, porque evitar eso, pues no: diálogo, negociació­n, fuerza no letal, fuerza letal. Así será de aquí “endelante”, dijo Fasci en la conferenci­a de prensa.

Pues sí. Es más sencillo arreglar las cosas a tiros que tener cárceles decentes, invertir recursos, reclutar y capacitar a custodios diferentes, ofrecer una estancia digna, como dice la ley, impedir la corrupción al interior, en fin, gobernar, ejecutar política pública.

Les digo, lo de gobernar es jodido, complicado.

Es más sencillo andar de campaña, riendo, acumulando dicharacho­s, recolectan­do firmas en una app, repartiend­o tarjetitas de internet. Los otros, pues a tiros. Ese es el protocolo.

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