Perro que ladra…
Amenos que tenga dos hocicos — que se sepa, aún no hay registro de caso así— un perro que ladra no puede morder: una acción simplemente impide la otra. Este refrán procedente del reino animal, igual a aquel otro del reino de la repostería que dice que nadie puede tener su pastel y comérselo a la vez, viene a cuento ante lo complejo que está siendo para el país lidiar con “el hombre naranja”. Con frecuencia, el ocupante de la Casa Blanca parece tener figurativamente inclusive más de dos hocicos a la vez, pero esa es ya una condición innata de su persona y por ende de su gobierno. Y es también la excepción a la regla que quisiéramos aplicara en esta ocasión de manera literal.
La administración Trump “habla fuerte”, aunque diga poco y haga evidente que ignora mucho, cada vez que puede. Lo mismo abusa del grito de las mayúsculas que del adjetivo que ofende y desprecia a terceros. Ya sea en cuestiones de política exterior ( salvo todo lo que tenga que ver con Rusia) o fiscal, en temas ambientales o del sector salud o de política comercial, su actitud es la de un bully cuando no la de un individuo o un cuerpo de gobierno entero con trastorno bipolar. Lo más reciente, claro, son las amenazas de salir del TLC y dejar “que el peor tratado de la historia” se extinga. Van tres grandes explicaciones de por qué el narcisista en extremo señala lo anterior.
La primera es que el acuerdo no lo negoció él. El tamaño del ego de quien tampoco fue el autor del libro El arte del acuerdo es tal que solo tiene valor aquello relacionado con su persona. La segunda razón es que el comerciante de ideas mercantilistas de hace 300 años ignora aspectos básicos de la economía en el siglo XXI. Su país tiene un déficit comercial porque gasta más de lo que produce. Curiosamente, ese déficit significa que su economía recibe recursos provenientes del resto del mundo, lo que mientras dura le traslada riqueza de otros y le beneficia. Pero esto no lo entiende quien lee las cifras de la macroeconomía con las gafas del mayor machista y misógino en nuestros tiempos.
La tercera razón para que Trump insista en su populismo mesiánico de derecha es que cree que con ello puede detener si no es que revertir los efectos del avance tecnológico. Todos los estudios sobre los factores detrás de la caída del empleo manufacturero en Estados Unidos dicen que entre 80 y 90 por ciento se debe a la automatización de procesos, no al traslado de empleos a otros países.
Para México, el eventual abandono del TLC por parte de Estados Unidos no puede ser una buena noticia. Es claro, por lo pronto, que gobierno y sector privado vienen haciendo lo necesario para que llegaran a ser lo menos malas posible. Ya habrá tiempo para pensar cómo y en dónde plantar una buena mordida de regreso.
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