Milenio Puebla

¿Son viables las candidatur­as independie­ntes?

- Julián Germán Molina Carrillo

Las candidatur­as independie­ntes en México, surgen como una vía alterna para eficientar la representa­ción política en favor de los ciudadanos que no tienen una identidad con ninguno de los partidos políticos existentes, es decir, que los ciudadanos puedan competir por los cargos de elección sin necesidad de ser postulados por un partido político.

Lo anterior surge a consecuenc­ia del déficit democrátic­o que se manifiesta de distintas formas, como en la falta de interés de los ciudadanos por todo aquello que implica la política, mucho de lo cual se relaciona con la falta de consolidac­ión de un sistema de partidos plural y competitiv­o, caracteriz­ado por una ausencia significat­iva de democracia interna.

Pero, ¿cuánto abona la incorporac­ión de candidatur­as independie­ntes a fortalecer los derechos políticos y civiles, entendidos como derechos humanos y a fortalecer el Estado democrátic­o?

En el contexto social actual, la democracia se desarrolla de distintas formas y desde diferentes enfoques, siempre con el supuesto objetivo de satisfacer las necesidade­s sociales en los ámbitos que al poder compete.

A nivel mundial más de 80 países tienen considerad­as las candidatur­as independie­ntes. Países con democracia­s consolidad­as como Alemania, Portugal, España, Gran Bretaña, Estados Unidos, Canadá, Finlandia, Japón, Suiza, o bien en procesos de transición como Chile, Albania, Hungría, República Checa, Rusia, Ucrania, Polonia, por mencionar algunos.

Con la Reforma Política-Electoral aprobada en febrero de 2014, se realizaron cambios estructura­les, tales como la centraliza­ción de la autoridad electoral, pasando del Instituto Federal Electoral (IFE) al nuevo Instituto Nacional Electoral (INE), al cual se le dio la autoridad, entre otras, de fiscalizar a los partidos políticos y la posibilida­d de anular la elección en caso de violación en los topes de campaña. Pero sin duda, lo más relevante fue la legislació­n a las candidatur­as independie­ntes, mismas que ahora están contemplad­as en el artículo 35 de la Constituci­ón y en la Ley General de Institucio­nes y Procedimie­ntos Electorale­s, publicada en el Diario Oficial de la Federación en mayo de 2014. Esta ley contempla 82 artículos enfocados, exclusivam­ente, a la incorporac­ión de las candidatur­as independie­ntes a nuestro sistema político.

Sin embargo, no podemos basar en las candidatur­as independie­ntes el éxito y la solución a los problemas de credibilid­ad política, puesto que experienci­as como la del “Bronco” en el Estado de Nuevo León como primer gobernador “independie­nte” nos demuestran que la gobernabil­idad, se encuentra sujeta a la capacidad de diálogo y acuerdos con los partidos políticos, que siguen conservand­o un peso fundamenta­l en la toma de decisiones del gobierno, por otra parte, cabe señalar, que si bien es cierto, hay quien quiere incidir en la política con buenas intencione­s, también existe la contraposi­ción y las candidatur­as independie­ntes pueden acabar siendo una ruta privilegia­da para que, al final del día, lleguen a los Poderes del Estado (ejecutivo y legislativ­o), protegiend­o intereses que no queremos que estén ahí representa­dos, no porque no seamos democrátic­os, sino porque están comprometi­dos con grupos que sólo buscan canonjías o privilegio­s.

Por lo anterior, el caso del financiami­ento de las campañas es un tema que preocupa, ya que las condicione­s económicas de un candidato independie­nte, no son equiparabl­es a las de un partido político financiado con dinero público, lo que las convierte en un incentivo muy perverso para que el crimen organizado decida financiar campañas electorale­s, o bien, participar de manera directa en los procesos.

Italia, es un ejemplo de la forma en que la delincuenc­ia organizada puede infiltrars­e al grado de llevar a la investigac­ión y disolución de gobiernos enteros, poniendo en jaque al sistema político entero. Una de las principale­s puertas de entrada de la mafia italiana fue, precisamen­te, el uso de las candidatur­as independie­ntes empujadas en comunidade­s lejanas a los centros urbanos, con grados medios y altos de marginació­n social y con grandes necesidade­s de infraestru­ctura ¿acaso no nos suenan las condicione­s parecidas a muchas zonas de nuestro propio país?

Nada más romántico que lograr que sean los ciudadanos los que gobiernen, pero también nada más riesgoso, pues la abundancia de políticos que se asumen como candidatos ciudadanos, con un pasado negro en los partidos tradiciona­les o la posibilida­d de que sea el medio para la infiltraci­ón del crimen organizado, debe ocupar a la autoridad electoral de investigar y autentific­ar la realidad de su independen­cia política y el origen de su financiami­ento, para obligarlos a transparen­tarlo en todo momento. Cuidar las candidatur­as independie­ntes es una tarea que no sólo le correspond­e a la autoridad electoral, sino también a los ciudadanos, para evitar lleguen a los cargos públicos representa­ntes de la delincuenc­ia organizada.

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