MÚSICA PLANETARIA
La chelista y cantante Maya Belsitzman y el baterista Matan Ephrat habían tocado muchos años en diversos grupos en Israel hasta que, hace siete años, su agente les ofreció realizar un concierto con un pianista. Dos años después decidieron hacer un dueto con chelo, voz y batería. El formato, dice Maya, es muy desafiante, pues les permite encontrar un repertorio que se acomode a sus posibilidades.
Dado que además son pareja, el dúo les permite tocar y viajar juntos por todas partes. “Nos gusta esta forma de trabajar con pocos elementos y encontramos que cada vez descubrimos nuevas cosas —indica la cantante y chelista—. Al no contar con un piano es más desafiante sostener la música, pues aunque el pianista era nuestro amigo, queríamos desarrollar un proyecto juntos y nos encanta el sonido que hemos logrado”.
Invitados por Orly Beigel Productions, el dueto realizará una gira por México que incluye dos conciertos en el Festival Cervantino, el 21 de octubre en Guanajuato y el 22 de León, y uno en el Lunario del Auditorio Nacional el 30 de octubre. El dúo comenzó tocando covers de música de diversos géneros, pero ahora también componen obras propias, aunque solo la música, pues las letras son escritas por poetas con los que colaboran estrechamente.
De acuerdo con Maya, “si tocamos una canción es porque realmente nos conectamos con ella. Hacemos canciones en varias lenguas, no tienen que ser únicamente en hebreo, y también tocamos piezas instrumentales. Es un repertorio muy diverso. En nuestra presentación en México tocaremos tres piezas en español: una es la paraguaya ‘Recuerdos de Ypacaraí’, ‘Yo vengo a ofrecer mi corazón’, de Fito Páez, y una tercera que será una sorpresa”.
Formada ella en el mundo de la academia y él en el del rock, su propuesta, a la que han denominado música planetaria, engloba estos y otros géneros, al grado que un crítico ha escrito que se trata de “una experiencia mística de rock-jazz y música clásica en manos de dos fenómenos imbuidos de talento virtuoso por un lado y, por otro, una modestia admirable”.
Su música, agrega el crítico, “sucede en otro planeta, el de Maya y Matan, en el que la atmósfera te acaricia con ecos de las graves y largas notas del cello y el corazón late como batería electrónica de los años ochenta. Es un concierto minimalista, enorme y fastuoso, de lo acústico y digital, interpretado elegante y fi rmemente por dos artistas que todos deben ver por lo menos una vez en la vida”.