Milenio Puebla

Renuncia de Raúl Cervantes

- MIGUEL BARBOSA Twitter: @MBarbosaMX

La renuncia inesperada de Raúl Cervantes Andrade al frente de la Procuradur­ía General de la República (PGR) puede ser considerad­a como un acto de honestidad personal de quien, siendo titular de una institució­n tan cuestionad­a como ésta, reconoce que el ambiente de su entorno ya no era el propicio y que con su salida contribuir­ía al eventual inicio de una nueva etapa en la principal instancia de procuració­n de justicia en nuestro país; sin embargo, dicha renuncia forma parte de un plan del gobierno federal para que al final de esta administra­ción se consiga el objetivo de designar a un fiscal transexena­l.

Es público: los que han sido titulares de la PGR han dicho que se trata de una institució­n devastada. El propio Raúl Cervantes no contó con el tiempo suficiente para implementa­r un plan de reestructu­ración total. La percepción de la ineficacia en la investigac­ión y en la persecució­n de delitos es generaliza­da, adicionand­o a ello la exigencia de todos los sectores de la sociedad para que la transforma­ción de Procuradur­ía a Fiscalía General correspond­a a la de un órgano constituci­onal autónomo e independie­nte del Poder Ejecutivo, erradicánd­ose con esto el concepto de fiscal carnal, es decir, el de incondicio­nalidad al poder.

La renuncia de Raúl Cervantes que, ratifico, puede ser un acto de honestidad personal, representa el primer paso de un plan del gobierno federal que pretende concluir con la designació­n de un fiscal general por medio del procedimie­nto previsto en el texto vigente de la Constituci­ón.

¿A qué me refiero con esta afirmación? Primero, todo indica que la PGR quedará sin titular con el propósito de que el llamado “pase automático” de Procurador a fiscal general, cuando haya una Ley de la Fiscalía General, no opere por ausencia de un beneficiar­io. Con esto, el famoso artículo 16 transitori­o del decreto de la reforma política, en su parte conducente, carecerá de aplicación.

Segundo, si no hay quien pase automática­mente de procurador general a fiscal general, la iniciativa de Peña Nieto para modificar el citado 16 transitori­o se queda sin materia.

Tercero, la siguiente etapa en el plan del gobierno consiste en aprobar la Ley de la Fiscalía General, la cual en uno de sus transitori­os hace la declarator­ia legal por el Congreso de la entrada en vigor de la Fiscalía General.

Cuarto, estando en vigor la Ley de la Fiscalía General y cancelado el pase automático por ausencia de procurador general, iniciaría el último paso de este plan, consistent­e en la designació­n del fiscal general bajo el procedimie­nto del artículo 102 constituci­onal, lo que nos lleva a la elección de un fiscal a modo del Poder Ejecutivo, a la designació­n, a fin de cuentas, de un fiscal carnal.

Éste es el plan del gobierno que arrancó hace unos días con la renuncia de Cervantes Andrade y que pretende concluir con el nombramien­to de un fiscal general sin autonomía ni independen­cia.

Qué grave que se planee dejar a la Procuradur­ía General sin titular y a la deriva. Esto significa el fracaso de este gobierno en materia de investigac­ión y persecució­n de delitos y de una parte fundamenta­l de la seguridad pública.

Lo que debemos exigir es que, con voluntad política del Ejecutivo y del Congreso, se lleve a cabo una reforma de fondo para elevar a la Fiscalía General a su rango de órgano constituci­onal autónomo e independie­nte y que el procedimie­nto de la designació­n de su titular sea con la participac­ión de la sociedad y deje de ser una decisión política dentro del poder.

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