A oscilar de un lado a otro hasta 1.80 metros, por lo que al terminar los sismos sigue balanceándose como un “péndulo invertido” por varios segundos; “me siento más segura aquí que incluso en mi casa”
El edificio puede llegar CONTRA SISMOS Y EXPLOSIONES
El cuarto rascacielos más alto en Ciudad de México pertenece al gobierno mexicano: la Torre Ejecutiva Pemex, que a sus 34 años de existencia ha resistido sin daños el impacto de dos terremotos: el de magnitud 8.1 de 1985, a dos años de su inauguración, y el sismo de magnitud 7.1 del pasado 19 de septiembre.
Para soportar los sismos, el edificio puede llegar a oscilar de un lado a otro hasta 1.80 metros, por lo que al terminar los movimientos siguió balanceándose como un “péndulo invertido” por varios segundos.
“Dada la intensidad y la forma del terremoto, la gente se espantó mucho, obviamente. Sin embargo, por todos los protocolos que se hacen en Petróleos Mexicanos, reaccionó inmediatamente y tuvimos la suerte de no tener ningún problema más que el de personal muy espantado, que tuvo que ser atendido por cuestiones de histeria, principalmente.
“De ahí en fuera tuvimos un saldo blanco, los daños en la torre fueron mínimos: tres elevadores que tuvieron alguna problemática, plafones (caídos) en algunos pisos, pero en general no hubo ningún problema en la torre. Se hizo una revisión a la estructura y el comportamiento fue excelente”, señaló Hugo Luis Gatica, gerente de Obra y Mantenimiento del rascacielos, localizado en avenida Marina Nacional 329, en la colonia Verónica Anzures.
La construcción de la Torre de Pemex estuvo a cargo del arquitecto Pedro Moctezuma. A decir de los expertos, su diseño regular es una de las cualidades que le brinda mayor estabilidad en la zona sísmica donde fue asentada.
“Eso le permite, lo que nosotros denominamos, defenderse de las fuerzas horizontales de temblor de una manera más eficiente, al distribuir mejor las cargas (…) Es un edificio que por donde quiera que se le ve tiene simetrías, quizá le reste un poco de creatividad arquitectónica, pero a cambio ganamos en estabilidad y mayor capacidad de resistir”, destacó Héctor Moreno Alfaro, subgerente de Ingeniería de Pemex corporativo.
El edificio alcanza una altura de más de 211 metros, contando su característico helipuerto en forma octagonal. Consta de 54 niveles: sótano, planta baja, dos mezzanines, 42 pisos de oficina, dos pisos de cuarto de máquinas y dos cuartos de comunicaciones, mientras que el helipuerto se localiza a partir del piso 50.
Toda la estructura pesa 110 mil toneladas, que está soportada por su cimentación, la cual está conformada por 164 pilas hincadas a 32 metros de profundidad, que equivale a un edificio de 10 niveles.
“Las pilas en la parte superior tienen 1.20 centímetros de diámetro y en la punta 1.50, definiendo un . . . . . estilo de cimentación que en la época de su construcción se denominaba pilas con campana, esto permite que tengan una capacidad de carga de mil toneladas cada una. Coronando las pilas, tenemos una retícula de contratrabes aproximadamente de 8 metros de espesor, cuyo espacio entre ellas está aprovechado como un elemento de cisterna para guardar agua y encima de ella tenemos un sótano, desde el cual empiezan las columnas metálicas atornilladas”, describió el ingeniero Moreno Alfaro, quien participó en la cimentación de la torre.
En un recorrido realizado por MILENIO, explicó que del sótano se desplanta la estructura principal, sustentada en 38 columnas, edificada a base de marcos de acero. Además, para ayudar a absorber los movimientos por sismo o viento, se construyeron tres macromarcos con diagonales a 45 grados, que cierran cada 16 pisos.
Mientras que para reducir los desplazamientos horizontales, se construyeron armaduras horizontales por todo el perímetro del edificio en los niveles 21 y 37, ligándolos con diagonales en las trabes, y se aprovechó que esos pisos corresponden a cuartos de máquinas.
“Para soportar las cargas verticales, que son las provocadas por el temblor, tenemos una serie de diagonales que definen marcos a cada 16 pisos y que confieren mayor rigidez a la estructura. Adicionalmente, los pisos 21 y 37 se construyeron unos diafragmas, a manera de tener unos elementos rígidos que permiten que se conserve la forma de la estructura del edificio”, indicó.
Por ello, a pesar de que el terremoto del 19-S ya había terminado, la torre seguía balanceándose, lo que el ingeniero describió como un movimiento “armónico, muy suave. Más o menos como si fuera un péndulo invertido. El sismo se registró primero como un movimiento más o menos caótico, llegó un momento en que ya no hay fuerza exterior del sismo y quedó vibrando el edificio en forma libre, hasta que finalmente se detuvo”.
La torre está habitada por 3 mil 800 empleados de la paraestatal, pero ese día también habían cerca de 3 mil visitantes. Quienes conocen el inmueble desde su construcción, sintieron miedo, pero se sabían a salvo.
“Fue como un péndulo, muy fuerte el meneo, a pesar de que ya había terminado el sismo, la torre seguía meneándose, no tan solo la torre, sino los otros edificios chocaban muy fuerte... sí se sintió muy feo, pero yo me siento muy segura aquí en la torre. Tengo 32 años en la empresa y vi cómo se elaboró. Yo sí me siento mucho más segura aquí, en la torre, que incluso en casa”, comentó María Osorio, asistente.