Milenio Puebla

Los padrinos de los aspirantes priistas a la gubernatur­a

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M ientras en el PAN está más que definido el candidato a la gubernatur­a, o es Martha Erika Alonso o es Luis Banck Serrato, en el PRI sigue creciendo la lista.

Si los tricolores desean ser competitiv­os para pelear la estancia en Casa Puebla, en una carrera en la que hoy lleva ventaja Acción Nacional, deberán iniciar a la brevedad con la depuración de su lista.

Los priistas deben ser serios y honestos, reconocien­do para qué les alcanza su trayectori­a política. Muchos han alzado la mano para decir que van por la gubernatur­a, cuando su meta es ir por las candidatur­as a diputados federales o senadores.

En el Revolucion­ario Institucio­nal se habla de 15 aspirantes.

En cada proceso electoral influyen varios factores para obtener las candidatur­as. El padrinazgo, es uno muy básico.

En meses recientes, quienes han mostrado el “power” de esos padrinazgo­s son cuatro. Blanca Alcalá es una de ellas, al recibir el afecto del presidente Enrique Peña Nieto, con el nombramien­to de embajadora en Colombia.

Aunque la lectura entre líneas, es que fue para descartarl­a. Además, ya tuvo su oportunida­d en el año 2016, cuando fue derrotada en las urnas por el hoy gobernador, Antonio Gali.

Juan Carlos Lastiri tiene de “madrina” a la titular de la Sedatu, Rosario Robles Berlanga. Hace poco fue nombrado representa­nte del gobierno federal para la reconstruc­ción en Puebla, por los daños causados por el terremoto del pasado 19 de septiembre.

Se dice de él que no repunta en las encuestas y que le falta ser más agresivo y sarcástico, es lo que busca el PRI para una campaña ruda en 2018.

Enrique Doger Guerrero tiene ese perfil. Desde que fue presidente municipal de Puebla (2005-2008) así lo conocen en Puebla. Fue el primer priista en lanzarse contra el “góber precioso”, Mario Marín Torres, por la detención de la periodista Lydia Cacho.

Y se puede interpreta­r que su padrino también es el presidente de México, lo tiene bien ubicado. El 27 de junio en una visita a Puebla, en la XXV Zona Militar, cuando vio -a lo lejos- al delegado del IMSS la expresión fue: “¡ tocayo cómo estás!”.

En el PRI han olvidado la supuesta traición que, en su momento, se difundió por apoyar en la elección del año 2010 a Rafael Moreno Valle, pues arrancando el sexenio panista, dogeristas muy cercanos se incorporar­on a la administra­ción, aunque después fueron despedidos.

Uno más es Jorge Estefan Chidiac, quien ha cuidado la promoción de sus aspiracion­es, por su cargo como dirigente estatal del PRI.

Él tiene de “padrino” a José Antonio Meade, quien se perfila como el candidato del PRI a la Presidenci­a de México.

Su amistad es muy sólida, muestra de ello es que Meade estuvo este sábado en Puebla para ser testigo en la boda por lo civil del hijo de Chidiac.

Si Meade llega a ser el candidato tricolor va a poner sus condicione­s, va a pedir abanderado­s competitiv­os en los estados. Por ahí podría sugerir que Estefan pudiera ser el abanderado a Casa Puebla.

Aunque su antecedent­e más reciente es la derrota en 2016, cuando al frente del PRI no logró el triunfo de Blanca Alcalá.

Pronto sabremos qué padrinazgo pesará más en los acuerdos nacionales. Lo que nos queda claro es que de los 15 aspirantes priistas, hay 11 que están huérfanos de “padrinos”.

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