Libros sobre el temblor
Elena Poniatowska reporteó más de un año los sismos de 1985. Libreta y grabadora en mano, salió a las calles de la hoy Ciudad de México a preguntar a la gente las desgracias que vivió: sus muertos, sus edificios colapsados, las pérdidas materiales pero, sobre todo, las emociones encontradas por lograr sobrevivir a la tragedia.
En las páginas de La Jornada aparecieron sus reportajes, crónicas, testimonios, entrevistas. Pero fue hasta 1988 que dio a conocerlo en forma de libro: Nada,
nadie. Las voces del temblor. Leer esa obra es vivir de nuevo el temblor de 2017 el mismo 19 de septiembre. Aquellos terremotos abrieron la crítica abierta en los medios de comunicación al Presidente de la República, entonces figura intocable de la política. Carlos Monsiváis publicó hasta 2005 Nosin nosotros:
los días del terremoto 1985-2005. Entre el ensayo y la crónica, el testimonio y el artículo de fondo, el autor desgrana a la “sociedad que se organiza” —nace la sociedad civil—, desenmascara las promesas incumplidas del gobierno, por el número de edificios que quedaron varados, sin atención. El terremoto intensifica las posiciones éticas. El libro de Monsiváis es un manual para entender la corrupción en y desde los gobiernos. Muy lejos de México, en Chile, Juan Villoro escribe
8.8: el miedo en el espejo, de apenas 2010, el mismo año del terremoto. El estuvo aquel 27 de febrero en un congreso de escritores, atrapado entre escombros. Un libro con humor ante el espanto, de crónica y testimonio, de historia y ensayo literario. Quien lo lea acaso comprenda porqué eligió la poesía para publicar en el diario Reforma “Con el puño en alto”, sobre los sismos del siete y 19 de septiembre de 2017. Obra que recuerda los temblores de Europa de la mano de Heinrich von Kleist, quien decide escribir El
terremoto en Chile, que en realidad era la Lisboa de 1755. Metáforas de la realidad. Hay otros libros destacados sobre el tema: Zona de
desastre, de Cristina Pacheco, y Ciudad quebrada, de Humberto Musacchio, pero no trascendieron como los ya mencionados. Los tres primeros se leen de un tirón, con el susto de por medio. Leer ayuda a comprender un fenómeno natural que ha dejado como enseñanza lo que una sociedad puede hacer cuando se organiza.
En 1985 no había celulares ni redes sociales. Hoy, sí. Hasta en eso cambió el hacer periodismo. Las redes se convirtieron en el corazón de aquellos sucesos…
TRASPIÉ: El robo al Museo de Acervo Paleontológico de Cuernavaca, Mapa, no debe quedar impune. Autoridades deben llegar hasta la detención de los ladrones.