Reforma integral a Ley de Transporte
Una visión parcial o limitada tienen las autoridades encargadas de regular un sistema seguro y eficiente del transporte público, principalmente, por la inseguridad pública.
Sería miope por parte de los legisladores y la oficina encargada del gobierno, reformar la Ley de Transporte, solo por los casos Uber o Cabify.
Desde su origen, la regulación ha sido laxa para el servicio de taxis ejecutivos con la aplicación de los dispositivos.
Como ocurre en el resto del país, nos tiene que ocurrir una desgracia para intentar tapar el pozo, después del niño ahogado.
Pero ya que nos ocurrió, con los asesinatos de las jóvenes universitarias, Mara Fernanda y Mariana; los dos poderes involucrados -el Ejecutivo y Legislativo- pretenden enmendar los errores, pesando exclusivamente en el servicio ejecutivo de taxis, cuando el problema es integral: calidad en el servicio y seguridad.
Reclaman, con justa razón, los socios de Uber que las secretarías de Transporte y Seguridad Pública quieran justificar sus omisiones con regulaciones más rígidas, pero no extienden las medidas contra el resto del transporte, también involucrados en diversos delitos, incluido el homicidio.
Vehículos y choferes del servicio de taxis de los colores negro y amarillo están involucrados en todo tipo delitos, desde el narcomenudeo, asaltos, atracos, violaciones y robo de autopartes, y ninguna autoridad los sanciona con el retiro de concesiones, a diferencia de Cabify y Uber.
En total indefensión, los usuarios del servicio de taxis son transportados sin ninguna seguridad de nada, ni siquiera la información de quién va al volante con un tarjetón que los identifique.
Taxis negros sucios, con basura, deteriorados, malolientes y con tarifas arbitrarias, prestan el servicio sin ser molestados por autoridad alguna, protegidos por las mafias corporativas de partidos políticos.
En este año se han cometido cuatro homicidios por asaltos en el transporte público de pasajeros, así como múltiples asaltos, y ni una sola ruta del transporte masivo de pasajeros ha sido sancionada.
Tendrían un dedo de frente los legisladores -y cobran por ello- que aprueben una reforma miope que no dignifique un transporte público de pasajeros, tanto colectivos como de servicio personalizado.