Reconstrucción y clientelismo electoral
La Cámara de Diputados hizo el ejercicio que hace cada año y se sacó de la manga una ampliación de los ingresos para el año que viene. Aumentó el precio del petróleo y dijo que habría más ingreso por Impuesto Sobre la Renta y… voilá: encontraron que tendrán 43 mil millones de pesos más.
Y que se los gastarán, ahora que llegue el momento de aprobar gasto, en la reconstrucción por los desastres naturales de septiembre.
Como he apuntado en este espacio, ese es dinero que se gastará en tiempos electorales. Y como sabemos en qué país vivimos, el riesgo de que ese gasto se convierta en gasto clientelar con ánimo de influir la elección es enorme. Pasa sin ese enorme extra.
Mauricio Merino ha venido advirtiendo de estos peligros desde hace semanas. De una reconstrucción electorera, repartiendo tarjetas y construyendo mercados con funcionarios tomándose fotos y recibiendo el agradecimiento de la población damnificada. Eso sí, con una letra chiquita que dirá que nada de eso debe utilizarse en lo electoral.
Merino y su organización, Nosotrxs, tiene una propuesta: “La reconstrucción no es un episodio aislado, no es solo un problema de obras públicas o de viviendas, no es solamente un desafío presupuestario, no es un espacio de publicidad o propaganda, no es un negocio financiero de particulares, no es una tarea fragmentaria y no se limita a salir del paso.
“La reconstrucción reclama la apertura a una concepción correcta del espacio público. En este sentido, debe evitarse cualquier tentación autoritaria, cualquier captura partidaria, empresarial o de poderes fácticos. Las claves están en la armonización de los valores compartidos —la solidaridad, el altruismo y la igualdad—, en la apertura total de la información que se obtenga y se produzca, y en la inclusión social. Es imperativo responder desde un espacio institucional distinto: crear un fondo único de reconstrucción nacional con reconocimiento público y con la más absoluta transparencia en tiempo real, que coordine todas las tareas”.
El peligro de hacer cosas cada quien por su lado —empresarios, organizaciones de la sociedad civil y el que más dinero tiene, el gobierno— es que hasta eso manche la elección del próximo año, una que, por la inédita concurrencia, sucederá a lo largo y ancho del país, con miles de puestos en juego. La tentación para los políticos será enorme. El fondo único ayuda a evitar lo que puede acabar mal, muy mal.