Las limitaciones de los debates
El inicio del proceso electoral reaviva los llamados a discutir a fondo las propuestas de campaña. Los spots no son suficientes para conocer a los candidatos ni sus planteamientos; de ahí la exigencia de espacios en que los participantes puedan razonar, argumentar y contrastar sus propuestas. Hoy por hoy, el rígido formato para organizar debates en los medios no permite cumplir estos objetivos.
Las discusiones de fondo no figuran entre los momentos más memorables de los debates. Lo que se recuerda de estos ejercicios son episodios como los campanazos de Fernández de Cevallos en 1994, la autovictimización de Labastida en 2000 o la ausencia de López Obrador en el primer encuentro de 2006. Con escasos debates, moldes inflexibles y conductores maniatados, estas confrontaciones se reducen a simples anécdotas.
La legislación electoral vigente y sus interpretaciones judiciales empeoran la situación. El TEPJF acaba de refrendar un criterio de la SCJN que obliga a los medios a organizar debates, a convocar a TODOS los aspirantes al cargo en disputa. Con seis o más candidatos, las dinámicas se complican y acaban convertidas en monólogos aburridos y poco útiles.
Para profundizar en la personalidad de cada candidato, en su nivel de conocimiento de los asuntos públicos y en la solidez de sus propuestas, los organizadores tendrían que ser libres de decidir a quiénes invitan y cómo conducen el debate.
En un país donde los candidatos suelen evadir temas controvertidos y se inclinan por las generalidades, debe promoverse un intercambio más intenso entre los aspirantes y con los moderadores. Hacen falta más debates, en múltiples formatos y con conductores que puedan cuestionar y señalar inconsistencias.
Con el marco actual, eso es prácticamente imposible. Sin embargo, aun en estas circunstancias, los medios podrían contribuir al proceso democrático si además de retomar el conflicto o el resbalón de algún candidato en los debates, rescatan las propuestas y hacen un esfuerzo por verificar los datos y la viabilidad de cada planteamiento.