Los escritores rusos y la Revolución de Octubre
La realidad se presenta confusa en cualquier época, pero siempre es más embrollada y difusa para los contemporáneos de una gran revolución
La Revolución rusa de 1917, y la guerra civil que le siguió, fue por mucho tiempo uno de los principales asuntos de la literatura rusa del siglo XX. Estos acontecimientos cambiaron abruptamente la vida de Rusia, rehicieron el mapa de Europa, impactaron en la vida y destino de cada familia, de cada persona. Conmocionaron a toda la sociedad, y los escritores —forjados en la poderosa influencia de los clásicos del siglo XIX— no podían ser ajenos a los estertores de semejante tormenta. Pensaron la revolución no solo como un hecho político sino también como una transformación en el mundo del arte, de la ciencia, de la literatura, una ruptura con el pasado y la asfixia del presente. La Revolución de Octubre inyectó en los artistas un magnetismo intelectual, una excitación creativa, en casi todas las formas de expresión (pintura, cine, fotografía, arte gráfico, música, literatura, etcétera), pero de manera muy particular atrajo a escritores de todas las estirpes, incluso a aquellos que muy pronto se convirtieron en sus más feroces críticos. No hubo un solo poeta, novelista, narrador, dramaturgo, artista plástico de a de veras que, en un inicio, escapara a esta imantación.
Los escritores contemporáneos de la revolución fueron personas de formación, percepciones y rumbos muy diferentes entre sí. Justamente esta disparidad de individualidades, de destinos, de talentos, nos permite mirar desde distintos ángulos, con frecuencia radicalmente opuestos, lo que sucedió cien años atrás. Aproximarse a la obra, vida y tribulaciones de estos autores, nos concede mirar la historia de la revolución a través del prisma de la literatura rusa y el destino de sus hacedores. Su escritura se vio impregnada no solo por el dramatismo del siglo, sino también por su sensación de clausura, de límite de un mundo moribundo, con la convicción de que el tránsito a una nueva época debe ser el tránsito a un nuevo estado cualitativo de la humanidad. Los escritores más sensibles prestaron atención “al rumor del tiempo” (según la expresión de Osip Mandelstam) y reflectaron ese rumor en su palabra. La poesía, por ejemplo, del Siglo de Plata —escrita por simbolistas, acmeístas, futuristas, egofuturistas, imaginistas—, reflejó en sí misma un ambiguo y complejo periodo de desarrollo sociopolítico, espiritual y cultural de un país en medio de revoluciones y guerras. Los acontecimientos no podían no influir en la obra de los poetas de ese periodo. El artista está siempre estrechamente vinculado a su época, aunque ese vínculo no se manifieste a primera vista de manera decisiva.
Los escritores del periodo de la revolución eran, en su mayoría, indómitos, rebeldes, inconformes con lo que emanaba del poder en ese momento, espíritus libres que reflejaron una extraordinaria visión acerca del mundo que los rodeaba y del estado de la cultura de su tiempo. Casi todos fueron articulistas en periódicos y revistas, ensayistas, críticos, viajeros, traductores, publicistas, dramaturgos, novelistas, cuentistas, genuinos entusiastas del lenguaje, auténticos polígrafos que navegaban en mares huracanados y que iban dejando una estela de creación literaria por donde quiera que fueran. Los participantes de este floreciente y despilfarrado renacimiento ruso eran conscientes de que vivían en un periodo de renovación cultural y espiritual.
Creadores como Blok, Gorki, Pilniak, Zamiatin y muchos otros, cada uno a su manera, expresaban el sentir auténtico de la literatura. Aleksandr Blok, un poeta poco dado a la tentación vanguardista y contestataria, en su poema “La fábrica” dibuja un cuadro triste: una voz cobriza llama a la gente a levantarse sin más y exponer sus “espaldas agotadas”. El dramatismo de los trabajadores es evidente. El poeta, mirando atentamente la vida del pueblo sencillo, se sume en el inquieto y conflictivo mundo de la vida ordinaria, sintiéndose cómplice de todo lo que pasa. La poesía de Blok presta atención al dolor humano y la problemática social. La vida dura y triste del pueblo en la víspera de la revolución no deja indiferente al poeta, que refleja en su obra parte del infortunio de la gente. En este y otros poemas semejantes (“Del periódico”, “Por la orilla se arrastra un enfermo…”) se anuncian ya ciertos cambios cualitativos en su