Karla Souza: la primera
L e aplaudo con respeto a la actriz mexicana, porque no tiene nada más que ganar que la verdad y apoyar a muchas otras mujeres con expresarse en este momento, como lo hizo con nuestro amigo Javier Poza, sobre el hecho de que sí había sufrido acoso sexual en el mundo del cine mexicano. Karla ya tiene una carrera exitosa, tanto en México como en Estados Unidos, y definitivamente no llegó a ello por los mismos canales que la mayoría de las actrices mexicanas. Lo cual todavía hace más tremenda su declaración, porque del mundo del cine nacional no había secretos a voces como en la televisión de los años 70 u 80… en general. Y como ya vimos con Rose McGowan y Ashley Judd, quienes básicamente están generando una revolución en Hollywood para que se respete a la mujer, en nuestro país hace más falta que nunca.
¿Son los mismos mecanismos? ¿Las mismas fuerzas siniestras que operan en las dos industrias? En gran parte en México es peor, porque la cultura del “macho a cargo” ni siquiera se considera cuestionable. La mujer desechable. Cuántas veces hemos escuchado “si quiere ser actriz, pues ese es el precio a pagar”.
Solo que no, no y no 10 mil veces. Las verdaderas actrices son artistas con algo que decir, talento y una profunda sensibilidad. No están vendiéndose al mejor postor. No están siquiera buscando la fama (aunque suele ser una herramienta útil y una pesadilla a la vez). Y aunque fuera el caso, todas esas mujeres que se han hecho famosas o que tuvieron que aguantar insinuaciones y agresiones sexuales simplemente por creer la fantasía que veían en la televisión desde niñas, que ahí estaría una vida mejor, no deberían pagarlo con su dignidad, cuerpo ni tolerancia.
Karla es fuerte y puede decir: “Yo también”, como esperábamos que alguna mexicana lo hiciera. Porque no se engañen, esto no es un tema de Hollywood. Ni siquiera es un tema del espectáculo. Pasa en todos lados. Solo que, como dijo Rose en su discurso en el congreso de Mujeres en California este fin se semana: “Este es el espejo de cómo nos vemos como mujeres, gays, hombres, transexuales”, lo que seamos. La percepción generalizada suele crearse en la pantalla. Ahora múltiples pantallas.
Lo sorprendente es que no haya miles de historias más así. Lo impresionante es la cantidad de gente que se requiere para el silencio. El balance de poderes que tarde o temprano se desplomará. Y con todos los cambios en nuestra industria, no me cabe la menor duda de que es un momento interesante para ello. Pero ahora empezamos la semana esperando ver si hay muchas más mujeres mexicanas diciendo “Yo también” y si habrá nombres en específico, que sean señalados. Es increíble, porque en sistemas como los que hemos tenido las últimas décadas para el entretenimiento todo este asunto era un secreto a voces, mucho más descarado. Pero al mismo tiempo, el balance de poder protegía a los depredadores. Muchos deben estar aterrados. ¿Y saben qué? Hacen bien.