Días de muertos
Con amor a mi madre, quien me guía y protege. Si camina como pato, grazna como pato y nada como pato, entonces es”… delincuencia organizada. Los acontecimientos criminales ocurridos en el estado en las últimas semanas, solo confirman que siguen el mismo patrón de las células delictivas, al llevar la confrontación a las calles y avenidas de la ciudad.
No basta con que los gobernantes nos expliquen que las muertes violentas ocurridas en las últimas 48 horas - que ya superan los 16 decesos-, se tratan de un ajuste de cuentas entre bandas criminales.
Eso ya lo sabemos y decirlo públicamente por alguna autoridad, en nada atenúa el ambiente de tensión y miedo entre la población.
Tampoco le convendría al gobierno, en los tres niveles, ignorar los mal llamados “daños colaterales” de esta guerra entre grupos delincuenciales.
Duele a la sociedad la pérdida de vidas inocentes de poblanos que estuvieron en el lugar y la hora equivocada, me refiero a un chofer de Uber, un automovilista, un comerciante, un médico y una enfermera que son privados de la vida por el fuego cruzado.
Los hechos de violencia ocurridos en Tlaltenango, Amozoc, Palmar de Bravo y la ciudad capital, se repiten como parte de la “normalidad” en ciudades como Reynosa, en Tamaulipas.
Si las células del crimen organizado involucradas en la disputa por el control del robo y comercialización del combustible, se han declarado la guerra, los tres niveles de gobierno no pueden ni deben estar pasivos ante el derramamiento de sangre.
Ante los 13 asesinatos del LUNES y los tres ocurridos la madrugada del martes, la autoridad no se debe limitar a declarar a la prensa que se trata de un ajuste de cuentas entre bandas de huachicoleros. Eso no resuelve absolutamente nada.
Los encargados de la seguridad pública y de establecer la coordinación con las fuerzas federales, incluidas las fuerzas armadas, algo tendrán que hacer para atrapar a los cabecillas de los grupos en disputa. De lo contrario, la violencia se desbordará y se adueñarán de las calles para matarse, como ocurre en el norte.