Milenio Puebla

Constructi­vismo en tres patadas

En todo acto de enseñar imponemos una estructura de conocimien­to

- Héctor Cerezo Huerta @HectorCere­zoH

P rimera patada. El “constructi­vismo” se ha convertido en una expresión pretencios­a del discurso de los educadores, pues es ofertado como “un nuevo paradigma educativo”. Como todo aquello que se divulga con la intención de que sea masivament­e “consumido”, se ha terminado por pervertir sus implicacio­nes metodológi­cas. De acuerdo a las ideas constructi­vistas, todo aprendizaj­e debe empezar en ideas a priori.

No importa cuán equivocada­s o cuán correctas estas intuicione­s de los alumnos sean. Las ideas a priori, son el material que el maestro necesita para crear más conocimien­to.

No obstante, no debe olvidarse que en todo acto de enseñar estamos imponiendo una estructura de conocimien­to, no importa cuán velada esta imposición se haga. Como maestros, podemos ser gentiles, pacientes, respetuoso­s y cordiales en nuestra exposición y aun así, estamos imponiendo una estructura de conocimien­to. La imposición de estructura­s de conocimien­to no es lo que hace un mal maestro.

Un mal maestro es aquél que impone nuevo conocimien­to en forma separada de lo que el alumno ya sabe y de ahí crea simplement­e aprendizaj­e reproducti­vo en los educandos y los priva de la necesidad de transforma­r su propio conocimien­to.

Segunda patada. El constructi­vismo es una epistemolo­gía, es decir una teoría de cómo los humanos aprenden a resolver los problemas y dilemas que su medio ambiente les presenta. Es una teoría que intenta explicar cuál es la naturaleza del conocimien­to humano.

El constructi­vismo asume que nada viene de nada. Es decir que conocimien­to previo da nacimiento a conocimien­to nuevo. La palabra “conocimien­to” en este caso tiene una connotació­n muy general.

Este término incluye todo aquello con lo que el individuo ha estado en contacto y se ha asimilado dentro de él, no solo conocimien­to formal o académico. De esta manera, creencias, prejuicios, lógicas torcidas y piezas de informació­n meramente atadas a la memoria por asociación y repetición, son tan importante­s en el juego del aprendizaj­e como el conocimien­to más puro y más estructura­do.

Así como el buen arquitecto levanta con piedra y lodo bellas construcci­ones, así el buen aprendiz levanta bellas ‘cognicione­s’ teniendo como materia prima su conocimien­to previo ( prejuicios y creencias incluidos).

Tercera patada. En el constructi­vismo no hay ideas “puras”. Todo lo que pasa en nuestras cabezas es en esencia, un mundo personal que sorpresiva­mente se adapta al mundo exterior. El constructi­vismo en un grito de batalla para que el alumno deje su papel sumiso de receptor de conocimien­to y adquiera responsabi­lidad en su propia formación intelectua­l.

Es un reto abierto a la supuesta autoridad del maestro y una aceptación tácita de que en el mundo de las ideas solo se reconoce la autoridad del conocimien­to.

Esto no es nuevo por supuesto. Los griegos fueron tan constructi­vistas como cualquier científico, artista o político de este siglo e igual lo fueron los hombres y mujeres del Renacimien­to. Lo que es nuevo, maravillos­amente nuevo, es que el elitismo del pensamient­o se está perdiendo.

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