Constructivismo en tres patadas
En todo acto de enseñar imponemos una estructura de conocimiento
P rimera patada. El “constructivismo” se ha convertido en una expresión pretenciosa del discurso de los educadores, pues es ofertado como “un nuevo paradigma educativo”. Como todo aquello que se divulga con la intención de que sea masivamente “consumido”, se ha terminado por pervertir sus implicaciones metodológicas. De acuerdo a las ideas constructivistas, todo aprendizaje debe empezar en ideas a priori.
No importa cuán equivocadas o cuán correctas estas intuiciones de los alumnos sean. Las ideas a priori, son el material que el maestro necesita para crear más conocimiento.
No obstante, no debe olvidarse que en todo acto de enseñar estamos imponiendo una estructura de conocimiento, no importa cuán velada esta imposición se haga. Como maestros, podemos ser gentiles, pacientes, respetuosos y cordiales en nuestra exposición y aun así, estamos imponiendo una estructura de conocimiento. La imposición de estructuras de conocimiento no es lo que hace un mal maestro.
Un mal maestro es aquél que impone nuevo conocimiento en forma separada de lo que el alumno ya sabe y de ahí crea simplemente aprendizaje reproductivo en los educandos y los priva de la necesidad de transformar su propio conocimiento.
Segunda patada. El constructivismo es una epistemología, es decir una teoría de cómo los humanos aprenden a resolver los problemas y dilemas que su medio ambiente les presenta. Es una teoría que intenta explicar cuál es la naturaleza del conocimiento humano.
El constructivismo asume que nada viene de nada. Es decir que conocimiento previo da nacimiento a conocimiento nuevo. La palabra “conocimiento” en este caso tiene una connotación muy general.
Este término incluye todo aquello con lo que el individuo ha estado en contacto y se ha asimilado dentro de él, no solo conocimiento formal o académico. De esta manera, creencias, prejuicios, lógicas torcidas y piezas de información meramente atadas a la memoria por asociación y repetición, son tan importantes en el juego del aprendizaje como el conocimiento más puro y más estructurado.
Así como el buen arquitecto levanta con piedra y lodo bellas construcciones, así el buen aprendiz levanta bellas ‘cogniciones’ teniendo como materia prima su conocimiento previo ( prejuicios y creencias incluidos).
Tercera patada. En el constructivismo no hay ideas “puras”. Todo lo que pasa en nuestras cabezas es en esencia, un mundo personal que sorpresivamente se adapta al mundo exterior. El constructivismo en un grito de batalla para que el alumno deje su papel sumiso de receptor de conocimiento y adquiera responsabilidad en su propia formación intelectual.
Es un reto abierto a la supuesta autoridad del maestro y una aceptación tácita de que en el mundo de las ideas solo se reconoce la autoridad del conocimiento.
Esto no es nuevo por supuesto. Los griegos fueron tan constructivistas como cualquier científico, artista o político de este siglo e igual lo fueron los hombres y mujeres del Renacimiento. Lo que es nuevo, maravillosamente nuevo, es que el elitismo del pensamiento se está perdiendo.