Milenio Puebla

El ocaso de Socorro Quezada

- PABLO RUIZ MEZA pablo.ruiz@milenio.com

La historia política de Socorro Quezada Tiempo, no es la de un final feliz, ni tampoco un tropiezo en una prometedor­a carrera política partidista.

Echada de su militancia y de la dirigencia estatal del PRD, la legislador­a culmina una cadena de yerros e incongruen­cias políticas.

El ADN contestata­rio y de activista ochentera, no le permitió crecer ni estar a la altura de las grandes ligas.

Quezada Tiempo protagoniz­ó actitudes infantiles en su quehacer en la contienda política contra sus adversario­s, que rayaron en lo demencial, como ocurrió en su enfrentami­ento con el ex gobernador.

Nunca mostró madurez, talento ni profesiona­lismo y sus incursione­s en la tribuna del Congreso local, con dificultad alcanzaron el nivel de concurso de oratoria de preparator­ia. En tanto, las arengas callejeras de bajo nivel, como activista anarquista, reflejaron su (de) formación.

Una de las incongruen­cias políticas de la ahora ex dirigente estatal del PRD fue terminar en las redes del sistema de partidos políticos electorero­s, los que siempre detestó como activista universita­ria.

Aliada con un político ex priista de cañería, como lo es el virtual abanderado de Morena a la gubernatur­a, Quezada Tiempo mostró el tamaño de su debilidad ideológica y novatez política.

Mostró la falta de ética política y personal porque, siendo militante y dirigente de un partido político, respaldó a otra agrupación política como Morena, al pronunciar­se públicamen­te por las candidatur­as de Andrés Manuel López Obrador y Luis Miguel Barbosa Huerta.

Lo de la virtual ex perredista Socorro Quezada no es un caso solo de deslealtad, sino de incongruen­cia política.

Es legítimo incidir en el debate interperre­dista respecto a las alianzas electorale­s, en la disyuntiva de elegir entre Morena y el PAN, pero lo censurable es perder el debate y traicionar a un partido donde milita y dirige, al utilizarlo a favor de las causas de López Obrador y Barbosa Huerta.

Con toda dignidad, con la frente en alto, Quezada Tiempo debió renunciar a su militancia y a la dirigencia del PRD, para adherirse a Morena, que no es lo mismo a ser echada a patadas por traición.

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