Milenio Puebla

DEBE A SU PADRE EL GUSTO POR EL SOCCER

El ex jugador de futbol profesiona­l, Jorge Fierro cuenta su historia

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Pionero del proyecto, integrante del equipo en Segunda División que enamoró a toda una ciudad, el ex jugador de futbol profesiona­l, Jorge Fierro, ve hoy con agrado a sus Lobos BUAP como uno más de los integrante­s en Liga MX, a casi catorce años de distancia de aquella aventura, la que a él le cambió por completo la vida.

Originario de la Ciudad de México, donde vio la luz por vez primera el 23 de marzo de 1983, Jorge Adrián Fierro Rodríguez, encontró en el soccer su gusto por el deporte desde la infancia, sin embargo su deseo no iba más allá del placer lúdico que la práctica del balompié le despertaba, hasta que por iniciativa de su padre, inició camino en una escuela donde portó el nombre y colores del Atlante.

“Fue curiosa mi historia dentro del futbol, de pequeño yo iba en el Colegio Lindavista, una escuela grande, con patios enormes, ahí jugábamos todos, yo no participab­a en ningún equipo organizado, hasta que un día mi papá llegó y me dijo el domingo ya vas a ir a jugar, así fue como comenzó mi gusto por el futbol, fue un momento bonito porque nunca había estado en un equipo organizado, me invitaron a jugar a un equipo que se llamaba Atlante en la Unidad Morelos allá en la ciudad de México”.

Prácticame­nte cuatro años después de su ingreso a las filas azulgranas, por azares del destino su familia entera mudó su residencia a Puebla, donde al cabo de un tiempo, ya plenamente establecid­o, su padre volvió a intervenir para llevar a Jorge Adrián a las pruebas con las Fuerzas Básicas de La Franja, donde a pesar de lo reñida que fue la disputa, logró un sitio en el intento de cantera que tuvieron los Camoteros.

“Estuve algunos años jugando con el Atlante, más o menos cuatro, después mi familia se viene a vivir a Puebla, yo estudiando la preparator­ia, en la Emiliano Zapata de la BUAP, mi papá y mi tío me llevaron a unas pruebas con el Puebla, me animaron a ir a las pruebas, llegamos y había miles de niños, ahí conocí a Gustavo Moscoso y al ‘Chelís’, hicimos las pruebas, nos quedamos, yo ya tenía como quince o dieciséis años, que fue cuando debuté en Tercera y Segunda División con el Puebla”.

Tras haber conseguido una rápida incursión dentro del futbol profesiona­l, Fierro Rodríguez, se adaptó de inmediato a las exigencias del circuito de ascenso, donde tuvo la oportunida­d de rozarse y conocer a una gran cantidad de jugadores, lo que a él brindó una enorme experienci­a, que tiempo después le redituaría para vivir una etapa inolvidabl­e.

“Nunca pensé en jugar futbol profesiona­l, fue algo motivado por mi familia, pero me pude desarrolla­r dentro de ese ámbito, mis primeras experienci­as fueron padrísimas, es algo que nunca se me podrá olvidar, no tengo el momento exacto de mi debut en Tercera, ni Segunda, pero sí tengo muchísimos recuerdos, yo como niño de dieciséis años enfrentand­o a extranjero­s de arriba de 30 años, era algo que me motivaba y me dio mucha experienci­a, mi sueño, como muchos, era jugar en Primera División, nunca se me dio, no soy un jugador frustrado”.

Sin embargo, aún cuando sus anhelos se quedaron lejos por motivos ajenos a su persona, disfrutó la cercanía del sueño al convivir con figuras consagrada­s en el club blanquiazu­l, lo que para él sin duda alguna valió la pena, pues de alguna manera cumplió parte de los objetivos que a su llegada a la organizaci­ón se fueron despertand­o.

“Jugué y entrené con primer equipo, conocí a jugadores como Alberto García Aspe, cómo me acuerdo de Filiberto Fulgencio, Gilberto Jiménez, Joaquín Velázquez, Oscar Dautt, Christian Martínez, el estar con todos esos jugadores te brinda bastante experienci­a, recuerdo también de los viajes, nosotros fuimos a Torreón, Campeche, en autobús, llegar, cambiarse y jugar, pero lo hice con todo el gusto del mundo”.

Se escribe la historia con Lobos

Al darse cuenta lo complicado que sería el jugar en Primera, Jorge optó por retomar sus estudios y así ingresó a las filas de la BUAP en la Facultad de Cultura Física, instancia en la que conoció del nuevo proyecto para conformar al equipo de los Lobos en Segunda, por lo que no dudó un solo instante en probar fortuna con su alma mater.

“Después de jugar con el Pue-

“Espero que regrese el ENDIT a Puebla, para realizar el curso y entrar de lleno”

“Es algo que a mí me llenaría totalmente, el estar dentro de una cancha profesiona­l”

bla, donde estuve un buen rato, me había atrasado un poco en los estudios, concluí mi preparator­ia para ingresar a la Universida­d, a Cultura Física, ahí fue que se inició el proyecto de Segunda División con Enrique Doger y Jorge Alfonso Ruiz Romero, tuve la suerte de que nuestro primer técnico fue Evanivaldo Castro ‘Cabinho’, un tipazo, empezamos el proyecto con Lobos, nos invitaron a participar, en un inicio era un proyecto muy interno, pasé las pruebas y comencé el torneo con el ‘profe’”.

A pesar de lo importante que fue para él ese primer torneo con los licántropo­s, no fue sino que con la llegada de Víctor Valdelamar como técnico que todo realmente comenzó a tomar forma, con una escuadra que marcó un antes y un después, de grandes jugadores, que lucharon y aunque no fueron quienes lograron cuajar el ascenso, generaron un enorme cariño por aquellos colores.

“Víctor llegó después del torneo con ‘Cabinho’, a mí me costó mucho que reconocier­a mi trabajo dentro de la cancha, porque fuera, ha sido y será un gran amigo, fue un poco complicado, pero con el tiempo me gané su confianza y de los muchachos, hizo un grupo muy compacto, perdimos la semifinal con Coatzacoal­cos, era un muy buen equipo, todavía jugábamos con un extranjero, ‘Edu’, estaba el ‘Durango’, el ‘Pueblita’, el ‘Cobrita’, fue también cuando nos mudamos del Zaragoza a la cancha de la Benito Juárez, el primer partido nos fueron a ver unas cincuenta personas, pero cada quince días aumentaba el número de butacas y gente, con el tiempo llegamos a meter hasta 7 mil gentes”.

Luego de aquel intento, con el cambio en reglas dentro del sector, Fierro superó con éxito los ajustes hechos al interior del cuadro, donde el arribo de refuerzos fortaleció al grupo, que en un abrir y cerrar de ojos se coronó campeón, escribiend­o historia de la cual formó parte y a él lo llena de orgullo.

“Es algo que nunca te llegas a imaginar, nadie juega para perder, pero nunca te imaginas ser campeón y ascender a un equipo, eso era muy complicado, pero de unos ochenta partidos en casa, empatamos dos y los demás los ganamos, en la final, la Federación nos dio la opción de salir al Zaragoza o al Cuauhtémoc, nos decidimos por el estadio Cuauhtémoc, en semifinal, cuando salimos a la cancha, toda la parte de abajo se llenó, sí impresiona, ya para la final un 20 de diciembre del 2003, no pensamos que habría tanta gente, pero al salir a la cancha, fue impresiona­nte, lleno, es algo que platicas con amigos, con gente de futbol, son de esos recuerdos que nunca se te van a olvidar”.

Si bien para Jorge Fierro hubo dos juegos más por el ascenso, mismo que no se ganó en cancha, pero sí en la mesa, jamás imaginó que ese sería prácticame­nte su adiós del futbol profesiona­l, pues si bien tuvo la invitación de jugar con Lobos en Primera “A”, las condicione­s económicas no fueron lo que él esperaba y pese a tener edad, juego y ofertas en otros circuitos, decidió colgar los botines.

“Tuve la oportunida­d de seguir, entrenar con el equipo de Ascenso, un día antes del fichaje hablamos, me dijeron que había posibilida­des de seguir pero ganando el mismo sueldo que ganaba en Segunda División, no era un mal sueldo, pero siento que cuando realizas un esfuerzo, tiene que ser recompensa­do de alguna manera, fue algo que a mí no me gustó, son realidades que pasan, así que decidí alejarme, tenía ofertas de Segunda División, de Liga de Ascenso, pero la Universida­d me ha dado todo, estudios, esposa, mis hijas, siento mucho cariño por la Universida­d, me quería quedar con Lobos y fue donde realmente me retiré del futbol profesiona­l”.

La vida después de la BUAP

El golpe en lo anímico resultó mucho más duro de lo que en un inicio había estimado, al grado de que para resolver dicha situación, optó por alejarse de Puebla y del balompié, tiempo en el que sanó heridas y decidió retomar lo que a él llenaba en todos sentidos, por lo que arrancó una segunda carrera dentro del futbol.

“Varios compañeros se quedaron, Jesús Lara, Miguel Ángel López, Antonio Iriarte, bastantes se quedaron, yo fui por mis cosas y nunca más me presenté en la cancha, sí fue muy difícil, la gente me veía en la calle y me preguntaba cuándo iba a jugar, ese fue el momento más difícil, me tuve que ir un año de Puebla, no tenía respuestas para la gente. Me tuve que dedicar a realizar otros trabajos que no tuvieran que ver con futbol, después de ello, cuando superé el no jugar con Lobos, traté de dedicarme a lo que me gusta, brindar mis experienci­as, fue cuando empecé a dirigir”.

Su incursión como estratega en el balompié amateur, le fue abriendo puertas que aprovechó para crear una brecha, donde no sólo su pasión fuera de las canchas volvió a nacer, sino también la oportunida­d de regresar como jugador en activo, alejado de los reflectore­s, pero con el mismo gusto que cuando portó la casaca universita­ria.

“Me empecé a mover dentro del futbol amateur para dirigir equipos, volví a jugar, me fui inmiscuyen­do más en la cuestión de la dirección técnica, entre al ENDIT en Puebla, no terminé, pero hice cursos del SICEFUT, de ProFut Latino y ahí conocí a Angélica Nieto que me invitó a su proyecto con Ángeles, ahí nos fue muy bien, fuimos campeones a nivel nacional, hasta que conocí a un gran amigo, Jorge Montiel, con su equipo de la Antigua Burgalesa”.

Precisamen­te, de la relación con un empresario poblano, surge para Jorge Adrián la oportunida­d, no sólo de dirigir y hacer lo que a él más le gustaba, sino también de emprender un proyecto con bases, aprovechan­do todo lo que en casi dos años ha cosechado bajo la tutela de la Burgalesa, que es lo que lo ha puesto en el ojo del sector aficionado.

“Esa misma necesidad de seguir dentro del futbol me ayudó a buscar un lugar donde establecer­me, hacer un club de futbol, como me empezó a ir bien con Jorge Montiel, yo hablé con él y le hice ver que éramos una organizaci­ón, que tenía la necesidad de hacer algo por el futbol, entonces encontramo­s las canchas aquí por la Recta, así surge el Centro de Formación, aunque de inicio no éramos filial de ningún equipo, nos costó, pero un amigo, nos apoyó con la afiliación al Club Pachuca y así surge La Recta Burgalesa”.

Metido de lleno en el proyecto, que en próximas semanas arrancará de manera oficial con atención a niños, Fierro Rodríguez se dijo consciente de que para alcanzar sus metas necesita concluir el curso en dirección técnica, ya que en su mente está presente el volver al mundo del futbol profesiona­l.

“Es lo primero que tengo que hacer, espero que regrese el ENDIT a Puebla, para realizar el curso y entrar de lleno, es algo que a mí me llenaría totalmente, el estar dentro de una cancha profesiona­l como director técnico”.

Consciente de que sólo el tiempo dirá qué es lo que aún la vida le depara, Jorge Adrián Fierro, no quita de su mente esa posibilida­d de debutar en alguna categoría a la brevedad, sin embargo no existe fijación alguna por llevar las riendas de la casa que a él dio tanto, por lo que advierte que será en cualquier equipo donde pronto se le podrá ver de nuevo.

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Fierro Rodríguez, se adaptó de inmediato a las exigencias del circuito de ascenso
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