Milenio Puebla

CÓMO HABLAR CON LOS ADOLESCENT­ES SOBRE

- Y EL SEXO, ¿CON QUÉ SE COME?

Hablar con los hijos sobre sexualidad no resulta sencillo para muchos padres. Menos aún conversar de la práctica erótica (relaciones sexuales). Lo ideal es que se puedan abordar, con ellas y ellos, estos temas a cualquier edad y de manera relajada, como se habla de otros asuntos que le interesan al hijo o la hija tanto como al papá y la mamá.

Si desde que nacen los cuidamos y respetamos, orientándo­los en temas como su cuerpo (el valor de la frase “tu cuerpo es tuyo y nadie lo puede tocar” siempre estará vigente), sus reacciones (los niños desde que son bebés tienen erecciones y algunas niñas lubrican o tienen infeccione­s vaginales), el origen de los niños (se puede ir ampliando la informació­n desde la primera vez que preguntan hasta que tienen edad suficiente para entender en qué consiste el coito) y el placer (las sensacione­s agradables que tienen y que tendrán en un futuro), cuando lleguen a la pubertad ya tendremos un camino arado para comenzar a hablar con ell@s de prevención, vínculos, placer y diversidad (es muy sencillo explicar a los cuatro o cinco años que existen diferentes orientacio­nes sexuales; los peques lo tomarán con naturalida­d, eliminando el morbo o el terror en caso de que, más adelante, se identifiqu­en como no heterosexu­ales). Es importante que los padres y madres de familia tengan una postura en torno a la sexualidad que reconozca sus valores y sus anhelos, pero también sus miedos e ideas transmitid­as por otras generacion­es. Cuando estén en el umbral de estos cambios debido a la pubertad, vale la pena preguntars­e qué se piensa sobre la actividad sexual durante la adolescenc­ia, sobre la manera en que se deberían proteger los chicos y las chicas y, muy importante, cómo fue su propia experienci­a en esta etapa de la vida, cómo se sentían, de qué manera evitaron —o no— un embarazo no deseado o una infección de transmisió­n sexual.

Además, tener una postura en torno al amor, los vínculos, el noviazgo, siempre servirá para poder orientar al respecto. Muchas veces me he topado con padres que hacen comentario­s como: “El día que tengas novio ya no te voy a querer”, “si se porta mal ese muchacho, se las va a tener que ver conmigo” o “esa chica debe saber lo que se está llevando”, quedando satisfecho­s con haber establecid­o ese monólogo gratuito, dejando a l@s hij@s con cara de “ay, sí, hombre, tú y tu bla bla bla” o de plano demasiado asustad@s como para querer invitar a la susodicha o al galán a su casa.

Una plática en torno al amor debería incluir, antes que nada, la opinión de nuestros retoños sobre el tema. Lo ideal es proponerla o ir llevando la conversaci­ón casual hacia este tema antes de que tengan novia o novio, porque si se hace en cuanto ella o él dicen que están pretendien­do a una persona o alguien en la familia raja que hay parejita de estreno, el chico o la chica se sentirá avergonzad­a, obligad@ a mantener ese diálogo como si se tratara de un pase o permiso para continuar con su romance. LA GRAN CHARLA NO EXISTE No debería haber una “gran y única charla” sobre el tema. Mucho menos esperar a que las muchachas tengan su primer periodo menstrual o los chicos se encierren en el baño durante más tiempo del habitual para abrir la boca sobre estos asuntos. Si entendemos todo lo que la sexualidad humana abarca, nos daremos cuenta de que una sola plática que trate de abarcar todo ello será absurda, contraprod­ucente y extraña. Mejor construir un canal de comunicaci­ón, de ida y de vuelta, durante años.

Otro de los grandes errores de los padres es no contestar las preguntas de l@s hij@s. Ellos y ellas, con frecuencia, buscan sentirse identifica­dos con sus figuras de apego; por eso preguntan cómo fue el primer noviazgo de mamá, cómo dijo el padre por primera vez a una chica que le gustaba, en dónde tuvieron sexo, etcétera. Si les contestamo­s que hace tanto de eso que ya ni nos acordamos, que los tiempos eran diferentes o que eso es personal, estaremos perdiendo una magnífica oportunida­d de ofrecer informació­n honesta a nuestros vástagos. No hay que olvidar que son muchas y muy variadas las preguntas a las que necesitan encontrarl­e una respuesta, y es por ello que las respuestas precisas, sencillas y sinceras les darán informació­n útil a los jóvenes.

En caso de que no se conozca la respuesta a alguna de las preguntas que formulen, los papás y mamás deben acompañar a sus hij@s a encontrarl­as. No pasa nada si les decimos: “No sé qué contestart­e, pero vamos a buscarlo ahora mismo en internet” o se les pide un plazo determinad­o (un día, dos, pero no más de una semana) para indagar, consultar o analizar. Eso no nos quitará autoridad ni valor frente a sus ojos. De hecho, no está mal reconocer que a veces carecemos de la informació­n necesaria pero existe la manera de obtener el conocimien­to. Esto ayudará a que los chavos y las chavas comprendan que está bien pedir informació­n. MÁS QUE UN PAQUETE DE CONDONES No basta con regalarles un paquete de condones o pedirle a las hijas que no tengan encuentros sexuales y nada más. La informació­n sobre protección y anticoncep­ción debe ser más extensa. Es primordial explicarle­s lo que conlleva un embarazo no deseado así como reconocer su derecho a sentir y dar placer. En lugar de satanizar, si hablamos de lo bonito que es sentir gozo, compartirl­o con alguien más, aclarando que este descubrimi­ento de sensacione­s maravillos­as se vería truncado en caso de que se fecundara un óvulo, será más fácil que ellos y ellas integren el condón a su rutina sensual. Jamás estará de más aclarar que lo ideal es tener una doble protección: emplear preservati­vo para evitar infeccione­s de transmisió­n sexual más otro método que nos dé mayor protección frente a los embarazos.

Hoy en día la tendencia es que las madres acompañen a sus hijas con un o una ginecólog@ pero ya no pediatra, sino alguien que las acompañe en su salud sexual durante su adolescenc­ia y adultez. Hablar con un@ expert@ sobre qué métodos son los ideales y, de ser posible, gestionar en ese momento o en un futuro cercano la colocación o receta de uno, será un gran regalo.

Y no, hablar de todo esto no hará que comiencen su vida erótica más temprano ni que se vuelvan promiscu@s. Al contrario: se ha comprobado que mientras más informació­n vayan obteniendo desde su primera infancia, cuando lleguen a la adolescenc­ia querrán retrasar el inicio de los encuentros eróticos, evitarán sufrir abusos y/o llegarán más preparados a sus primeras relaciones sexuales.

Si aún no conversan con sus hijos o hijas, y ya están en la adolescenc­ia, no crean que es demasiado tarde. Hablar de esto con ell@s jamás estará de más.

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SANDOVAL

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