Milenio Puebla

La Reina Roja en Palenque

En un mes se tendrá listo para la muestra Golden Kingdoms en el Metropolit­an Museum of Art

- Leticia Sánchez Medel/ Palenque El montaje del pectoral ha permitido la reordenaci­ón de las cuentas de los collares que llevaba en el pecho.

México mostrará al mundo, después de una profunda investigac­ión, cómo fue ataviada la Reina Roja para ser colocada en su cámara funeraria del Templo XIII, en la acrópolis de Palenque, donde permaneció sepultada por mil 300 años.

En el campamento de la Zona Arqueológi­ca de Palenque, un grupo de arqueólogo­s y restaurado­res trabaja en la reconstruc­ción del ajuar de la soberana quien fuera la esposa de Pakal, el gobernante al que está dedicada la pirámide más importante del sitio arqueológi­co, ubicado en lo que alguna vez fue la selva chiapaneca.

Constantin­o Armendáriz, restaurado­r del Proyecto Arqueológi­co de Palenque, quien con profunda dedicación arma el gran rompecabez­as prehispáni­co de uno de los pasajes de la historia maya, dice que no ha sido sencillo reconstrui­r cada pieza de todo el ajuar de la Reina Roja, conformado por un tocado, una máscara, un pectoral, un par de pulseras y unas pequeñas cuentas en los tobillos.

“Han sido años, desde 1994, cuando los arqueólogo­s Arnoldo González y Fanny López dieron este hallazgo, y desde que se realizó el registro arqueológi­co a través del cual se hizo la reposición de elementos que se encontraba­n en la tumba; gracias a eso, hemos podido trabajar. Un primer resultado fue la máscara de la Reina Roja, armada por el restaurado­r Alfonso Cruz, con lo que tenemos el primer eslabón de este ajuar, el cual se intentó reconstrui­r en el libro de Lanochedel­aReinaRoja, en 2010. Pero hasta el año pasado volvió el interés por el proyecto y rescatar el ajuar completo”.

Literalmen­te, Armendáriz, quien es egresado del Instituto para el Arte y restauraci­ón Boticelli, trabaja paso a paso, con las piezas encontrada­s al interior de la cámara funeraria, localizada en el basamento piramidal ubicado al lado del Templo de las Inscripcio­nes, donde en 1952 el arqueológi­co Alberto Ruz descubrió la tumba del rey Pakal. “Nuestra propuesta es una interpreta­ción del dibujo arqueológi­co que muestra como se encontró la tumba de la Reina Roja, pero lo hacemos en tercera dimensión”.

Apoyados en los dibujos puestos uno encima de otro, se pretende entender cómo era el tipo de peinado de la Reina Roja y la forma en que le fue atado el tocado al cabello, el cinturón y las pulseras.

La recreación del atuendo de este personaje de la realeza palencana, encontrado en el Templo XIII, cubierto totalmente de cinabrio, mineral compuesto por mercurio y azufre, de color rojo, estará listo este mes para su exhibición en el extranjero, en la muestra Golden Kingdoms en el Metropolit­an Museum of Art, en Nueva York, organizada por el museo y el Instituto de Investigac­ión Getty, posteriorm­ente se mostrará en el Museo de Sitio de Palenque. El primer paso para lograr la reconstrui­r del ajuar de la Reina Roja, según lo muestra el restaurado­r Armendáriz, es la superposic­ión de los dibujos, entre ellos los de la antropólog­a física Vera Tesler que la muestran de frente, espalda y de perfi l para de esa forma identifica­r la colocación y distribuci­ón de los objetos con los que fue ataviada.

El segundo paso es el montaje del pectoral, donde se realiza la reordenaci­ón de las cuentas de los collares que llevaba en el pecho, “vamos a montar más de 150 piezas, piedras de diferentes tamaños y colores, verde, amarillo, café y gris”.

“Se colocará el pectoral sobre un soporte de henequén que da una fibra mucho más cerrada, con un color que no compite con las joyas”. El tocado representa a un dios, “no sabemos aún con certeza qué deidad”: Armendáriz La tercera y la última parte de la restauraci­ón del ajuar resultó ser la reconstruc­ción del tocado que llevaba la Reina Roja, explica Constantin­o Armendáriz. “El registro y la numeración de cada una de las teselas que conformaba­n esta pieza, fue muy difícil de armar, debido a que nos enfrentamo­s con formas no conocidas”.

El problema estuvo, según detalla el experto, con que tuvo que trabajar el tocado de la nada. “El conflicto fue que no veíamos cómo prolongar los diferentes ejes para dar relieve, después de identifica­r las piezas clave, pudimos unir los ojos, el entrecejo, de ahí se disparó a la nariz, y empezaron a salir las fauces y los pómulos”.

El montaje es una propuesta experiment­al con materiales naturales, de ahí que recurra a un soporte de madera de cedro y el adhesivo que se utiliza es el copal blanco.

El tocado representa a un dios, “no sabemos aún con certeza qué deidad, es un personaje con una trompa, una nariz y una mandíbula, articulada­s, sus ojos tienen una esclerótic­a bastante grande y una espiral”.

La conclusión del restaurado­r es que el diseño de una obra así, de un ajuar de esta naturaleza, solo pudo ser creado por verdaderos artistas.

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LETICIA SÁNCHEZ MEDEL

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