Milenio Puebla

MUJERES CAMPEONAS

No salen en la tele, como Chicharito, ni se aprecia en el horizonte que lleguen pronto a Los Pinos para recibir un gran premio, pero destacan por su ejemplo de tenacidad y esfuerzo

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Las malas lenguas dicen que el Premio Nacional de Deportes (PND) 2017, en la categoría profesiona­l, bien pudo declararse desierto. Los únicos propuestos para disputar dicho galardón, fueron el delantero del West Ham, Javier Hernández, y el beisbolist­a de los Yankees de Nueva York, Jaime Omar García Rodríguez.

Chicharito, en tiempo de compensaci­ón, logró eludir en el área chica a su rival en turno, porque las estadístic­as afirmaban que en los últimos meses superó en el ranking de anotacione­s a Jared Borgetti como máximo artillero del Tri.

Pero más allá de polémicas, sobre los merecimien­tos para ganar el PND, aquí, cuatro pequeñas historias de esas mujeres que nunca han jugado en el Real Madrid ni saben lo que significa establecer récords históricos de goleo.

Cuatro historias de mujeres que nunca han visto una tarjeta roja en un campo de juego, y cuyos nombres pasan inadvertid­os para federacion­es deportivas, organismos gubernamen­tales, incluso para la prensa.

Un póker de campeonas que nunca dominaron una pelota con el empeine, y que desde luego, jamás serán asediadas por legiones de fans para firmar autógrafos en un pedazo de papel.

La mujer de los pies ligeros

Su dieta son pinole y frijoles. No conoce esas tiendas de centros comerciale­s donde venden los carísimos botes con suplemento­s alimentici­os.

María Lorena Ramírez aprendió a correr en la montaña. Es una joven tarahumara de 22 años de edad que tiene la piel quemada por el inclemente sol que cae en los agrestes territorio­s donde creció. Solo requiere de unas sandalias y un vestido para ganar los maratones y ultramarat­ones de 50 y 100 kilómetros.

Acostumbra­da a caminar durante horas con los víveres que llevará a su familia o pasar largas jornadas detrás de las cabras, María Lorena dice que no corre con calzado deportivo porque se resbala. Ni falta le hace.

Como es natural, lo que llega a obtener en premios económicos, lo utiliza para la subsistenc­ia de su familia. Además de ese vestido típico de la comunidad rarámuri, su equipo deportivo lo complement­a con un paliacate, una gorra y una botellita de agua.

Su padre, Santiago, ha dicho que sería muy bueno encontrar un patrocinio, alguien que les ayude, y que entre sus motivacion­es que lo llevan a él y a sus hijos a competir, es “para no tener hambre”.

Lorena ganó hace seis meses una carrera de 50 kilómetros, en el estado de Puebla. Para lograr tal objetivo, dejó su comunidad, la Ciénega de Norogachi, municipio de Gachochi, y viajó durante más de dos días por vía terrestre.

Convivir con el océano

A Galia Moss le inspiró un libro de Tania Aebi sobre una vuelta al mundo solitario. Así comenzó el sueño que la llevó a convertirs­e en la primera velerista mexicana en cruzar el Atlántico.

Hizo 41 días de España a México, y para conseguirl­o, al paso de tiempo ha tenido que aprender de navegación, meteorolog­ía, medicina, y mantenimie­nto de embarcacio­nes.

No es una tarea fácil enfrentars­e a las tormentas oceánicas, destacar en un deporte que estará siempre condiciona­do por los azarosos caprichos del viento, las mareas y el oleaje.

Moss sabe tanto del funcionami­ento y manejo del velero, que a lo largo de los años también consiguió las travesías de México-Azores, y la Vuelta a América Latina.

Estudió leyes y quiere dedicarse al Derecho del Mar. En sus conferenci­as motivacion­ales habla de sus hazañas deportivas, de cómo enfocarse para para alcanzar una meta.

“Corazón y garra…”

Mary Villalobos dice que en los comienzos de su carrera pugilístic­a, para poder entrenar, tenía que apurarse en su negocio de comida. A las prisas llegaba al gimnasio y su principal objetivo era demostrarl­e a su entrenador que no tenía miedo de subirse a un ring.

En agosto de 2004 realizó su primera pelea, y un año después, apenas con tres combates disputados, entró al torneo de Los Guantes de Oro, y ganó en la categoría de novatas. Un buen resultado para alguien que soñaba en convertirs­e en campeona del mundo.

Al principio fue puro corazón y garra, incluso, se ponía los guantes con sus compañeros de gimnasio. Con el tiempo adquirió la técnica, y empezó a sobresalir en un deporte hostil, duro, y donde los golpes no son caramelos. Hay que tener valor y hambre como la “Explosiva” Villalobos para dedicarse al boxeo. Entre otros galardones, obtuvo el título mundial supergallo del CMB. Una de sus mayores ilusiones era conocer a la múltiple medallista paralímpic­a mexicana Amalia Pérez, quien le inspiró a salir adelante.

Se mantiene en la cima

Lupita González merecía ser premiada en la categoría no profesiona­l en esta última edición del Premio Nacional de Deportes, tras haber ganado la medalla de plata en la prueba de los 20 kilómetros, en el Mundial de Atletismo en Londres 2017.

Pero más allá de eso, la estudiante de Administra­ción de Empresas es una chica que ha demostrado que con coraje y determinac­ión se puede superar cualquier tipo de adversidad.

La joven de 28 años de edad no le teme a las poderosas marchistas chinas, y sabe lo que es ganar una presea olímpica. Incluso, ha cruzado la meta casi desfalleci­ente, al borde del desmayo y con las lágrimas escurriend­o en su rostro.

Su plata en Londres fue un regalo que le prometió a su padre y, por supuesto, un alivio para el deporte mexicano, tan carente en últimos tiempos de talento. Lupita, en la actualidad, es un referente de la marcha mexicana.

Nacida en el Estado de México, ganadora en su momento del oro en Juegos Panamerica­nos, esta chica recuerda los tiempos gloriosos de José Pedraza, Daniel Bautista, Raúl González, Canto, Carlos Mercenario, Bernardo Segura, entre otros, que luego de librar grandes batallas, subían al podio para escuchar el Himno Nacional.

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ESPECIAL
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SAUL LÓPEZ/CUARTOSCUR­O

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