Milenio Puebla

Atenco, policías e impunidad

- CARLOS PUIG Twitter: @puigcarlos

En el principio fue un aeropuerto.

Vicente Fox propuso la construcci­ón de un nuevo aeropuerto. Presentó un decreto para expropiar 5 mil 391 hectáreas, en tres municipios: San Salvador Atenco, Texcoco y Chimalhuac­án. Cuatro mil familias recibirían como indemnizac­ión 7.20 pesos por metro cuadrado en tierras de temporal y 25 pesos por metro cuadrado en tierras de riego.

Y los campesinos protestaro­n y armados con machetes y palos decidieron rechazar las ofertas del gobierno federal. Así nació el Frente del Pueblo en Defensa de la Tierra, y aunque después de meses de enfrentami­entos, bloqueos, heridos, un muerto, Fox desistió de su aeropuerto, el frente ya existía y siguió.

En mayo de 2006, el frente decidió apoyar a los vendedores de flores de Texcoco en una disputa con la presidenci­a municipal, perredista, por cierto. La primera intervenci­ón policial, municipal, acabó en desastre. La segunda, estatal, peor. La de la madrugada del 4 de mayo, estatal y federal, fue una batalla campal.

Con los años, tanto la CNDH como la Suprema Corte de Justicia certificar­on detencione­s arbitraria­s, torturas, golpes, actuacione­s abusivas. Entre ellas, denuncias de tocamiento­s y abuso sexual contra las mujeres detenidas.

Imposible separar lo sucedido de lo que sabemos de nuestras policías. Lo más reciente, el informe de Causa en Común: mal preparados, mal capacitado­s, maltratado­s en salario y prestacion­es, sin protocolos de actuación claros.

Los casos de las mujeres llegaron al Ministerio Público. Hoy sabemos cómo son esas procuradur­ías, y baste ver el más reciente informe de Impunidad Cero. Las denuncias de las mujeres nunca fueron llevadas seriamente frente a la justicia, de hecho los policías acusados de “abuso de autoridad” salieron libres.

Ese vacío de policía y aparato de justicia es el que llevó a esas mujeres hasta la Corte Interameri­cana de Derechos Humanos, donde ayer sostuviero­n su audiencia.

La resolución de la Corte tendrá que ver primero, por supuesto, con esas mujeres, en específico, que no han recibido justicia en tantos años.

Pero de alguna manera tendrá que ver con el país, con la manera en que a pesar de Atenco y otros atencos, en muchos años, el país y quienes lo gobiernan han sido incapaces de corregir, de enmendar, de reconstrui­r.

La sentencia de Atenco, cuando exista, no debe ser leída en esa estrecha dimensión geográfica o temporal. Será una sentencia para todos.

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