Milenio Puebla

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o pocos líderes y dirigentes del PRI dicen que el presidente Peña Nieto “engaña con la verdad”. ¿Por qué? Porque suponen que desde el cambio de estatutos del PRI —que permite postular a un simpatizan­te como candidato presidenci­al—, preparó el terreno para ungir a José Antonio Meade como aspirante tricolor a 2018.

Para explicar el “fenómeno Meade”, otros prefieren recordar el viejo refranero popular: “Si tiene pico de pato, patas de pato, grazna como pato y es palmípedo, entonces es un pato…” y rematan con un lacónico: “entonces el bueno es Pepe Toño Meade”.

Y no faltan los que a partir de la lógica política elemental explican el “fenómeno Meade” en sentido contrario. Es decir, suponen que si el candidato del PRI pudiera ser otro distinto al titular de Hacienda, “el Presidente ya debió parar la cargada a favor de Meade”.

Y la razón del señalamien­to es de estricto sentido común: “Hoy, con la cargada desatada a favor de Pepe Toño Meade”, será más complicado, difícil, complejo y hasta más costoso sembrar en el ánimo colectivo a otro candidato presidenci­al distinto a Meade”.

Y es que, en efecto, el imaginario colectivo da por hecho que “los dados de la sucesión en el PRI” están cargados a favor del secretario de Hacienda, a quien todos quieren saludar y felicitar en eventos públicos y políticos, al que le han aparecido muchos más méritos de los propios —a pesar de que es uno de los servidores públicos más preparados—, y al que no ven con malos ojos no solo buena parte de los líderes del PRI, sino muchos del PAN y hasta algunos del PRD.

Más aún, entre la peculiar clase política mexicana también los hay que aventuran que el ejercicio de dejar crecer la cargada a favor de Meade, no es una casualidad y tampoco una ocurrencia. Es una estrategia.

A su vez, especialis­tas en marketing, imagen y mercadotec­nia aseguran que lo ocurrido en el caso Meade es una modalidad de encuesta que habrían puesto en práctica el presidente Peña y el PRI.

Dicho de otro modo; se dejó correr la especie de que Meade es el potencial candidato presidenci­al del PRI para conocer la aceptación, penetració­n o rechazo que provocaba el titular de Hacienda.

Y el ejercicio ha tenido tal éxito que el PRI y el gobierno federal ya tienen a su candidato presidenci­al, con el consenso y la aceptación política y social suficiente­s como para dar el paso siguiente; la presentaci­ón en sociedad y la exaltación de sus cualidades como hombre del poder y del sistema, que no pertenece a la clase política, tampoco al PRI y que es capaz de responder a los exigentes enemigos de los partidos.

Por eso, a Meade ya lo candidatea­ron el dueño de Morena y el jefe del PAN; AMLO y Anaya, respectiva­mente, quienes lo dan como “el bueno” del PRI.

Además, en muchas de las encuestas de redes sociales, el puntero se llama José Antonio Meade; fenómeno similar al que se produce en consultas realizadas en sectores como el académico y universita­rio.

Incluso “el fenómeno Meade” trasciende fronteras. Y es que, por ejemplo, el Banco Suizo dio a conocer un informe en el que revela que el titular mexicano de Hacienda “está claramente en la disputa” por la candidatur­a presidenci­al del PRI. En pocas palabras, lo dan como “el bueno”.

Lo mismo ocurre entre el sector financiero internacio­nal, en donde Meade ya es visto como el más potente sucesor del presidente mexicano. Pero el apellido Meade es aún más notorio en esa comunidad si se toma en cuenta que México requerirá como presidente a un especialis­ta en finanzas, economía, comercio y derecho internacio­nales. ¿Por qué? Porque más allá de lo que resulte de la renegociac­ión del TLC, el nuevo mandatario mexicano deberá impulsar nuevos mecanismos de comercio global para mantener el desarrollo del país. Meade, dicen los especialis­tas en comercio internacio­nal, sería el presidente ideal para el momento que vive México.

Lo cierto es que cuando se compara la experienci­a laboral y la preparació­n académica de los precandida­tos de todos los partidos, además del desempeño en responsabi­lidades de gobierno —en secretaría­s de Estado—, el mejor calificado se apellida Meade.

Por si fuera poco, un sondeo de opinión de Consulta Mitofsky —realizado entre 800 líderes de todo el país—, revelan que Meade es la persona “más capaz” para dirigir al país y el preferido por el mayor número de líderes” en todo México.

En efecto, hoy nadie sabe si el PRI y el presidente Peña Nieto ya decidieron quién será el candidato presidenci­al del PRI.

Lo que si saben, tanto el Presidente como el jefe del tricolor y la sociedad en general, es que ya construyer­on a un potente precandida­to presidenci­al, que no cargará con el “sambenito” de ser priista, y que se llama José Antonio Meade.

Al tiempo.

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JAVIER RÍOS El presidente Enrique Peña Nieto y el secretario José Antonio Meade.
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