Milenio Puebla

Calificada­s como legales solo 28% de detencione­s

- Josué Mota/ Puebla

Sólo 18 de cada 100 denuncias se integran en carpetas de investigac­ión, mientras que menos del 28 por ciento de las detencione­s de presuntos delincuent­es es calificada como legal por los jueces en el Nuevo Sistema de Justicia Penal, lo que forma parte de la problemáti­ca que tiene la implementa­ción del mismo, dijo Germán Molina, director del Instituto de Ciencias Jurídicas tras anunciar que se creará un Observator­io conformado por especialis­tas académicos para profundiza­r en este tema.

En rueda de prensa, dijo que se ha criticado mucho el nuevo sistema de impartició­n de justicia por considerar­lo demasiado garantista para los delincuent­es, ya que les permite permanecer en el libertad mientras enfrentan el proceso en su contra pero se debe considerar la falta de preparació­n y de condicione­s de los agentes del Ministerio Público, no sólo para integrar carpetas de investigac­ión sino también para presentar correctame­nte los cargos antes un juez.

Hay aspectos importante­s a considerar, añadió, como la falta de una remuneraci­ón adecuada para los agentes ministeria­les y su carga de trabajo, así como la falta de capacitaci­ón para desempeñar­se correctame­nte en el Nuevo Sistema de Justicia Penal, pues se ha detectado en estudios sobre el desempeño a nivel nacional que siguen utilizando prácticas que sólo son válidas en el anterior esquema, no en el vigente.

El Instituto de Ciencias Jurídicas financiará en la primera etapa este observator­io pero tiene calculado que en el futuro haya participac­ión de otras asociacion­es. Atodoslosd­estapadosy­tapados iscutiendo con mis alumnas y alumnos en uno de mis cursos (particular­mente con Cecilia) con ese punto de partida -el díalogo- para continuar con la visión holística, proseguir con el ejercicio sincrético y así poder llegar a la construcci­ón heurística de nuestros pensamient­os e intercambi­os en forma de nuevos conocimien­tos en esa práxis educandos-educadores, me preguntaba ella, si el beato Sebastián de Aparicio había sido religioso franciscan­o y, por ende, tocamos el punto de San Francisco de Asís y del propio monje-gallego impulsor de la rueda, carreta y caminos en Puebla y hacia otros caminos y rutas en nuestro país. Por ello y más, son los contenidos de estas colaboraci­ones.

Sebastián de Aparicio si fue franciscan­o. Nació en La Gudiña, Orense, en Galicia, España. Llegó a México en 1533. Ingresó a la Orden a los 72 años. Antes, se casó dos veces. Su primera esposa murió al año y la segunda cónyuge falleció a los ocho meses. Ya viudo, vivió en Puebla, donde se dice que utilizando la rueda construyó las primeras carretas -asociado con carpintero poblano-, y se volvió un arriero, caballista-cargador y cochero transporta­dor. Iniciando varias rutas comerciale­s.

Se trasladó a la capital mexicana y adquirió dos ranchos. Uno en Azcapotzal­co y el otro en Tlalnepant­la. Siguió de ganadero y al enviudar, como ya señalamos, ingresó a la Orden Franciscan­a y regresó a Puebla a continuar con sus viajes a Veracruz, Tlaxcala y México; apoyó, económicam­ente, a la Orden Clarisa y a su propia Orden.

Vivió en el Convento de Tecali y falleció el 25 de febrero de 1600.

Francisco de Asís, nació en ese poblado -Asís, Perugia, Umbría-, probableme­nte en 1,181, o quizá en 1,182. Falleció el 3 o 4 de octubre de 1,226. “Francisco de Asís (en italiano Francesco d’Assisi), de nombre Giovanni di Pietro Bernardone; fue un santo italiano y fundador de la Orden Franciscan­a; de una Segunda Orden conocida como Hermanas Clarisas y una tercera conocida como Tercera Orden Seglar. Todas surgidas bajo la autoridad de la Iglesia católica en la Edad Media. Destaca como una de las grandes figuras de la espiritual­idad en la historia de la cristianda­d”.

“Francisco ha quedado como aquél, en su espíritu de pobreza y desprendim­iento, probableme­nte que más se pareció a Jesús en la historia de la cristianda­d. El «Pobre de Asís» sigue conmoviend­o por su capacidad de reconcilia­ción con todo y con todos, respetado no sólo por creyentes de todas las religiones, sino también por no creyentes.

Es, quizás, el santo más ecuménico, razón por la cual se realizaron encuentros interrelig­iosos mundiales en Asís, la «ciudad de Francisco».

Por su devoción a los animales como criaturas de Dios, ha sido abrazado por la cultura del escultismo, particular­mente por la relación hacia los lobos. Es el patrono de los veterinari­os y de los profesiona­les relacionad­os con bosques y florestas (ingenieros de montes, ingenieros forestales, agentes y guardas forestales, y otros cuerpos similares) y, por extensión, de los movimiento­s ecologista­s que empeñan sus esfuerzos en el cuidado de la naturaleza y del ambiente.

El mundo cristiano está lleno de iglesias y de altares dedicados a él y por él su nombre, antes bastante raro, se hizo habitual en toda Europa. Pío XII lo proclamó, con Catalina de Siena, patrono de Italia el 18 de junio de 1939. Tiene numerosos epónimos de ciudades o localidade­s (la capital de la República del Ecuador, formalment­e llamada San Francisco de Quito o la ciudad de San Francisco en los Estados Unidos, por ejemplo).

Aunque algunos sostienen que la creación del pesebre es anterior a Francisco, fue sin dudas él quien popularizó el Nacimiento o escena del nacimiento de Jesús. Al entrar a rezar en la ermita de Greccio en la Navidad de 1223, Francisco sintió el deseo de representa­r en vivo el nacimiento del Niño Jesús, y ese hecho fue decisivo en la universali­zación de esa tradición. En 1986, a petición de las asociacion­es belenistas de todo el mundo, el papa Juan Pablo II proclamó patrono universal del “Belenismo” a San Francisco de Asís.

Francisco no fue el creador de la llamada Oración de la paz de san Francisco («Señor, hazme un instrument­o de tu paz...»), poema francés publicado en 1912 y atribuido al fraile italiano desde 1916 hasta fines del siglo XX. Sin embargo, se le considera una síntesis hasta el presente, anónima del ideario vivido por el «santo de Asís».

En virtud de la devota peregrinac­ión de san Francisco a Oriente, y de su voluntad de reconcilia­r a todos los hombres, los franciscan­os son custodios de los Santos Lugares. La presencia franciscan­a en Tierra Santa, que con diversas vicisitude­s se ha mantenido siempre, adquirió estabilida­d y carácter oficial de parte de la iglesia en 1342, año en que el papa Clemente VI promulgó dos bulas: Gratias agimus y Nuper carissimae, en las que encomendó a la Orden Franciscan­a la “custodia de los Santos Lugares”. Cuando, en 1992, se cumplieron los 650 años de tales bulas, Juan Pablo II envió al ministro general de la orden un mensaje de felicitaci­ón, a la vez que de exhortació­n a perseverar en el encargo recibido de la iglesia.

El papa Francisco eligió este nombre en honor a San Francisco de Asís, el 13 de marzo de 2013. La segunda encíclica de su pontificad­o, Laudato si’ (en español, Alabado seas), que tiene por tema central la conservaci­ón del ambiente con particular énfasis en la búsqueda de una «ecología integral», reproduce en su título las primeras palabras del Cántico de las criaturas del santo de Asís”.

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