Lo mejor está por venir
C uando se vive el infierno de las adicciones, uno de los mensajes más esperanzadores y que hace resonancia en quienes padecen la enfermedad, es cuando alguien les da la bienvenida a su proceso de desintoxicación y rehabilitación diciéndoles: “¡Lo mejor está por venir!”.
Después de todo, ¿qué puede ser más grave para un adicto que ha comenzado el camino de las pérdidas irreversibles y se ha sumido en el desierto de la dependencia, perdiendo el sentido de todo y en un tremendo vacío existencial?
Una de las frases más reconocidas en ese sentido, entre un adicto en recuperación que le extiende la mano a uno que llega pidiendo ayuda, es cuando le dice: “No te prometemos el cielo, pero sí te aseguramos salir del infierno en que vivías”.
Como muchas veces lo he escrito y lo digo en la consulta privada, o en mis presentaciones en público, el trato a un adicto que está buscando apoyo o a quien se está tratando de intervenir para que acepte ayuda debe ser desde el corazón, con palabras esperanzadoras y compartiendo la experiencia de quienes sí han podido derrotar esta terrible enfermedad, pues de nada sirve tratar de darles sermones moralista, reprenderlos, juzgarlos o hablarles desde una cumbre espiritual.
Lo que un enfermo de adicción necesita es, en primera instancia, entender que lo que padece es un trastorno de su salud que le ha hecho perder su poder de decisión ante la sustancia y el juicio razonable, por lo que de nada sirven las promesas, juramentos o la “fuerza de voluntad”, sino entender su padecimiento y seguir las indicaciones para lograr la abstinencia.
También requiere ser tratado con respeto y dignidad, sin prejuicios o señalamientos, sino como cualquier enfermo que está luchando por recuperar su salud, en este caso física, mental, incluso, espiritual.
La frase “lo mejor está por venir”, en sí misma, tiene un gran poder si a través de las herramientas terapéuticas indicadas se logra convencer al adicto de la necesidad o conveniencia de un cambio que le lleve de las sombras del sufrimiento a la luz de la alegría de vivir.
Al decirle que no a un nuevo consumo, se evita la intoxicación, las consecuencias de la misma, no hay borrachera, no hay cruda, no hay remordimientos, no hay desastres y poco a poco se va recuperando la claridad de pensamiento, el estado anímico y con paciencia, los mejores días están por venir por lo que como también dicen los adictos rehabilitados: “No cambio el mejor día en el consumo por el peor en recuperación”.