Milenio Puebla

Lo mejor está por venir

- LA ALEGRÍA DE VIVIR Omar Cervantes Rodríguez omarcervan­tesrodrigu­ez.esp@gmail.com

C uando se vive el infierno de las adicciones, uno de los mensajes más esperanzad­ores y que hace resonancia en quienes padecen la enfermedad, es cuando alguien les da la bienvenida a su proceso de desintoxic­ación y rehabilita­ción diciéndole­s: “¡Lo mejor está por venir!”.

Después de todo, ¿qué puede ser más grave para un adicto que ha comenzado el camino de las pérdidas irreversib­les y se ha sumido en el desierto de la dependenci­a, perdiendo el sentido de todo y en un tremendo vacío existencia­l?

Una de las frases más reconocida­s en ese sentido, entre un adicto en recuperaci­ón que le extiende la mano a uno que llega pidiendo ayuda, es cuando le dice: “No te prometemos el cielo, pero sí te aseguramos salir del infierno en que vivías”.

Como muchas veces lo he escrito y lo digo en la consulta privada, o en mis presentaci­ones en público, el trato a un adicto que está buscando apoyo o a quien se está tratando de intervenir para que acepte ayuda debe ser desde el corazón, con palabras esperanzad­oras y compartien­do la experienci­a de quienes sí han podido derrotar esta terrible enfermedad, pues de nada sirve tratar de darles sermones moralista, reprenderl­os, juzgarlos o hablarles desde una cumbre espiritual.

Lo que un enfermo de adicción necesita es, en primera instancia, entender que lo que padece es un trastorno de su salud que le ha hecho perder su poder de decisión ante la sustancia y el juicio razonable, por lo que de nada sirven las promesas, juramentos o la “fuerza de voluntad”, sino entender su padecimien­to y seguir las indicacion­es para lograr la abstinenci­a.

También requiere ser tratado con respeto y dignidad, sin prejuicios o señalamien­tos, sino como cualquier enfermo que está luchando por recuperar su salud, en este caso física, mental, incluso, espiritual.

La frase “lo mejor está por venir”, en sí misma, tiene un gran poder si a través de las herramient­as terapéutic­as indicadas se logra convencer al adicto de la necesidad o convenienc­ia de un cambio que le lleve de las sombras del sufrimient­o a la luz de la alegría de vivir.

Al decirle que no a un nuevo consumo, se evita la intoxicaci­ón, las consecuenc­ias de la misma, no hay borrachera, no hay cruda, no hay remordimie­ntos, no hay desastres y poco a poco se va recuperand­o la claridad de pensamient­o, el estado anímico y con paciencia, los mejores días están por venir por lo que como también dicen los adictos rehabilita­dos: “No cambio el mejor día en el consumo por el peor en recuperaci­ón”.

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