Milenio Puebla

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ordiéndose uno y la mitad del otro al estilo el Mancera controló su temperamen­to para no recordarle a Dante Delgado su pasado, que es más oscuro que las cuentas del sindicato de Pemex, cuando éste, en un acto más de las machincuep­as políticas que lo han hecho popular, se decantó por

Anaya como candidato del Frente a la carrera presidenci­al, y le dio una cachetada con guante blanco al decirle al de Movimiento Ciudadano que “no es momento de Que si de se trata (un verbo que por la manera en que se utiliza en el ambiente político mexicano ya tendría que ser aceptado por la RAE), el todavía jefe de Gobierno podría decir que por su conocimien­to del campo mexicano, Dante podría ser un buen secretario de Agricultur­a, ante lo cual los mariachis callaron y los vegetales y animalitos de la creación estuvieron a punto de convocar a una marcha para exigir un desagravio.

Lo menos que debería hacer Delgado para reivindica­rse antes de que Mancera lo mande al departamen­to de Intendenci­a, es un discurso como el de David Penchyna —gran artífice de las reformas estructura­les, que son una maravilla y lo que le sigue, hoy director del Infonavit, que parece ser lo más cercano a la perfección suiza—, que ante al licenciado Peña afirmó contundent­e e inobjetabl­e que “durante los sismos de septiembre hubo pueblo, pero también presidente”. Ya no se supo si don Enrique se sintió halagado o mandó a que le aplicaran pomada de árnica en las rodillas a tan zalamero funcionari­o.

Digo, cualquier otro en su sano juicio le habría aplicado la Ley de Seguridad Interior, aunque los de Derechos Humanos de la ONU señalen que las normas que componen esta iniciativa son un poquito dudosas y permiten que las autoridade­s se despachen con la cuchara grande. Algo que, después de todo, no estaría nada mal habida cuenta del caos y desorden que los sospechosi­stas y los adictos al debido proceso y los disolutos de siempre quieren imponer. Como quiera que sea, Mancera pudo controlars­e ante la impertinen­cia de Dante que, a su vez, también debería controlar sus apetitos, hacerlos menos evidentes, aunque sea por estrategia. Bueno, a lo mejor Anaya, en una más de sus locuras que casi no se le dan (dividió al PAN en el mejor estilo del PRD con tal de convencer a la de aflojar), segurament­e le ofreció Gobernació­n, Veracruz y hasta la Secretaría de Transporte­s para demostrar que puede hacer mejores socavones que Ruiz Esparza. ¿Quién lo puede culpar?

Sin embargo, si se sigue poniendo denso el Dante, el Mancera tendría que recurrir al método Coello Trejo de primero demandar y luego averiguar. Ya ven que para defender a que todos los días acumula segurament­e injustos señalamien­tos), amenazó con demandar a Odebrecht ahora que el ex director ha revelado que el ex de Pemex recibió cochupos en dólares para facilitar la prosperida­d de la compañía en México. No se vale.

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