SELLOS INDEPENDIENTES: SOBREVIVIR A LA CRISIS
Hablar de compañías discográficas independientes en 2017 parece un despropósito; sin embargo, cualquier melómano sabe de la necesidad de las mismas y que su permanencia es tan vital como la de conservar cualquier especie animal. Erróneamente se cree que ha sido el rock el territorio más fértil para su crecimiento, tal vez porque en los setenta su presencia mediática comenzó a ser mayor a la alcanzada por sellos de jazz como Impulse o Prestige en décadas anteriores, aunque en realidad estas compañías prácticamente nacieron en cuanto aparecieron los primeros discos.
En México, las independientes han sido esenciales para el desarrollo del rock, pero ¿tienen futuro?, ¿son necesarias o un acto de desesperación? ¿Tienen identidad o carecen de ella?
Pieza fundamental en el rompecabezas de discográficas de este país fue Opción Sónica, sello que, dice Edmundo Navas, su creador, “nació en 1987 como una extensión de Grabaciones Lejos del Paraíso, con el objetivo de traer a México las músicas más raras y adelantadas”. La independiente murió en 2003, “no sin antes dar a conocer los primeros trabajos de artistas disímbolos como Jaramar, La Barranca, Iraida Noriega, Julio Revueltas, Los Esquizitos, Magos Herrera, Lost Acapulco y Salón Victoria, entre otros”.
Paradójicamente, esa diversidad en el elenco que para algunos es sana, ha hecho más daño a estas compañías, pues la necesidad o las ganas de ampliar un mercado, impulsar a un músico o ayudar a un amigo, ha impedido que los sellos alcancen una identidad global (diseño y música), similar a la de compañías como 4AD, Ralph Records, Recommended Records o Factory.
Rafael González (Botellita de Jerez) fundó, con Antonio Sánchez (Las Ánimas), Discos antíDOTO en 2002, y llevó a cabo un trabajo intenso hasta 2005, “tiempo en el cual logramos hacer un catálogo de 40 títulos aproximadamente entre licencias y producciones propias. Llegué a producir los discos de Laura Vázquez, Dildo, Monocordio, Ensamble Galileo, Palomazo Informativo, entre muchos otros”.
Ese mismo año, pero en Tijuana, surgió Static Discos, sello referente de la música electrónica nacional. Ejival, su fundador, señala: “Fue un subsello de nuestro primer sello, Nimboestatic, enfocado a productores de música electrónica. Con el tiempo éste desapareció y Static Discos quedó como el principal. El objetivo es promover la música electrónica realizada en México, demostrar que aquí también se puede realizar música de primer nivel. Nunca nos pensamos como un sello mexicano, sino como uno de artistas con capacidad internacional”.
Uno de los sellos más prolíficos de la escena nacional es Intolerancia, cuyo catálogo asciende a más de 500 títulos. Fundada en 1993, aunque con actividades más regulares a partir del presente milenio, la compañía, afirma Sal Toache, su director artístico, es “un sello fundado por músicos y uno de los objetivos iniciales era generar una estructura que produjera a artistas independientes que tuvieran una voz propia”.
Para Toache, “la identidad de un sello discográfico la dan sus artistas, y en el caso de Intolerancia podría definirlo como un sello discográfico independiente, ecléctico, incluyente, flexible y en resistencia constante. Es independiente porque funciona sin financiamiento trasnacional; ecléctico porque no es un sello boutique que solo firma un sonido o género musical; es incluyente porque trabaja con músicos de todos los géneros, formas de pensar, actuar, componer; flexible porque se adecua a diferentes realidades y en resistencia porque se mantiene constantemente sorteando obstáculos, atravesando crisis, desarrollando proyectos que no están en el radar de las disqueras convencionales”.
Israel Olguín es baterista de Garrobos, pero también dirige BamBam Records, sello fundado en 2006 y que nació de una necesidad básica: Nuestra aportación es dejar un antecedente en virtud de que hace algunos años muchas agrupaciones existieron y fueron muy buenas, pero esa experiencia solo la conocieron quienes asistieron a algún concierto ya que jamás se les ocurrió grabar un disco o dejar documento. Hoy día es más sencillo porque existe internet, pero la mayoría de las bandas no se preocupan por ese detalle aún existiendo todas estas herramientas. Justo es donde entra la labor de un sello discográfico: apoyar a la difusión de esta experiencia histórica”.
Así, sellos van y sellos vienen. Para algunos son superfluos; para otros, fundamentales. Lo cierto es que, coinciden los entrevistados, aún son necesarios.