ENTRENADORA CANÓFILA LOGRA CERTIFICACIÓN INTERNACIONAL recibieron por parte de la Organización Internacional de Perros al Rescate, Andrea y “Kiara” pueden apoyar en cualquier desgracia internacional tanto en ayuda, búsqueda como en cualquier rescate que
La entrenadora canófila de origen alemán, Andrea Kathrin Reichow Jiménez, se convirtió en la primera rescatista en conseguir para Puebla y la Cruz Roja la certificación por parte de la Organización Internacional de Perros al Rescate (IRO, por sus siglas en inglés). Esta es la décima para nuestro país.
Por el registro internacional que recibieron, Andrea y “Kiara” pueden apoyar en cualquier desgracia internacional tanto en ayuda, búsqueda y rescate que amerite la situación.
Ella participó en las labores de rescate del pasado terremoto del 19 de septiembre en la Ciudad de México y, posteriormente, el 1 y 2 de diciembre, acudió junto con su binomio, —una pastor belga, de cuatro años de edad—, a la evaluación del IRO, misma que aprobaron.
Agrega que ella y la perrita “Kiara” estuvieron una semana en Ciudad de México. Apoyaron a personas de la delegación Álvaro Obregón y Tlalpan. Afortunadamente su compañera logró identificar a algunas personas que quedaron atrapadas en un edifico que se derrumbó. Desconoce cuántas pudieron ser y si estaban con vida o habían perecido.
En la certificación participaron dos binomios de la ciudad de Puebla. En total hay nueve en la delegación estatal, quienes trabajan todos los días con sus compañeros. Unos se dedican al rescate terrestre y otros al acuático.
En el caso de “Kiara” fue su primera actuación durante un desastre natural.
De hecho, detalla, viven con ellos para que sea mayor la identificación entre las parejas, las cuales los domingos practican en las tareas de rescate en las instalaciones de la Vieja Noria.
Además de que tienen un convenio de colaboración, apoyo y capacitación con su similar de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Kathrin Reichow cuenta que convive más con su can que con su familia. “Todos los días entrenamos tres horas, salimos a caminar y realizamos ejercicios de búsqueda y rastreo”.
Añade que tras ganar la certificación difundió su hazaña, “y mis hijos me reprocharon en tono de broma que quería más a ‘Kiara’ que a ellos (…) Después corregí y dije que nada supera a la alegría que sentí cuando nacieron”.
Presume que toda su vida ha estado ligada al cuidado y atención de perros, hasta que un día se cuestionó qué podría hacer para apoyar a la gente, fue así como surgió la idea de incorporarse a las tareas de búsqueda y rescate.
Vi que hay una manera de apoyar y ayudar en caso de un desastre junto con mi perro. Yo tenía una perra antes y me dio mucha satisfacción el poder apoyar y lo mejor es que no tengo que dejarla sola en casa para poder ser socorrista”, destaca.
Apunta que fue así como empezó a entrenar binomios canófilos y que hace 20 años llegó a nuestro país desde tierra Bávara.
Menciona que durante la emergencia de rescate por el movimiento telúrico del pasado 19 de septiembre, acudieron a la capital para incorporarse a las jornadas, logrando así indicar dónde se encontraban algunas personas de entre los escombros.
No sé a cuántas he rescatado. Porque ellos están bajo dos o tres metros, bajo escombros, el hecho de tener que retirar todo ese escombro no podemos estar viéndolo, entonces yo aviso al mando que mi perro marcó este lugar, que ahí puede haber alguien y ellos empiezan a enfocarse en ese lugar, pero generalmente mandan a otro perro para que (ratifique y) estén seguros y luego empiezan a trabajar, enfocarse en ese lugar. Es mucha gente, se imaginan que yo misma quité los escombros, pero no es así. ‘Hola, señora, ya venimos al rescate’, pero no es así, así no necesitaríamos perros, podríamos hacerlo nosotros mismos”, detalla.
Destaca que cuando ella junto con su pareja canina logran rescatar a una persona se enteran mucho tiempo después y eso es porque les informan.
“No tenemos interacción con esas personas, porque dos o tres metros de escombro no se quitan en un dos por tres, son grúas gigantescas que cargan placas enteras, de tres por tres o más, o (hasta de) cinco metros, que fueron pisos o techos, sería desperdiciar muchos recursos dejarnos ahí hasta ver cuándo la sacan, entonces, a veces quisiéramos más retroalimentación, pero no se puede. Me dicen ‘esta señora está muy agradecida’, pero ni yo ni la señora se entera quién la rescató”, cuenta.
Indica que empezó a entrenar a
Participó en las labores de rescate del pasado terremoto del 19 de septiembre en la CdMx
“Kiara”, de cuatro años de edad, desde hace casi tres años. Pero la especialidad de perros de búsqueda y rescate inició en la Cruz Roja Mexicana (CRM) desde hace cinco años, con la finalidad de ayudar a los voluntarios y rescatistas en actividades específicas.
Aunque dice que todos los canes cuentan con un excelente olfato, aclara que no todos sirven en esta labor.
Detalla que los perros rescatistas necesitan tener carácter, temperamento y entrenamiento muy particulares para poder desempeñar esta labor.
Asimismo, remarca que su preparación debe ser, de preferencia, desde cachorros, porque más grandes pueden tener alguna manía que impida o dificulte su desempeño.
Insiste que son animales que deben ser entrenados desde cachorros y desarrollar distintas capacidades, como la convivencia con personas, obediencia y un gran temple para soportar el estrés que se vive en situaciones de emergencia.
“Afortunadamente ya entendimos que se pueden preparar sin lastimar o ser sometidos (…) incluso hay quienes lo hacemos jugando, lo cual les da un mayor desenvolvimiento”, expresa.
Da a conocer que sus mascotas han contado con entrenamiento desde muy pequeños. “Desde las primeras semanas, yo tiré las croquetas al pasto, un pedazo de pasto que tengo en mi casa, y todos los cachorros buscaron su croqueta en el pasto. Creo que ya quitamos el estrés en el trabajo y les enseñamos a usar la nariz”.
Apunta que la formación ya más en forma inició hasta año y medio después. “Ya más fuera del juego, que es como empezamos”.
Remarca que con este método los animales no se percatan que están trabajando, “creen que están jugando. La formación del perro debe de ser positiva, jugando. Creo que los tiempos en los que ejercíamos presión para obligarlos a hacer cualquier trabajo ya son del pasado, antes no se sabía este método y se usaba mucho el castigo, veo que ahora dan resultados para entrenar”.
Añade que con este método le dan mucha confianza a sus canes, lo cual muestra su pareja.
Manifiesta que son perros entrenados, en un primer momento, en búsqueda deportiva —para lo cual emplean una pelota, misma que los enseñan a localizar, incluso en grandes extensiones— y, posteriormente, observando el comportamiento del can, es como se decide si son aptos o no para labores de rescate.
Informa que “Kiara” ha participado en cursos de búsqueda y rescate impartidos por Protección Civil en la UNAM.
La entrenadora recuerda que tanto para su asistencia a la certificación como a las labores de rescate en la capital del país, estuvieron trabajando intensamente, preparándose mutuamente para actuar cuando fuera necesario.
Por lo que respecta a la evaluación, cuenta que fueron sometidos a muchas pruebas, entre ellas la de la obediencia y la búsqueda en un área muy grande.
Dice que en ella participaron binomios procedentes “no sólo de Asia y Europa, porque fueron muchos de Latinoamérica, como Colombia, Costa Rica, Canadá y México, y van muchos jueces”.
Abunda que la evaluación se hizo en la zona conocida como Tres Marías, en una zona boscosa y con muchos obstáculos.
“Tuvimos que encontrar ‘víctimas’ en un tiempo de veinte minutos. Además de que evaluaron durante las prácticas que puedo ser capaz de controlar a mi perra, de llevarla o hacerla correr a la izquierda o a la derecha”, cuenta.
De igual forma, destaca que la hicieron caminar por una escalera vertical, entre otras pruebas.
Finalmente, señala que los canes entrenados para este tipo de rescate pueden estar activos hasta por ocho o nueve años, pero ello dependerá de la condición de cada uno, pero aclara que no es recomendable más de ese lapso, ya que son sometidos a jornadas exhaustivas en las que se requiere de animales completamente sanos.