LOS HÉROES QUE NO IMAGINAMOS
Siempre nos estamos comparando con los demás. Nos consuela saber que hay personas en peores situaciones que la nuestra, pero nos gana el prejuicio cuando éstas quieren demostrar que no hay barreras para ser felices y ayudar a los demás
Suele suceder: si estamos gordos, invariablemente nos fijamos en quién está más obeso que nosotros o recientemente subió de peso. Si traemos un atuendo horrible en una fiesta, automáticamente buscaremos al que viene peor vestido, tratando de sentirnos mejor. O está también la eterna lucha entre personas que se dedican a diferentes profesiones relacionadas con las ciencias exactas —como ingenieros, actuarios y financieros— contra gente que se dedica a las humanidades —como filósofos, escritores y artistas—, argumentando los primeros que es mucho más difícil lo que ellos hacen y genera mejoras y avances pues resulta mucho más complicado saber cómo hacer un puente o entender las economías del mundo. Y tienen razón, sin embargo, es igual de valioso crear una historia o relatar acontecimientos para generar ideas y pensamientos. Es igual de bello y meritorio un edificio bien hecho que una película que te hace llorar.
Sin embargo, y aquí hablo por experiencia, si un cojo se encuentra con alguien que usa andadera, lo primero que pensará será: “Bueno, hasta eso, yo no estoy tan mal”. Incluso a mí me pasa; muchas veces llego a pensar: “Bueno, pero él es ciego de nacimiento, yo apenas hace algunos años dejé de ver”. Pero, si lo pienso mejor, ¡es una estupidez! Los dos estamos igual de ciegos, ninguno de los dos ve más clara o brillante su negrura.
También entra el caso de la gente que es “superior” desde su perspectiva, llámese médico, policía, abogado o quien sea que tenga un conocimiento o práctica de algo. Ellos llegan a pensar que la gente a la que atienden es inferior por el hecho de no saber tanto. Se muestran prepotentes o déspotas solo porque la gente que está del otro lado es ignorante en esa materia.
Entre las personas con discapacidad esto a veces se acentúa al grado de ser cómico. El otro día fui al banco a abrir una cuenta. Cuando llegué a pedir informes me atendió la gerente, una mujer mayor que supongo tenía algún padecimiento como artritis o algo parecido. Sus manos y dedos estaban completamente torcidos, sin embargo, era evidente que nadie ponía en duda sus habilidades y capacidad. Tan no lo hacían, que era la gerente de esa sucursal.
Sin embargo, ella no pensaba de la misma forma. Al pedir los informes y decirle que quería abrir una cuenta, lo único que me dijo fue: “¿Y cómo la vas a firmar, si no ves?” Del coraje, únicamente pude responder: “Pues si tú puedes tomar una pluma y logras hacer una firma con las manos así, no veo el impedimento para que yo pueda lograr lo mismo”.
Muchas veces pensamos que la limitación del de enfrente es mucho más grave, y en consecuencia tomamos una actitud por arriba del otro. La mayoría de las personas nunca es consciente de que desde que nace tiene comprado un boleto en el tren de la discapacidad y simplemente no sabe en qué momento ni en qué vagón se subirá. Todos, en mayor o en menor medida, formamos parte de una minoría, lo importante es cómo, a pesar de esa limitación, podemos esforzarnos y tener otro montón de ventajas, habilidades y capacidades, y cómo es que llegamos a ser de gran ayuda y utilidad a pesar de nuestras limitaciones, entendiendo que el otro también puede ayudarnos y complementarnos a pesar de las limitaciones que él o ella pueda tener.
A fin de cuentas, no sabemos si el día de mañana necesitaremos la ayuda de alguna de esas personas, como ejemplo, el chico parapléjico que aún en silla de ruedas estaba quitando escombros de los edificios derrumbados en CdMx después del temblor, o el joven que, sin una pierna y con muletas, estaba haciendo lo mismo. Fue gente a la que no le importó si tú eras rico o pobre, gordo o flaco, si había gente que necesitaba ser rescatada o no. Esas personas estuvieron ahí para ayudar sin pensar en quién estaba peor que ellos o por qué a ellos no les había ido tan mal. Solamente hicieron lo que todos deberíamos: dejar de fijarse en las limitaciones o problemas de los demás y simplemente hacer lo que nos corresponde para acceder al bienestar y ayudar a quien lo necesite.
¡No todos los héroes llevan capa ni son como los imaginamos!