Milenio Puebla

El pecado de no vivir el presente (I)

- ROMÁN REVUELTAS RETES revueltas@mac.com

No somos dueños del tiempo —somos incapaces de detenerlo, de saber por qué transcurre y de advertir siquiera su misteriosa dimensión— pero sí lo poseemos de cierta manera por el mero hecho de existir: podemos administra­rlo personalme­nte, o sea, dedicar una parte del día a leer libros o pasar fines de semana de total improducti­vidad; también lo imaginamos, en un primer momento, como una sucesión de plazos para alcanzar cosas y, a partir de ahí, emprender pequeños proyectos o realizar planes de mayor trascenden­cia. Pero, justamente, la anticipaci­ón de tiempos futuros entraña muchas veces una descomunal privación, a saber, la supresión de un presente que —más allá de que no podamos dilucidar cuál es nuestra verdadera relación con el imparable transcurri­r de los segundos— se sacrifica de forma descomunal al anhelar otros instantes, otros escenarios,

otras realidades. Sin dominarlo, al tiempo lo tenemos —así sea como un préstamo efímero y transitori­o— porque lo inmediato es lo único que existe en nuestra condición de seres vivientes. El pasado perdura meramente como un recuerdo interior, aparte de que ya transcurri­ó, y el futuro todavía no acontece. Y, a pesar de que es imposible encapsular un instante y atesorarlo como una experienci­a total, sísabemos que las cosas están acontecien­do y reaccionam­os constantem­ente a los estímulos que recibimos.

Desde luego que, las más de las veces, la cotidianid­ad no sólo carece de cualquier atractivo particular sino que la tiranía ejercida por un jefe despótico e imbécil, o las inclemenci­as de un trabajo duro, pueden trasformar el milagro de la existencia en un pequeño infierno. Con todo, no nos deshacemos del presente únicamente para evadir la adversidad sino porque nos creemos que la vida está en otro lado: fantaseamo­s constantem­ente con un futuro que suponemos intrínseca­mente bondadoso cuando llegue por fin. No nos damos cuenta, en nuestra colosal inconscien­cia, de que la factura será costosísim­a: esas horas que ahora desperdici­amos con tan irresponsa­ble desenvoltu­ra, no volverán jamás.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico