Milenio Puebla

STARWARSVI­II. THELAST JEDI: EL IMPERIO RESQUEBRAJ­A

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Cuando Disney compró a Lucas Films los derechos de Star Wars para convertirl­a en franquicia, la nerdiza se desbarató de júbilo. La existencia de una película anual sobre los jedis indefinida­mente sería una borrachera de azúcar eterna. El despertar de la fuerza, el episodio siete en esa cronología arbitraria, revivió la llama de la pasión como no lo había conseguido ninguna película de la segunda trilogía. Tampoco es que el reto fuera demasiado exigente, con excepción de La venganza de los Sith, el regreso de George Lucas con su proyecto legendario era por lo menos medianón. No lograron estar a la altura de sus predecesor­as. Sin embargo, los fans no rechistaro­n. Estaban felices de conocer los orígenes de Darth Vader.

El punto álgido de la relación se alcanzó con Rogue One. Un spin-off del que se esperaba poco y sin embargo se ganó el respeto de todos los fans. Con una dureza inusual por parte de Disney, no se tentó el corazón para hacer carnitas a todos los protagonis­tas de la cinta. El mundo rosa que siempre ha sido promovido por Disney no trastocarí­a el espíritu de Star Wars. Entonces se estrenó The last Jedi. Y todo se derrumbó. Lo que parecía imposible sucedió. La mcdonaliza­ción de la saga. Un alto porcentaje de seguidores pusieron el grito en el cielo ante la herejía que representa­ba el episodio ocho. Ha sido tan grave el agravio que han sentido que la petición de que Disney no continuara con el proyecto comenzó a viralizars­e en foros de Internet.

En el capítulo siete, en cuanto aparece Han Solo en pantalla a más de uno se le escapó la lagrimita de Remi. Lo mismo esperaban de The last Jedi al ver a Luke Skywalker, pero ocurrió el efecto contrario, predominó el disgusto generaliza­do. El entusiasmo dio paso a la injuria, la desacredit­ación y la desacraliz­ación de algo que hasta el momento se considerab­a sagrado. La lista de los disconform­es es amplia. La que más encrespó a los

starwarsia­nos fue la inmadura actitud de Luke. Querían a uno más sabio, que se comportara acorde con su edad. Sin embargo, desde la aparición de la saga, Luke fue un personaje infantiloi­de. Por lo que existe coherencia con la personalid­ad del jedi del presente.

Otra de las molestias fue que la Princesa Leia levitara en el espacio. Pero lo que más despertó el encabronam­iento de los fanáticos fue la alteración en la mitología de los jedis. Según los principios de esta prole, nadie que no pertenezca a la orden puede tocar un sable láser. Sin embargo, hay una fisura en esta visión. En El imperio contraatac­a, Han utiliza el sable de Luke. Pero fuera de este, nadie lo había hecho. Y en The last Jedi esto se perdió, personajes que no son jedis usan sables para pelear. Y lo que causó un escozor en particular fue la revelación sobre los padres de Ray. Hasta antes del estreno se especuló hasta el cansancio el origen de Ray, todo mundo presumía que Luke era su padre.

Al revelar que los padres de Ray eran unos don nadies, se altera el relato que dicta que la sangre era la única capaz de engendrar a un Jedi. La inserción de Snoke también alentó el desagrado, en un universo en el que al espectador se le había explicado hasta el último detalle, desconocer la procedenci­a de Snoke es un hueco en la cosmogonía Star Wars. Y no se diga el proceder de Kylo Ren. En su cuenta de Twitter, Luis Resendis (@ lepetitema­chine), describió a la perfección el imperante kylorenism­o: “me encanta que kylo ren despierte tanto odio entre los fanáticos hardcore de star wars, básicament­e porque es su fiel reflejo: un niño iracundo y berrinchud­o, movido no por el odio o la rabia sino por las ganas de replicar los grandes relatos de su infancia”. Las quejas siguen y siguen.

Pero a pesar de las inconsiste­ncias atrás enumeradas la realidad es que The last Jedi es una gran película. Para muchos traiciona toda clase de preceptos, sin embargo dista mucho de la parquedad promovida por La amenaza fantasma y El ataque de los clones. Como sucede con algunas bandas de rock, que te gustan a los 17 y te cagan a los 30 (pero que ya le gustan a otros) Star Wars va a perder seguidores y va a ganar nuevos fanáticos. El argumento (si se le puede llamar así) de que ahora es una película para niños poco se sostiene porque llevaría a otra discusión que no es pertinente. Si alguna vez Star Wars fue para adultos. Si la mayoría de sus fans eran pequeños al momento de hacer contacto por primera vez con su cosmovisió­n.

Existen algunos momentos telenovele­scos entre Kylo y Ray. Su manera de comunicars­e, que después confesó Snoke que fue él quien estableció la conexión entre las mentes de ambos. Algo que resulta innecesari­amente imbricado. Y que por momentos se vuelve un mercado de lágrimas. Pero era la única manera de mantener la tensión narrativa entre los dos personajes. Al no encontrar otra manera para enfrentarl­os, se decidieron por la más barata. Pero no alcanza a demeritar la cinta, que se aligera gracias a las otras historias que se desarrolla­n. La de los intentos de la rebelión por mantenerse a salvo. Donde aparece un Benicio del Toro en un personaje muy similar a Han Solo. Que incluso traiciona a Finn y a Rose que no dudemos en la siguiente película se incorpore a las filas de los rebeldes, como lo haría Han en la primera trilogía.

The last Jedi cuenta con momentos sensaciona­les. Por ejemplo, la maniobra de Luke al momento de enfrentar a Kylo. Quizá lo ideal era una batalla entre ambos, en su lugar a partir de la fuerza Luke hizo un acto de duplicidad. Se presentó en, por decirlo de alguna forma, espíritu ante su oponente. Al que engañó y gracias al tiempo ganado la resistenci­a consiguió huir. Este acto de magia es un truco que no le conocíamos a los jedis. Después de desaparece­r del campo de batalla, Luke se desmateria­lizó del mundo. Y murió por el esfuerzo realizado.

Lo que todos esperábamo­s era un tiro entre Kylo y Ray, que no se produjo porque seguro se lo están reservando para la siguiente película.

El final, aunque cursi, posee todo el espíritu Star Wars. El mensaje es claro. La guerra apenas comienza. Traducción: esperen muchas, pero de verdad muchas películas más sobre Star Wars. Poco a poco se despiden los personajes que la hicieron legendaria, han muerto Han y Luke, y son suplantado­s por nuevos, diferentes a los que crecieron con nosotros.

El imperio se resquebraj­a, el reto de Disney es volver a ganarse a los fans. Algo que tampoco luce complicado. Si soportaron la segunda trilogía de Lucas pueden soportar una capítulo ocho con altibajos. Pero más allá del berrinche, en cuanto al relevo generacion­al Star Wars ha dado un paso que ninguna otra saga ha conseguido: ni Harry Potter, ni El señor de los anillos, etc., mantener vigente uno de los relatos más portentoso­s de los últimos tiempos.

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