China en el patio trasero
La llegada de un sujeto como Trump a la presidencia de la nación más poderosa del planeta anuncia el comienzo de la decadencia de America. No se dan cuenta, sus votantes, de que las políticas proteccionistas y el aislacionismo no le están devolviendo a los Estados Unidos una grandeza que, encima, nunca ha perdido sino, al revés, que le están restando preeminencia a nivel global.
El abandono del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, la salida del pacto de París sobre el Cambio Climático y el inminente retiro del Tratado de Libre Comercio de América del Norte son la prueba más evidente de que The Donald no se ha enterado siquiera de que una gran potencia tiene la responsabilidad de ejercer un decisivo liderazgo mundial, así fuere por conveniencia propia.
La visión aldeana del actual inquilino de la Casa Blanca nos afecta directamente a nosotros, desde luego. Pero, justamente, para que las consecuencias de su cortedad de miras, por no hablar de la abierta hostilidad hacia los mexicanos que cultiva, no sean tan catastróficas, estamos obligados a buscar urgentemente nuevos clientes para nuestros productos (nos solazamos en la auto denigración pero, miren ustedes, el volumen de las exportaciones de manufacturas de México supera al resto de América Latina, nuestra dependencia del petróleo es cada vez menor y somos una auténtica potencia industrial) y establecer otras alianzas.
La economía que compite crecientemente con la del vecino país, al punto de que terminará por desbancarla, es la de China. Y, por si fuera poco, Xi Jinping, el presidente de la República Popular, es un convencido promotor del libre comercio (ver para creer, señoras y señores: un país “comunista” es el que ahora propugna las prácticas del mercado mientras que los adalides del imperialismo yanqui emprenden la retirada) y un dirigente abiertamente dispuesto a jugar un papel geopolítico decisivo. Si pudieran Trump y los suyos mirar más lejos que sus narices, les preocuparía enormemente que China terminara por meterse en su “patio trasero”. Nosotros, por nuestra parte, no podemos permitirnos reserva alguna: no nos queda otra opción que abrirle las puertas al nuevo imperio.