Milenio Puebla

FAMILIARES Y AMIGOS DAN EL ÚLTIMO ADIÓS A PEDRO ÁNGEL PALOU

“El frío de la nieve más crudo no es”, fue la canción que se escuchó en la última misa de adiós al cronista, historiado­r, periodista y promotor de la cultura en Puebla

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Una última misa de cuerpo presente, un último reconocimi­ento a Pedro Ángel Palou Pérez antes de que su cuerpo, de 85 años, fuera cremado el sábado. Para la celebració­n católica se había citado a las 9: 30 horas. Para la cremación, una hora después. A las 10: 50 horas, el féretro fue llevado de la capilla donde estuvo poco más de 24 horas a su último destino; con él iba la viuda, Victoria García Rodríguez, así como sus hijos Enrique, Javier, Ignacio y Pedro, además de algunos nietos del memorioso cronista. Esta parte de la historia había terminado.

Tal vez se debía a que es enero, a que hay un frente frío o al material del cual está hecho el edificio de la funeraria, el caso es que el frío calaba hasta los huesos. Los dolientes buscaban los rayos del Sol, subían los cuellos de sus chamarras y abrigos, pero no, no había Sol o abrigo que calentara a nadie. “El frío que yo siento lo llevo en el alma; el frío de la nieve más crudo no es”, recordaba el cronista, de una vieja canción.

Las horas parecían haber pasado lentas o rápidas o que no se habían movido en mucho tiempo: 24 horas, sin embargo, habían pasado desde que los dolientes habían llegado a tratar de desengañar­se de que era falsa la noticia de que Pedro Ángel Palou había muerto.

El sacerdote, jesuita, llegó del Instituto Oriente, y mostró desde el principio de la misa que ésta no era la de un día cualquiera; aún sin salirse del canon, dedicó al periodista, al profesor, al cronista deportivo, al historiado­r, al padre, al amigo, al memorioso, las mejores palabras: “Semilla que dio abundante fruto”, lo llamó.

Pidió a que los presentes que dijeran de don Pedro aquello que quisieran y aunque pocos dieron en voz alta sus recuerdos, bastaron para que hasta aplausos se le brindaran a quien, con paciencia, sin prisa pero sin pausa, construyó las institucio­nes culturales de Puebla en el siglo XX y XXI. Las lágrimas no cesaban, pero el amor de quienes quisieron estar con Pedro Ángel Palou Pérez hasta el último momento de su vida terrena, se dejó sentir.

La misa parecía breve o parecía larga; el rezo y el canto parecían pocos y nadie escuchó el “luzca para él la luz perpetua”, más ese era el deseo de los dolientes.

La hora última en el velatorio se acercaba, y nadie quería salir a enfrentar al frío que igualaba a la mañana con la madrugada. “El frío de la nieve más crudo no es”, seguía resonando la canción en la memoria.

El horno para la cremación tiene un color que a los dolientes no importa. El cuerpo de don Pedro hizo su último recorrido. Y, dicen lo que de eso saben, su espíritu miró a quienes lo acompañaro­n por última vez en la capilla.

La historia, sin duda, está escrita.

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El impulsor de la cultura en Puebla falleció el pasado 11 enero.

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