Te lo pongo delante, pero no lo puedes pagar
¿Por qué estamos tan enfadados y tan molestos y tan resentidos los mexicanos? Pues, por las mismas razones que están encolerizados tantos franceses, tantos estadounidenses y tantos argentinos, entre otros de los muchos pueblos de este planeta que comparten el enojo ciudadano. Pero ¿es por la globalización? Supongo que sí, en parte. ¿Es culpa del satanizado neoliberalismo? También. ¿La progresiva disminución de los salarios de la clase media tiene algo que ver? En los Estados Unidos, muy seguramente; aquí, ustedes dirán si hemos disfrutado en algún momento pasado de buenos sueldos. ¿Es un resentimiento dirigido a una clase política corrompida y a una casta de privilegiados que se reparten una tajada cada vez mayor de la riqueza? Evidentemente que sí, pero entonces que alguien me explique cómo fue que los individuos de la clase obrera de nuestro vecino país pudieron imaginar que un empresario tramposo y elitista iba a representar cabalmente sus intereses y a defender sus provechos. En fin, no es interminable la lista de perjuicios, reales o imaginarios, conllevados por los sufridos votantes en las democracias liberales y, sin embargo, para algunos individuos todo está mal,
nada es mínimamente aceptable y la única salida posible es confiar ciegamente en los ofrecimientos de esos salvadores populistas que prometen soluciones fáciles a problemas complejísimos.
Aventuré, en un artículo escrito hace ya buen tiempo, una muy personal suposición sobre el enojo de la gente y se refería el acoso del mercado, a saber, a esa constante incitación a que las personas consuman artículos, a que compren trapos de marca, a que se hagan del último modelo de esmartófono, a que gasten y a que vivan para aparentar, no para ser. Digo, algún precio han de pagar las personas, después de todo, luego de estar sometidas en permanencia a las tentaciones del consumo siendo que la inmensa mayoría de ellas carecen, justamente, de esos buenos salarios que facilitan, digamos, la desenfadada compra del bolso exclusivísimo, un martes, y de la tablet con la pantalla Retina al siguiente viernes. Creo que habría que añadir el consumismo, señoras y señores, al inventario de plagas denunciadas por los furiosos denostadores del “sistema”.